por Jember Teferra
Reforma Siglo XXI, Vol. 1, No. 1
Con frecuencia me preguntan por qué y cómo realizó un ministerio urbano en el corazón de Addis Ababa. Mi respuesta parte del hecho que todo Cristiano comprometido es llamado a algún ministerio. El llamado de seguir a Jesús es un llamado a estar donde él quiere que estemos, aún cuando nos sentimos totalmente inadecuado para la tarea que nos pone por delante. Una vez fijada la tarea por él, el camino es claro. Los medios para cumplir su mandato son impartidos y dirigidos por el Espíritu Santo. Dios usa los talentos, experiencia, educación y aún el potencial nunca probaba de un individuo. Para los que colaboramos en el “Acercamiento Holístico Integrado – Proyecto de Desarrollo Urbano” (Integrated Holistic Approach – Urban Development Project, IHA-UDP), la respuesta al “por qué” es sencillo: el Señor nos ha llamado a la comunidad más pobre en una de las ciudades más pobres del mundo.
Primeras lecciones
Regresé a Addis Ababa después de estudiar afuera en 1967, y comencé trabajo en el “Hospital para los pobres San Pablo”. Está ubicado en el “Merkato”, el mercado más grande en África, y queda solamente 15 minutos a pie de donde actualmente trabajo con “IHA-UDP”. Dios estaba preparando el camino par mi ministerio al crear en mí una conciencia de la comunidad – sus problemas socio-económicos, problemas de salud, y los problemas espirituales. Mientras trabajé en el hospital, era obvio que los problemas de salud tenían sus raíces en la pobreza; tratábamos sobre todo enfermedades evitables. En este tiempo, era difícil para mí comprender el por qué los pobres no aceptaban soluciones ofrecidas por medio de la educación de salud y consejos generales. Los mendigos, que eran los que más se beneficiaban de los servicios gratis del hospital, solamente querían recibir ayuda o limosnas. Habían perdido su dignidad y no tenían deseos de ayudarse.
Por tres años y medio (1967-1970), trabajé en el Hospital para los pobres San Pablo. El ochenta por ciento de las personas que llegaban eran de zonas rurales, y terminaban como mendigos en la ciudad porque no tenían suficiente dinero para regresar a casa. El otro veinte por ciento era de Addis Ababa. Estos mendigos no tenían acceso a ninguna oportunidad de empleo. Mendigar era una forma fácil de ganar dinero. La mayoría probablemente era de Kebeles 41 y 30, dos de los proyectos en que trabajamos actualmente. Encontramos que durante el tiempo en que los Italianos invadieron, muchos mendigos se juntaron ahí. Esta práctica continuaba a través de las siguientes generaciones.
Para tratar el problema en su raíz, aproveché los servicios de un trabajador social. En mi tiempo de estudios en Inglaterra, un trabajador social resolvía estos asuntos. Pero esta táctica dio problemas. Yo había asumido que otros servicios existían, cuando en realidad eran inexistentes. Ya que no habían ningún otros servicio social, el trabajador social se cansó. Un grupo de estudiantes de un cercano colegio público me rescataron. Si yo levantaba los fondos, ellos conducirán a los pobres al bus y asegurar que llegaran a casa sanos y salvos.
Lecciones de Buzunesh
Los ministerios “de arriba hacia abajo” no funcionan, como aprendí. El caso de Buzunesh, una mendiga, ilustra esta verdad. Dio a luz gemelos hermosos, cuyo padre era desconocido. Esto sucedió en la temporada de lluvia. No tenía corazón para sacarla a la calle, ya que ella no tenía casa y dormía donde encontrara abrigo. El hecho que ella tenía dos hijos infantes y ningún servicio social que la acogiera me hiciera sentir que lo que yo hacía no era adecuado. Me sentí como un fracaso en mi trabajo en el hospital. Tenía este sentimiento antes de llegar a ser la directora del hospital. Había llegado a ofender mi predecesor y otros administradores del hospital con comentarios como: “Por qué no llaman este lugar el botadero de los pobres, como las viviendas de trabajo en el tiempo de Charles Dickens en Inglaterra del siglo 19?”
Sin embargo, mi sorpresa fue aún mayor cuando me dí cuenta de que Buzunesh estaba en realidad felíz de salir a andar en las calles. Ella dijo: “Dios me ha bendecido con gemelos que puedo usar para mendigar mejor. Durante esta temporada de la lluvia esto es una ventaja; seguramente la gente me van a dar más dinero sólo por el hecho de tener gemelos.”
Me golpeó su actitud. Pero con mi experiencia tan limitada en la vida y con casi diez años ausente de mi propio país, yo estaba convencida de que el problema era de entendimiento y de ajuste de mi parte. Seguramente yo estaba viendo las cosas con otros valores. Por más que insistí, Buzunesh persistió en su plan de ir a las calles con sus hijos. Tuve éxito en arreglar la adopción de los niños. Pero entonces ella me amenazó en demandarme ante la ley. Entre los estudiantes (mi único apoyo) y mí, le convencimos que se quedara en el hospital hasta que terminaran las lluvias. Ya que no llegaban muchos del campo durante esta temporada, habían camas desocupadas. Logré convencer la hermana a cargo de cirugía que le diera campo ¡sin que se diera el cirujano! Buzunesh se escondía cuando él pasaba, y usaba una cama en su ausencia. Durante los tres meses de la temporada de lluvia ella se quedó, y yo me consolaba que si después se diera a la fuga (cosa que a menudo hacía), por lo menos los niños tendrían suficientes fuerzas para sobrevivir la temporada seca.
Después de mucha discusión con el trabajador social (quien no tuvo casi ningún papel en resolver este problema) y con los estudiantes, alquilamos un lugar para Buzunesh y otra persona necesitada. Levantamos los fondos necesarios para montar una pequeña panadería para que ella vendiera pan. El fondo rotativo sostendría a ella y sus hijos. Hicimos los arreglos para que otra señora cuidara los niños mientras Buzunes iba a vender sus productos. Aún fijamos un pago por estos servicios.
El desastre consistía en que todo el tiempo Buzunesh aparentaba aceptar todas nuestras soluciones, pero en el fondo nunca asimiló ninguna. Yo era joven y muy segura de que tenía las soluciones para todos los problemas. No era arrogancia, sino un deseo Cristiano sin sensibilidad Cristiana. La manera de Cristo era “¿Qué quieres que te haga?” (Lucas 18:40-43). Buzunesh se desapareció de la casa después de una semana y me enseñó qué tan equivocadas eran mis ideas.
Los jóvenes del colegio la buscaron en toda iglesia donde dormían los mendigos. Nunca la encontramos. Nunca supimos qué le pasó. Y así sigue – relatos sin número de “Doña Arréglalotodo”. Yo sabía lo mejor desde una perspectiva profesional, y seguía dictando “mejores ideas”
Lecciones de la prisión
Pero obtuve más educación y contacto con los que vivían en tugurios durante mi encarcelamiento político a manos del régimen estalinista Mengistu. Yo vi que muchos repetían crímenes para sobrevivir. En la cárcel yo vi las mismas actitudes que vi en los tugurios de Addis. Mi experiencia en la cárcel también me enseñó mucho de la presencia de Dios en medio del sufrimiento. Dios nos prepara para su misión a su manera, no sólo en escuelas formales.
Durante los cinco años en la cárcel yo intenté de nuevo ordenar las cosas a mi estilo usual. Uno de los grandes temores en la cárcel eran las enfermedades comunicables. El problema más común era una fiebre transmitida por medio de piojos del cuerpo (estos piojos viajan más rápido que cualquier cosa en la tierra!). Mi solución fue hacer todo un trabajo arduo de organizar un horario para que los 300 a 400 prisioneros pudieran usar la única ducha del lugar. Hice listas detallando los tiempos de 10 a 15 minutos por persona, otra lista para limpieza del inodoro, otra lista para sacudir los colchones una vez a la semana, otra lista para la limpieza, etc. Estas listas casi nunca fueron siquiera leídas ni observadas. Solamente unos pocos lo observaron.
En mi afán de institucionalizar la higiene personal y ambiental, intenté todo, desde la fuerza por medio de los guardas a los ruegos. Los prisioneros respondían diciendo: “¡Si! Tu y tu grupo tienen miedo que se vayan a contagiar nuestras enfermedades. Pues, ¡es por eso que están aquí! No más confort y ambiente limpio – ahora estamos iguales.”
La solución Cristiana
Ser tan malentendida sólo me impulsó a buscar cómo poder salvar estos cienes de prisioneros de tales problemas. Mientras salían cienes de ratas de las cloacas y la letrina Turquesa y bailaban en nuestros colchones, yo contemplaba el problema, comencé a analizarme a mi misma, y oraba que el Señor me diera más sabiduría para tratar el problema. Fue entonces que entendí la solución Cristiana de ser sensible, observadora, y apropiada en mi intercambio.
Encontré la fórmula correcta y formar comités junto con un grupo grande de jóvenes marxistas que solían trabajar de esa manera. Había un comité para salud, otro para ordenar el espacio en que dormir, otro para ejecutar ley y orden, etc. Los miembros más resistentes de la prisión llegaron a pertenecer al Comité Ejecutivo. No sólo desistieron en llevar la contraria, sino pronto ayudaban. Ellos había ganado su batalla conmigo, y yo simplemente era un facilitador, no uno que imponían, un “profesional” con todas las soluciones. Esto me liberó para poder montar una escuela para salud. Entrenamos 87 prisioneros y guardas, que terminaron sirviendo en 14 prisiones mayores en las 14 regiones principales de Etiopía.
Esta experiencia fue importante por dos razones. Me proveyó un vistazo de la mentalidad de los pobres, especialmente el fatalismo y la actitud sospechosa que generalmente acompaña las experiencias repetidas de la injusticia. Y me hizo lo suficientemente humilde para aprender que yo también debía escuchar y respetar las opiniones al comunicarme con ellos. Solamente cuando nos respetamos podemos tener un intercambio y se puede cambiar las actitudes. Las barreras cayeron y se estableció la confianza.
Seguramente esto es conocimiento común para todos los Cristianos. La decisión de seguir a Cristo es voluntaria, impulsada por el Espíritu Santo. Nuestro Señor nunca se impuso. Esta lección ha llegado a ser la base para un componente principal de IHA-UDP, la concientización, la creación de un despertar hacia el poder de ayudarse. Como dice Pablo Freire, un educador Católico de Suramérica, el trabajador de desarrollo debe adoptar una actitud de libertar al menos privilegiado y al oprimido. Esto fue la misión de nuestro Señor también (Lucas 4:16).
Un llamado a la misión
Cuando fui libertado de la prisión, uno de los primeros trabajos que me ofrecieron fue el de trabajar en uno de los peores tugurios de Addis Ababa con una agencia secular. El hecho que cuatro de los siete empleados de este proyecto piloto era Cristianos fue una señal para mí que esto era un llamado a una misión. El Señor quería que este trabajo se realizara con un compromiso Cristiano.
La idea de un proyecto integral de “abajo hacia arriba”, basado en la comunidad, fue introducida por la organización noruega “Save the Children” (Salven a los niños), basado en el programa estadounidenses “Save the Children”, desarrollado junto con la Universidad Cornell. Un plano para desarrollo urbano basado en la comunidad no estaba disponible. El proyecto piloto fue financiado por la organización noruega, para trabajar en uno de los sub-distritos donde trabaja actualmente el IHA-UDP. Por medio de prueba y error, mis colegas y yo comenzamos el proyecto, y operó desde 1981 hasta 1986. Tuvo un comienzo difícil, y la forma de terminar no fue muy bien manejada. Aun así, fue uno de los 300 proyectos señalados de manera especial en el contexto urbano. En 1987, el año proclamado por las Naciones Unidas como el Año de Abrigo para los que no tienen casa, nuestro proyecto fue escogido por Hábitat para la Humanidad como uno entre los mejores 25 proyectos.
En 1986-87 recibí una beca de la Universidad de Manchester en Inglaterra para estudiar los puntos fuertes o las debilidades del proyecto, ya que era el primero de este tipo en África. Fue entonces que tuve la oportunidad de hablar en varias universidades, instituciones, iglesias y otros lugares. Compartía mis experiencias con el concepto integrado holístico, y escribí mi tesis sobre los trabajadores comunales. Yo considero que estos son la clave para trabajar desde abajo hacia arriba, así logrando un éxito sostenible.
El régimen marxista que estaba en el poder en 1981 no permitía ninguna actividad que fuera oficialmente Cristiana. Tampoco lo permitía la agencia que financiaba el proyecto (Save the Children noruega), porque se declaraban ser no-político y no-religioso. Sin embargo, varias personas con que trabajamos pidieron en privado consejería bíblica, pidieron biblias, y se discipuló un grupo de jóvenes. Hoy estas personas laboran en evangelismo y como líderes en iglesias. Se nos hizo patente que nuestro ministerio urbano debía ser un ministerio integral, combinando Mateo 25 con Mateo 28.
El trabajo del IHA-UDP comenzó como un paso de fe. Cuando el gobierno inglés junto con algunos donadores ingleses ofrecieron la primera cantidad de $700,000 en 1987 para poder expandir el proyecto, era claro que el Señor no estaba dirigiendo a trabajar en una escala grande. El equipo de trabajo y yo nos reunimos para planear el presente proyecto. Calculamos que necesitábamos $7 millones. Esto parecía ser demasiado dinero. Cuando algunas cosas no salían como habíamos planeado, muchos dudaban de que fuéramos a poder levantar esta cantidad. Tenía que crecer nuestra fe. Yo creo que si Dios nos da una visión, él proveerá el dinero. Aunque persisten problemas, Dios nos ha capacitado para enfrentarlos. Ganar la victoria sobre cada problema ha sido una bendición de Dios. Y estas bendiciones nos hacen crecer más fuertes y maduros en nuestra fe.
¿Qué se está haciendo ahora?
Nuestro acercamiento integral y holístico está basado en la idea de que cualquier mejora duradera en la vida de las personas debe tomar en cuenta todos los problemas de una área. Nuestro principal objetivo es mejorar la calidad de vida por medio de un proceso basado en la comunidad que toma en cuenta las necesidades múltiples e interrelacionadas en su raíz. La comunidad se involucra en las decisiones y la implementación para asegurar que las mejoras duren y que se logre un verdadero concientización.
El proyecto está diseñado a ayudar los miembros más pobres de la comunidad, quienes generalmente son los últimos de beneficiarse cuando vienen los donadores. Estas son las personas que tal vez viven en un sólo cuarto con 15 personas más, que no tienen fácil acceso a una cocina, letrina, o baño. Nos hemos ocupado en tres áreas.
Primero es la mejora física, que incluye construir o mejorar las casas, letrinas comunales, calles y drenajes. Hemos construido una pequeña biblioteca, una escuela, un centro de cuido infantil, un centro de salud, talleres que generan ingresos, fuentes de agua y duchas comunales. Actualmente cuatrocientos niños están recibiendo educación pre-escolar.
En segundo lugar el desarrollo comunal ha enfocado en proveer trabajo para los más pobres, y en programas para los ancianos, los minusválidos, la juventud, los niños muy pequeños, y los más marginados. Actualmente se está dando capacitación en trabajar mimbre, tejer, costura, fabricar jabón y otros, con el fin de llegar a ser negociantes independientes.
En tercer lugar, se ha iniciado iniciativas en salud para proveer agua limpia y potable, vacunas para los infantes y los niños, primeros auxilios, cuidado materna, salud ambiental, planificación familiar, y control de enfermedades comunicables incluyendo SIDA.
¿Cuáles son las lecciones aprendidas?
La filosofía IHA-UDP promueve la idea que las necesidades físicas no pueden ser separadas de las necesidades espirituales. Cuando comenzamos nuestro trabajo, no había siquiera la posibilidad de hacer evangelismo. Y aunque quisiéramos reportar que estas limitaciones han sido completamente quitadas, en realidad la situación no ha cambiado mucho. Continuamos peleando porque creemos que Mateo 25 debe ser combinado con la Gran Comisión de Mateo 28. Cuando se levanten los presentes obstáculos, podremos enseñar las escrituras en kinder y la primaria. A pesar de este deseo y a pesar de mucha oración y también esfuerzo práctico, el evangelismo dentro del programa IHA-UDP parece ser un “árbol prohibido”. Sin embargo, se hace.
Durante el proyecto piloto en 1981-1986, un niña, Ayelech, entró a nuestras oficinas con sus tres amigas y pidió un estudio bíblico. En la Utopía marxista, nadie hacía eso abiertamente. Algunos amigos Cristianos nos suplían biblias Amharic de Nairobi, y nosotros generosamente las repartimos “por debajo de la mesa.” Yo asumí que estas jóvenes habían sido enviadas por las autoridades para investigar nuestra actividad clandestina. Después de pensarlo, yo les dije: “Como ustedes saben, Save the Children Noruego es una agencia secular que no es ni política ni religiosa. Pero yo soy una Cristiana comprometida. Si ustedes en realidad desean un estudio, yo personalmente podría ofrecerlos fuera de horas de trabajo.”
Llegaron las amigas por unas sesiones, pero estaban muy preocupadas de que las descubrieran por la Asociación Marxista Juvenil. ¡Una de las jóvenes formaba parte de la junta ejecutiva de ese cuerpo! Parecía más sabio realizar los estudios bíblicos fuera del área del proyecto y hacerlos con horario esporádico. De estas cuatro, dos desempeñan papeles hoy muy importantes en el evangelismo informal. Están a cargo de grupos en casa y tratan de trabajar con personas marginadas con muy poca ayuda de nosotros. Obtienen biblias e intentan edificar el cuerpo de Cristo a pesar de amenazas de parte de varios grupos no-cristianos.
Aunque la nueva constitución nacional especifica claramente que no se impartirá enseñanzas bíblicas en las escuelas, los líderes comunitarios insisten que lo hagamos. Necesitamos mucha oración y dirección divina para poder manejar esta faceta con sabiduría y así completar nuestro trabajo integral.
El gran mandamiento de Jesús nos muestra que nuestro ministerio se debe hacer con amor y compasión. Y cuando el Señor imparte una visión, también da el amor y compasión necesarios. El ministerio urbano, especialmente entre los pobres, no es para aquellos que creen en “tome y deme”, ni para los paternalistas o manipuladores. Los pobres urbanos están profundamente heridos, abusados, y sospechosos de motivos.
Un ministerio entre estas personas no puede hacerse en una manera paternalista ni con otros intereses. Nuestro amor puede ser rechazado, pero debe seguir. Los pobres urbanos necesitan un ministerio tal como nos mandó Jesús: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de lo cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos … echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:7,8,11). Nuestro Señor nos mira como personas integrales, de manera que nos manda dar de forma integral, con compasión, y con gozo.