por Guillermo Green
Reforma Siglo XXI, Vol. 5, No. 2
Raíces y consecuencias del plagio
El pastor y predicador es a menudo asediado por muchas tentaciones – el desánimo, el dinero ilícito, aquella mujer atractiva, abusar del poder o la autoridad. Pero ser tentado no es pecado – rendirse sí lo es. Y todo estriba en la forma que el siervo de Dios responde a la tentación. En nuestros días el fácil acceso a mucha literatura, especialmente sermones y bosquejos de sermones, presenta una tentación también para el predicador que ha perdido o está en vías de perder, su vocación de escudriñar y aplicar las escrituras para su rebaño. La tentación se llama el plagio. Esta tentación es sutil por muchas razones, pero en primer lugar porque no parecería ser ‘pecado’. El que echa mano al plagio siempre está ‘predicando’. Todavía debe ‘estudiar’ (por lo menos se necesita tiempo para transcribir el mensaje a sus propios apuntes). Sin embargo, el plagio representa síntomas espirituales muy graves, y por ello debe ser confrontado por el individuo que lo emplee, y si no, por los ancianos de la iglesia. ¿Cuáles son los peligros y las consecuencias del plagio?
1. En primer lugar demuestra pereza – y la pereza es pecado. Pero cuando se refiere a su vocación principal de predicar la Palabra de Dios, es doble pecado. Indica una pérdida de sentido de responsabilidad ante Dios. Su ‘trabajo’ es cualquier cosa que no amerita más que copiar otro material. El plagio implica pereza
2. El plagio muestra una condición espiritual peligrosa – porque el plagio es mentira. Ud. predica como si fuera SU mensaje, su trabajo. Está pasando media hora en una mentira prolongada. Algo ha pasado con su corazón – está cauterizado. Ud. puede parar delante de un público y hablarles algo que no es suyo como si lo fuera. Ud. no puede decir: «Lo que voy a decir lo copié todo de un libro» – su iglesia no lo tiene predicando para copiar mensajes, sino para estudiar la biblia y aplicarla personalmente a las vidas a su cargo. Por tanto, al recurrir al plagio, ud. tiene que predicar un sermón que otro escribió como si fuera suyo. El plagio es mentira.
3. El plagio muestra una condición espiritual patética. El predicador que hace plagio evidencia una renuencia a enfrentarse con la Palabra de Dios. No le llama la atención meterse profundamente en la Palabra, porque sabe que en su corazón guarda pecado. Puede ser la lascivia – me he dado cuenta de varios casos de pastores que practicaban el plagio, y el pecado de fondo era una vida promiscua y adúltera. O podría ser la arrogancia – el pastor siente que la iglesia es su iglesia, y nadie se va a meter. Por tanto hace plagio de sermones inocuos que le ayuden a llenar el tiempo del culto, pero no puede enfrentarse con todo el consejo de Dios. El pecado guardado podría ser la misma pérdida de vocación, de llamado. En este caso el predicador no quiere confrontarse con la Palabra de Dios porque tiene miedo. Está presentado con una de dos opciones: 1) Renunciar a su trabajo o 2) Arrepentirse por haber maltratado el rebaño con su indiferencia.
4. El plagio es contra el ejemplo y el mandato de los apóstoles. Pablo pide los pergaminos, porque seguía estudiando. Y Pablo, junto con los demás autores del Nuevo Testamento, muestra un gran estudio y conocimiento del A.T. Luego, Pablo le dice a Timoteo: «Ocupate en la lectura, la exhortación y la enseñanza» (1 Tim. 4:13). El «ocuparse» en el estudio bíblico es la vida y el aliento del predicador. Es lo que le da pasión por la Palabra, y frescura a su enseñanza. Es encontrarse con nuestro Dios y Salvador, escucharle, adorarle, oírle, conocerle. Por eso Pablo le dice muy claramente al siervo de Dios: «ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza». Esto acompaña aquél otro mandato: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad» (2 Tim. 2:15) y «Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Tim. 4:5). ¿Acaso el plagio llena estas expectativas del apóstol?
5. El plagio es la trampa del diablo para terminar de destruir una iglesia. Un predicador podría emplear el plagio durante mucho tiempo, y algunos serán más astutos que otros para emplearlo. Pero generalmente acompaña un ministerio en problemas, y por todo lo mencionado arriba el predicador echa mano al plagio. Pero esta táctica sólo agrava el problema. Los sermones copiados no cumplen con hablar a la congregación, ya que fueron hechos para otro lugar y otro tiempo – a pesar de esfuerzos por hacerlos aplicables. Los sermones copiados muchas veces son presentados de manera aburrida, ya que el predicador no puede hacer «suyo» el material. Ya que el plagio es un estado de desesperación, a veces un predicador ni siquiera revisa bien lo que va a decir, y habla cosas ¡que nunca ha hablado! Teología extraña, ideas extrañas, cualquier disparate puede suceder. Esto por supuesto crea confusión en la iglesia, y ciertamente no edifica. De esta manera, aunque se sigue «predicando» de domingo en domingo, la iglesia no se alimenta de una palabra dinámica y fresca, y su espíritu se seca poco a poco.
6. El plagio hace cortocircuito entre el predicador y Dios. No hay formas rápidas y fáciles para aprender y aplicar las verdades de Dios a su iglesia. Pero el plagio le provee al pastor una forma cómoda o rápida para llenar el momento del sermón. Sin embargo, tal predicador no ha luchado con el texto, no ha estudiado por sí mismo el contexto en que se escribió, no ha dejado que la Palabra de Dios lo confronte a él con su propio pecado primero antes de llevar el mensaje a la iglesia. He visto que la desobediencia obstinada en la vida de un cristiano conduce al olvido de la biblia, hasta ¡de las partes más básicas! Podría ser que el uso prolongado del plagio podría conducir a un predicador al olvido de muchos detalles de la biblia. Esto es natural, ya que ha dejado su pasión por el estudio propio, y otras cosas ocupan su mente.
El uso correcto de otros sermones
Surge la pregunta entonces, que si se puede hacer uso de otros sermones. Por supuesto que sí. Pero lo debemos hacer dentro del marco de la honestidad y la integridad. Sugiero los siguientes puntos:
1. No copiar todo el sermón – el trabajo de elaborar un sermón es el trabajo necesario de cada obrero dentro del contexto que vive su rebaño en ese momento. No existen rutas rápidas para acortar la labor ardua de descubrir y aplicar la voluntad de Dios para su iglesia. El uso correcto de otro sermón debería limitarse a entender mejor la estructura de un pasaje – tal vez usando los puntos principales, algunas citas que ud. considera buenas, y tal vez para apasionarse por el tema si el sermón es un sermón bíblico y bueno. También ud. puede observar cómo el autor aplicó el tema para sus días, para poder reflexionar en cómo hacerlo en su propio contexto. Y por supuesto los sermones – especialmente de los ‘grandes’ – le puede ayudar en la exégesis del pasaje. Dicho esto, quiero decir también que la gran mayoría de los libros de sermones son basura. Parece que se ha vuelto un buen negocio esto de recopilar mensajes e imprimirlos. La gran mayoría no predican la redención de un Dios soberano, sino son ensayos de moralejas tomando ejemplos bíblicos, lejos de una teología reformada. Mi consejo personal para poder usar sermones sin peligro es asegurar primero que ud. tiene un conocimiento adecuado de la historia de la redención, de la teología bíblica, de la revelación de Cristo en el Antiguo y Nuevo Testamentos.
2. Ser honesto en citar la fuente – si ud. usa el bosquejo, o en algún punto utiliza material de otro autor, la ética cristiana requiere que ud. dé a conocer su fuente. Una ética bíblica aún no ha calado profundamente en muchos líderes cristianos, puesto que sucede a menudo el copiar entero, o usar parcialmente, sin mencionar el autor. Todos aprovechamos de los estudios de otros hombres de Dios. La ética requiere que reconozcamos tal dependencia.