por Adriana Brenes de Agüero
Reforma Siglo XXI, Vol. 6, No. 1
Desordenada y vacía, yacía la tierra,
En su soledad, una inmensa oscuridad
Que todo lo cubría.
Era la noche más severa de todas las noches,
Una como la que no ha existido jamás.
Ni a derecha ni a izquierda se podía mirar,
No había nada, sólo oscuridad
A lo lejos un sonido quebró la soledad y
El silencio que imperaba ya no era más,
Rugía con calma, rugía sin parar,
Era como si se moviera sobre las aguas,
Era como si anduviera sobre el mar.
A su paso las aguas serenas, levantaban tempestad
A su mirada solo podían reposar.
Una y otra vez,
Sólo ese sonar,
Sin hallarse nada, sólo oscuridad.
En silencio todo el mundo volvió a estar,
Como silbo apacible empezó a hablar,
De sus palabras y sin más
Pequeños rayos que atravesaban la oscuridad.
¡Un tono gris!, se miró en vez de oscuridad,
Lentamente uno tras otro,
Penetraron los rayos la oscuridad,
Miles de destellos florecían
Hasta formar, como uno la claridad.
Luz que ciega a algunos para que no puedan mirar,
Luz que es señal de algo celestial.
Tan grande fue la luz, que quitó el velo de la oscuridad,
Dejando al descubierto un inmenso mar
Que se mecía lentamente y sin parar.
Otra vez el rugido, otra vez la tempestad,
Que de entre las aguas levantaba su sonar.
Miró los cielos y el ancho mar,
Recordó la noche, la gran oscuridad
Y con un suspiró se gozó en la claridad
Dijo entonces: ¡Bien hecho todo esta!,
Y fue así la tarde y la mañana, un día
***
Volvió, volvió la luz a brillar,
lentamente se inundaba todo a su andar,
dibujando un cielo lleno de azul,
Un azul penetrante y profundo que hacía suspirar,
Dentro de sí, nubes blancas que le rodeaban sin cesar Y
Mientras se movía sobre las aguas, se movía sobre el mar,
Separó en el horizonte ese ancho mar,
Para que el cielo no fuera su final,
Aunque al mirarlo pareciera que nunca iba acabar.
Contempló y admiró el cielo, sonrió al mirar el mar
Y fue así la tarde y la mañana, un día
***
Sobre el mar la luz brilló,
Mientras un fuerte viento soplaba sin cesar,
Juntándose las aguas en un lugar
Dejando al descubierto lo que no era mar,
Secando todo aquello que descubrió,
Llamando tierra, tierra a lo que no era mar
Poniendo límites para que no pudieran traspasar
Los linderos que hoy había en su lugar.
De entre la tierra una pequeña hoja
Su cabeza asomó, miles le siguieron hasta llenar
Toda esa tierra de un verde sin igual,
Hierba que da semilla,
Hierba que flores da,
árboles robustos que se mecían sin más
Entretejiendo en sus ramas destellos de luz
Que crecían y llenaban la tierra,
Aquella que el viento descubrió de entre el mar
Y fue así la tarde y la mañana, un día
***
Con un asomo tímido el sol brilló
Haciendo crecer la mañana,
Despertando a su llegar, todas aquellas
Plantas que habían nacido ya,
Fue sin furia, fue con paz
Dio su cálida luz y el cielo alumbró
Para enseñar a su paso en que hora se está,
Fue entonces que al acostar, tornó el cielo su azul radiante
por celajes de colores que despedían
A ese sol que brillaba y recibían la oscuridad.
¡Oh, noche que te asomas! ¡Oh, noche que apareces!
Sin temor te recibo, pues tu oscuridad hoy no es más
Miles de luceros hay en ti
Para alumbrar mi camino,
Para alumbrar mi andar,
Ya no temeré cuando llegues,
No temeré que te alejes,
Con gozo te recibiré y también exclamaré
¡Bien hecho está!
Y fue así la tarde y la mañana, un día
***
Dando su mejor color fue su asomo
Y esta vez sin temor,
Anunciando orgulloso, aquí estoy yo
Llenó de luz la tierra, y descubrió el verdor.
Dejó el mar su reposo y se agitó.
En su interior,
Miles de peces se asomaban curiosos
Para ver esa belleza que se reflejan en su interior,
Desde sus árboles mientras miles de aves cantaban,
Saludando al nuevo día que hoy comenzaba,
Volando una y otra vez, sobre los árboles
Que bailaban con el viento,
Y se quitó, se quitó el agudo silencio
Que llenaba la tierra, que había desesperado.
Cerró los ojos, y se regocijó en el canto de las aves,
Abrió sus manos y se envolvió en el vaivén del mar,
Y fue así la tarde y la mañana, un día
***
De entre los arreboles de la mañana
Un rugido se escuchó, era el león anunciando
Que había amanecido ya, miles de aves gritaron
Y despertaron sin más, a los otros animales
Que dormían sin parar, de luz se llenó la tierra
Y los ojos hirió de aquellos aún no se acostumbraban a su llegar,
Y aumentó el sonido, aumentó su cantar
Llegando hasta el cielo,
Como un canto de Dios.
Con un suspiró despertó, el único que faltaba ya
Corpulento y fuerte, era el hombre Adán
Que yacía junto a Eva, en su portal
Admirando la belleza de todo este lugar,
El hogar que le había sido dado ya.
Y fue así la tarde y la mañana, un día
***
De entre el mar se mecía,
Que parecía andar, sobre las aguas en una forma sin igual
Admiró las aves y el ancho mar,
Jugando con los animales y dándole un lugar
al hombre que había creado,
Que había bendecido ya,
descansó y fue su obra hasta el final
y sólo se escuchó
¡Bien hecho está!
Y fue así la tarde y la mañana, un día