Por Guillermo Green
Reforma Siglo XXI, Vol. 6, No. 1
Se cuenta que un pastor subió a una montaña para hacer lucha espiritual con los demonios que dominaban sobre su ciudad. Un tiempo después se le acercó al pastor una hermana de la iglesia, muy preocupada, y le dijo: «Necesito que vayas pronto a mi casa para hacer un exorcismo. Cuando tú expulsaste los demonios de las alturas, vinieron todos a alojarse en mi casa, ¡porque vivo en la bajura!»
Sea chiste o sea verdad, este relato ilustra hasta dónde hemos llegado con la contemporánea fe evangélica cuyo estado de bancarrota la está llevando más y más lejos de la fe histórica, y más y más cerca al animismo y la brujería. Se ha oído de pastores derramando aceite sobre ciudades en avioneta. Otro pastor de mi país subió a las Himalayas en Tibet para reprender al demonio del lugar más alto del mundo, así ‘liberando’ a todos los países de su poder para la extensión del evangelio. En otra ocasión me dijo una persona que nuestro cantón de Goicoechea tiene tantos alcohólicos porque el cura cuyo nombre lleva el cantón era alcohólico, y su espíritu de alcoholismo hasta hoy oprime a las personas que viven bajo su ‘dominio.’ Es curioso que nunca he sentido yo este impulso…
Toda esta ola tiene repercusiones negativas en dos sentidos: 1) Lo que ignora del testimonio bíblico, y 2) lo que añade al testimonio bíblico. Realmente es una traición del testimonio de la persona y obra de Jesucristo. Por tanto, un grupo de personas que busca su ‘salvación’ o su ‘liberación’ en estas cosas, busca equivocadamente, como los discípulos cuando buscaban al Jesús resucitado en la tumba. El único problema es que Dios ya no va a enviar ángeles para decirles «no está aquí», ya que tenemos el testimonio amplio y completo de las escrituras.
La ‘guerra espiritual’ de hoy ignora
la obra eficaz de Jesucristo
Desde los comienzos del relato del evangelio, queda establecido que el Rey Jesús ha venido, y estableció su reinado en la tierra. Leemos en Marcos 1:14,15, «Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio». Debemos notar que el verbo traducido «se ha acercado» para describir el reino de Dios, se encuentra en el tiempo perfecto (h=ggiken), lo cual da a entender que lo señalado ha acontecido. En este caso, es el reino de Dios que se ha presentado, se ha hecho presente. Note que no se debe traducir «se está acercando», como si fuera algo en proceso. Jesús dice que el reino de Dios «ya se ha hecho presente». Esta declaración del reino de Dios debe verse a la luz de las profecías del Antiguo Testamento, en las cuales Dios promete ‘venir’ para establecer su reino. Por ejemplo, profetizando de la venida del mesías, Daniel dice:
Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre (Daniel 2:44).
Muchos textos hablan de la venida de Dios a su pueblo, trayendo los frutos de su reino: salvación y juicio. Por ejemplo,
Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará (Isaías 35:4)
y Habacuc, hablando del futuro profetiza:
Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot. Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia. Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah. Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano,Y allí estaba escondido su poder. Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos. Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos. (Habacuc 3:1-6)
Es a la luz de textos como estos que debemos entender el llamado radical de Jesús de que todos «se arrepientan y crean el evangelio». En un sentido, los ‘postreros días’ habían llegado con la persona y el ministerio de Jesucristo. En su sermón en la sinagoga de Nazaret, cuando Jesús aplicó la profecía de Isaías a sí mismo (Lucas 5:16-30), los judíos al principio se maravillaron, pero luego se llenaron de ira y trataron de matarlo. Ellos se daban cuenta que sólo podía haber dos posibilidades – o Jesús era Dios encarnado, o era un loco. Optaron por creer lo último. Durante todo su ministerio Jesús daba testimonio de que su ministerio era definitivo, era el cumplimiento del plan de Dios. Las parábolas sobre el reino de Dios dan testimonio de que en la persona de Cristo las realidades del reino se hicieron presente. Lamentablemente, fueron los demonios que entendieron mejor el significado cósmico de la venida de Cristo. Ante Jesús, como ante ningún otro, los demonios clamaban por misericordia, sabiendo que el tiempo era corto (Marcos 5:7; Lucas 4:35). Los autores de los cuatro evangelios enfatizan una y otra vez que Jesús «cumplía» lo escrito en el Antiguo Testamento. Su obra y su persona era el cumplimiento de lo profetizado. El reino de Dios había llegado en Jesús. Dios mismo había venido para pastorear su rebaño. Y cuando Jesús, colgando en la cruz, clamó finalmente «¡Consumado es!» – todo estaba consumado.
Sin embargo, es posible confundirnos con el reloj divino, y Jesús mismo introduce una faceta nueva que el Antiguo Testamento no podía especificar. Mientras Jesús da testimonio claro de lo definitivo de su obra, a la vez introduce un ‘alargamiento’ de su finalización. Muchas parábolas hablan del reino también como algo futuro – ‘cuando el Hijo del hombre venga en su reino…’ Algunos teólogos llaman esta dinámica el ‘ya y todavía no.’ Quieren decir que el reino de Dios fue establecido ‘ya’ – pero ‘todavía no’ está consumado en su forma final. Es esta distinción sutil pero muy importante la que debe informar nuestro trabajo cristiano. Si olvidamos cualquiera de las dos facetas, caemos en errores graves. Si por ejemplo, me olvido del ‘todavía no’, podría llegar a creer que todas las bendiciones de Dios son para mí en este momento – como lo hace la mal-llamada ‘teología de la prosperidad’. Pero la biblia enseña claramente que muchas de las bendiciones de Dios serán reservadas en su forma final para el reino consumado – es decir, la nueva tierra y los nuevos cielos: «toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora… esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo» (Romanos 8:22-23). La santidad completa, la sanidad completa (mi cuerpo glorificado), el conocimiento pleno de Dios (le veremos cara a cara), la plena llenura del Espíritu Santo – todas estas bendiciones vendrán en la nueva tierra, y creer que aquí se darán ha conducido a la Iglesia a muchos errores – algunos absurdos y otros peligrosos.
Pero si olvidamos del ‘ya’ – también podemos caer en la trampa de un escapismo, olvidando que Dios ha establecido su reino en la tierra, y este reino abarca toda faceta del hombre. El reino de Dios no es de este mundo, pero se ha establecido en este mundo por medio de la obra y presencia de Cristo, por su Espíritu y en la presencia de su Iglesia. Los miembros de este reino – los cristianos – deben ser diligentes en ejercer los deberes de este reino en sus familias, su trabajo, sus iglesias, sus países, sus escuelas, etc.: «porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Romanos 14:17). Somos miembros del reino divino mientras tanto caminamos en este mundo: «os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria» (1 Tes. 2:12).
Es en este sentido que se ha mezclado la brujería con el sensacionalismo en estos días, olvidando el ‘ya’ de la obra de Jesucristo. Muchos – con grandes aclamaciones, amenazas al demonio, y maldiciones más elocuentes que Elías mismo – pretenden hacer lo que ya está hecho. Todo el escándalo, las horas y horas de cultos realizados con el propósito de deshacer la obra del demonio – todo es una pérdida de tiempo. Si las tele-novelas enferman a las personas, ¿cuánto más las enferman horas y horas invocando el nombre de un enemigo derrotado? Tenemos espacio para ver sólo un texto para mostrar lo inútil de todos aquellos esfuerzos por ‘enviar al abismo’ el demonio.
Es interesante cuántas personas mal-interpretan el pasaje en Mateo 12:22ss. En este pasaje, Jesús echa fuera un demonio, pero los fariseos lo acusan de echarlo por el mismo poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios (en otras palabras, acusan a Jesús de ser parte de las legiones demoniacas). Parte de la respuesta de Jesús consiste en una pregunta retórica (vs 29), en la que hace la pregunta: «¿Cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.» El contexto nos muestra claramente que «El hombre fuerte» es Satanás. Y él que ha ‘entrado en su casa’ (es decir, al mundo) y lo ‘ha atado’ es Jesús mismo – con el propósito de saquear su casa. La liberación de los demonios que hacía Jesús mostraba de manera dramática toda su labor – la de liberar a las personas del poder de Satanás. Pero había una condición para poder hacer esto – el hombre fuerte tenía que ser atado. Jesús deja testimonio claro que él estaba dejando a Satanás atado, para que las personas pudieran ser libradas (ver Lucas 10:18; Juan 12:31).
Hoy una teología falsa atrapa la Iglesia. Si bien el demonio anda como ‘león rugiente, buscando a quien devorar’, debemos aceptar que es un león atado, y no podrá devorar a todos que quisiera. Jesús ha dejado atado al hombre fuerte para que el evangelio haga su labor en este mundo, salvando a todo el pueblo escogido de Dios. Toda la autoridad ha sido dada a Cristo, y la forma de discipular a las naciones es llevando la Palabra de Cristo: «enseñandoles a que guarden todas las cosas que yo os he enseñado». Es de suma importancia notar que en todas las epístolas del Nuevo Testamento no encontramos el énfasis sobre los exorcismos que muchos practican hoy. Lo que sí encontramos, es el mandato de ‘predicar la Palabra a tiempo y fuera de tiempo.’ El énfasis está en el poder de Cristo, comunicado por medio de su Palabra – la ‘espada del Espíritu’.
Para aquellos que se tornan afónicos por pasar horas y horas reprendiendo espíritus inmundos – les tenemos buenas noticias. Jesús ya puso el demonio en su lugar. Nuestro deber es anunciar este Rey y Salvador por medio de la poderosa predicación de su Palabra. Muchos tendrán ‘comezón de oír’, queriendo escuchar alguna novedad. Pero ya hemos sido advertidos sobre eso. Nuestro deber es seguir predicando a Cristo – a tiempo y fuera de tiempo – porque la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios. No debemos ignorar lo que hizo Jesucristo en su ministerio aquí en la tierra. La ‘guerra espiritual’ Jesús ya la libró, y la ganó, «despojando a los principados y las potestades…triunfando sobre ellos en la cruz» (Colosenses 2:15). Jesús nos ha salvado del poder demoniaco, «y nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús» (Efesios 2:6). ¡Ay de aquellos que esclavizan a las personas de nuevo al temor del diablo, habiendo Jesús librado a su pueblo una vez por todas!
La ‘guerra espiritual’ añade al testimonio bíblico
La falsa teología de la ‘guerra espiritual’ no sólo ignora lo que la biblia enseña, sino añade lo que no enseña. Por ejemplo, las enseñanzas de ‘sanidad interior’ muchas veces enfatizan la necesidad de «romper con maldiciones pasadas, romper asideros demoniacos en su vida». Mezclando un poco de Freud, Carl Jung y la biblia, nos ofrecen fórmulas que si uno ya no era psicótico cuando comenzó, seguramente lo será cuando termina. Estos mercaderes de la religión, ofrecen sus miles de libros, seminarios y conferencias sobre el tema de cómo tener la paz interna, cómo gozar de una vida plena. Y las recetas distan claramente de la sencilla palabra de Dios. La prueba de que las personas no logran lo que buscan está en que siguen siempre buscando ‘otra receta’ para la sanidad interior. Si realmente obtuvieran la sanidad interior por medio de las técnicas ofrecidas, no habría necesidad de seguir buscando. Jesús dijo, que él que creía en él, «de su interior correrán ríos de agua viva» (Juan 7:38). ¿Será posible que los auto-proclamados ‘sanadores’ de hoy hayan obviado lo más fundamental? Jesús mismo dice que por medio de la fe en él, habrá abundancia interior de la bendición de Dios – ¡Sola fide!
Ahora, muchos dirían: «Claro que sí, es por la fe. Pero hay que apropiarse de estas bendiciones por medio de ejercitar la fe en ciertas maneras – por ejemplo, el renunciar a maldiciones pasadas, romper con ataduras familiares del pasado, etc.» Con las ‘técnicas’ de la llamada sanidad interior, podemos ver la triste realidad que estas personas no comprenden la salvación en Cristo.
En primer lugar, como la iglesia ha dejado de predicar el arrepentimiento como parte de la fe verdadera, ahora se encuentra con personas que ‘creyeron’ en Cristo pero nunca se arrepintieron de muchas actitudes o conductas de su pasado. Esto crea una confusión terrible en la vida de la persona. Pero en lugar de corregir su mala teología, la empeoran añadiendo otra cosa no-bíblica – la ‘sanidad interior’ – para intentar corregir el problema causado por su deficiente teología.
En segundo lugar, al no predicar la ‘justificación por la fe’ de manera bíblica, congregaciones enteras nunca llegan a poder apreciar lo que Jesucristo ha realizado por nosotros – reconciliándonos perfectamente con Dios, imputando su perfecta justicia a nuestra cuenta, y así abriendo de nuevo plena comunión entre nosotros y el Padre. Tal vez la enseñanza más ‘pastoral’ de toda la biblia es la ‘justificación por la fe.’ Cuando Cristo quita el verdadero obstáculo entre nosotros y Dios – nuestra culpa y pecado – de ahí en adelante nada nos podrá separar del amor de Dios que está en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 8:39). Malas son aquellas personas que se aprovechan de nuestras debilidades y temores para vender su mercadería falsa, añadiendo cosas que Dios nunca mandó. Dios nos recibe plenamente como hijos adoptados, en Cristo por la fe, y no tenemos que buscar técnicas secretas para obtener sus favores. Jesús hizo hincapié en esta verdad:
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lucas 11:10-13)
Todo el punto de Jesús es lo fácil que es obtener la bendición de Dios. Con sólo pedir, Dios está dispuesto a darnos lo mejor – su propio Espíritu Santo. Atientan contra las escrituras aquellas personas que convierten la súplica sencilla de fe en arduos ejercicios de renunciar, reprender, y romper. Es de suma importancia notar que el mismo contexto es la expulsión de un demonio. Jesús termina diciendo, «Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros» (Lucas 11:20). Jesús estableció su reino de poder en las vidas de los creyentes. Jesús rompió para siempre el poder del diablo sobre los hombres que creen en él. Jesús ganó el privilegio del Espíritu Santo para aquellos que tan sólo lo piden. Cualquier otro evangelio, no sólo es incapaz de librar verdaderamente, sino viola el principio sagrado de ‘no añadir’ a la Palabra de Dios.
Presencié el ‘exorcismo’ de una muchacha. Después de 50 minutos de interrogación sobre el nombre del demonio, después de reprensiones y ataduras, por fin se rindió el demonio – más o menos. En nada parecía esta ‘expulsión’ a lo que hacía Jesús y los apóstoles. Al preguntar la muchacha si había sido ‘liberada’ antes, dijo que sí – ¡6 veces!
La Iglesia de Cristo hoy se encuentra en una encrucijada. ¿Volverá al evangelio, las ‘buenas nuevas’ de salvación en Cristo, la fe histórica confesada por la Iglesia durante miles de años – o inventará otro mensaje, otra religión, otro evangelio – todos falsos? Es por algo que Pablo pide, de rodillas, que los Efesios fueran arraigados y cimentados en amor, y que pudieran comprender la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo que excede todo conocimiento, para que fueran llenos de la plenitud de Dios (Efesios 3:17-19). El evangelio verdadero nos pone sobre un fundamento real, y nos hace seguros en Cristo. Los falsos evangelios colocan a las personas sobre arena movediza, añadiendo y quitando de la biblia, en última instancia dejándolas ‘sin Dios y sin esperanza en este mundo’.
Dios nos ha dado una salvación hermosa, completa, y eterna por la fe en Cristo Jesús. La guerra espiritual la ganó Jesucristo – ¡una vez por todas! ¡Aleluya!