Por Steve Henning
Reforma Siglo XXI, Vol. 6, No. 2
Cuando Pablo estaba a punto de morir, sabiendo que su martirio estaba cercano, le escribió a su hijo en la fe, Timoteo, advirtiéndole del peligro de los postreros tiempos. En los últimos dos capítulos de la segunda carta a Timoteo, Pablo describe una situación amenazante para la iglesia en general. El dice:
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán la apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita (2 de Timoteo 3:1-5).
Lo sorprendente de este pasaje no es que esto caracterice el mundo, porque ésta siempre ha sido la descripción del mundo, sino que Pablo está describiendo la condición de la iglesia visible en los postreros días. El mundo no tiene una apariencia de piedad, pero la iglesia visible sí la tiene.
Ser evangélico es popular hoy en día. Tenemos voz y poder en la sociedad; somos aceptados. Tenemos nuestros partidos políticos, nuestros colegios y escuelas, nuestras universidades, nuestras librerías, y hasta nuestros canales de televisión. Para muchos, es una señal de victoria espiritual, de avivamiento, y del avance del reino de Cristo. Sin embargo, Pablo le recuerda a Timoteo que la piedad verdadera no será aceptada. El escribe, “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.”
Entendamos bien lo que Pablo está diciendo aquí. Habrá una fachada de piedad que será aceptable y popular, pero es nada más que una fachada. Sin embargo, habrá un remanente que verdaderamente son piadosos. Ellos serán odiados y padecerán persecución. La característica de estas personas es que viven en Cristo Jesús. ¿Qué significa vivir en Cristo Jesús? ¿Es este vivir algo subjetivo según las inclinaciones espirituales de ellos o es algo objetivo, basado en algo firme, algo fuera de sus experiencias? El pasaje exige que este vivir sea algo firme porque Pablo termina el capitulo diciendo:
Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (II de Timoteo 3:14-17).
¿A dónde lleva Pablo a Timoteo? A las Escrituras donde se revela la fe que es en Cristo Jesús.
Podemos resumir este capítulo de esta manera: en los postreros días, la mayoría de los que profesan el cristianismo tendrán una fachada de piedad, pero por dentro son iguales a los impíos. “Siempre estarán aprendiendo pero nunca podrán llegar al conocimiento de la verdad” porque han rechazado la autoridad de esta verdad sobre ellos. Sin embargo, al lado de ellos vivirán los que son verdaderamente piadosos. Estos siguen la doctrina apostólica, conocen las Escrituras, y viven conforme a ellas. Ellos serán odiados, aun por los que forman parte de la iglesia visible.
Tal es nuestro día. Un gran porcentaje de los que forman parte de la iglesia visible se preocupa más por su experiencia, su opinión, su salud, su éxito, y sus bienes que por una obediencia a la totalidad de las Escrituras.
No hay tiempo para hablar de los falsos profetas de nuestros días que andan promoviendo un evangelio de sanidad corporal, éxito profesional, y riqueza material como si fuera la voluntad de Dios para toda su iglesia. Pero, sí nos queda una pregunta a la cual queremos dirigirnos en el resto de este ensayo: ¿dónde está la iglesia que se aferra a las Escrituras y qué sucedió en la historia para que la iglesia sacrificara la autoridad de las Escrituras en su práctica y en su predicación? Hay por los menos tres factores en la historia que contribuyeron al analfabetismo moderno de la Palabra de Dios. Estos factores son el menosprecio de un estudio sólido de la Biblia, una confianza espiritual en uno mismo (experiencia), y un sacrificio de las grandes doctrinas bíblicas.
Estos tres factores tuvieron su origen en los Estados Unidos y fueron transportados al mundo entero por medio del movimiento misionero, las publicaciones cristianas, los medios de comunicación, y la práctica.
El menosprecio de un estudio serio de la Biblia
En los días de Jorge Whitfield, Jonathan Edwards, y los hermanos Wesley, las colonias norteamericanas estaban bajo la monarquía inglesa. Estos y otros hombres eran instrumentos de Dios para el avivamiento, conocido hoy como el Gran Despertar. Dos de estos hombres, Whitfield y Juan Wesley veían al clero mismo como parte del problema de la falta de vitalidad espiritual en las iglesias. En parte, su diagnóstico era correcto. Es triste, pero a muchos pastores les faltó la vitalidad espiritual, y no alimentaron al rebaño del Señor. No obstante, al denunciar al clero profesional, muchos laicos perdieron su respeto y confianza en el clero. Cuando Whitfield pasaba por las colonias predicando que muchos de los hombres que ocupaban los púlpitos no eran regenerados, fue una gran tentación para los laicos considerarse iguales o hasta más capacitados para la obra de Dios que el clero que se había preparado en las universidades. Este movimiento democrático coincidió con la Revolución de las colonias, y las ideas de la democracia política echaron raíces también en las iglesias. Las denominaciones tradicionales como la Presbiteriana, la Congregacional, y la Reformada perdieron muchos miembros. Estas denominaciones, en las mentes de una gran parte de la población, fueron consideradas anti-democráticas, mientras que las iglesias metodistas y bautistas, con su gobierno congregacional, ganaron miembros y llegaron a ser consideradas las denominaciones del hombre ofline común.
No hubo ningún abandono inmediato de las doctrinas cardinales de la Reforma, pero poco a poco con el avance del liberalismo y la ignorancia pastoral de las doctrinas bíblicas, estas denominaciones se hallaron sin vitalidad y sin un norte doctrinal para guiarlos por las aguas oscuras del racionalismo y arminianismo. Lastimosamente, las iglesias con un credo tradicional y bíblicamente ortodoxo, como las Presbiterianas, las Bautistas y las Reformadas, no proveyeron ningún ejemplo de una espiritualidad bíblica.
Cansados de una ortodoxia muerta que afirmaba el poder de Dios pero que negaba la eficacia de ella en la vida, muchos en las denominaciones democráticas se convencieron de que había que ser algo más vital, más vibrante en la vida cristiana. Correctamente fueron a las Escrituras, pero lo que nos interesa es: ¿cómo se acercaron a las Escrituras? Y aquí es importante destacar dos cosas: su actitud y su método ante las Escrituras.
No hay duda de que la iglesia en general careció de la vitalidad que debía tener. Incluso, podemos decir que 2 Timoteo 3 se aplicó tanto hace cien años como para hoy. Pero, la actitud de estas personas fue, por lo general, menospreciadora de la ortodoxia. Consideraron un estudio serio de las doctrinas centrales de la iglesia como algo sin mucha importancia y ¿por qué no? dado que la ortodoxia no había evitado el liberalismo y la frialdad espiritual. No estuvieron satisfechos con la mera declaración de que estaban sin condenación (Rom. 8:1). Lo que deseaban era sentirse espirituales y llenos. Fueron convencidos que la vida cristiana debe ser sobre todo una vida de experiencias gozosas y de éxtasis. Este sacrificio de la ortodoxia dejó este movimiento de santidad sin ningún fundamento firme para establecerse y como tantos otros movimientos que eventualmente abandonaron las doctrinas más importantes, sus inicios estuvieron sin la firmeza de una teología bien formada. Más bien, al estudiar la historia de este movimiento de la santidad, podemos decir que pocos de verdad se preocuparon por un estudio serio de, por ejemplo, la inspiración, la justificación por la fe, la expiación, y la Trinidad.
Empero, este movimiento sediento de una vitalidad espiritual se preocupó por el estudio de la Palabra de Dios y debemos felicitarlos por su inquietud con respecto a la ortodoxia muerta. Sin embargo, con relativamente poca preparación doctrinal, estos creyentes se sentaban y ‘estudiaban’ la Biblia en una manera inusual. En aquellos tiempos, las biblias de estudio estaban ganando en popularidad. Estas biblias de estudio contenía una cadena de referencias de varios temas. Sus estudios bíblicos consistían en un grupo de personas que se sentaban para leer una lista de versículos sobre cierto tema, y después ofrecían opiniones sobre lo que habían aprendido.
Por ejemplo, si una iglesia quisiera aprender de la creación, podría buscar la palabra crear en todos sus textos bíblicos y ofrecer comentarios sobre el significado de este tema en su vida. Fue popular, democrático, y bien intencionado. Es cierto que uno puede aprender mucho, pero lastimosamente, la mayoría de estos estudiantes de la Palabra de Dios ignoraron el contexto de los pasajes, no se esforzaron para utilizar los idiomas originales, y violaron muchas leyes de la hermeneútica. No se preocuparon por estas cosas porque, como hemos visto, no respetaban a los eruditos de los seminarios, ni tampoco a los lideres de la iglesia del pasado. Lo que buscaban era un avivamiento inmediato. Querían algo que les llenara. Fue incomprensible para ellos que el estudio serio de las doctrinas formales de la Reforma pudiera ser el medio de una satisfacción gozosa en sus vidas espirituales. Así que, utilizaron los textos fuera de sus contextos y, a veces, llegaron a conclusiones nuevas y erróneas. Pero sobre todo, ellos querían experimentar algo más que no habían experimentado jamás en su vida espiritual. Buscaban algo más que el gozo de la salvación. La justificación por la fe era importante, por supuesto. Pero hallaron en el Pentecostés la respuesta para su hambre de una experiencia. Si solamente pudieran volver a experimentar lo que sucedió el día cuando el Espíritu Santo vino sobre la iglesia, tendrían la experiencia que tanto anhelaban. No obstante, esto abrió la puerta para sujetar las Escrituras a la autoridad de la experiencia.
El segundo factor que ha producido esta crisis en muchas iglesias evangélicas es el énfasis de la experiencia como una autoridad para interpretar los acontecimientos y hasta las Escrituras mismas. Antes de criticar a los demás, cada creyente que no cree en hablar con lenguas debe preguntarse: ¿qué haría yo si , de repente, comenzara a hablar en lenguas en un culto, junto con otras veinte personas? ¿Sería la experiencia suficiente para convencerlo de que su experiencia está de acuerdo con la Palabra de Dios? Tristemente, la mayoría de las personas afirmarían que sí. John Deere, un lider en el movimiento pentecostal, dice, «Hay una razón básica de que los cristianos creyentes, que creen en la Biblia no crean en los dones milagrosos del Espíritu para hoy. Es sencillamente ésta: no los han visto.» Podemos deducir, entonces, que para muchos y probablemente la mayoría, la experiencia es una autoridad irrefutable.
En el pensamiento del Apóstol Pablo, la carne es el «VIEJO EON», la «NUEVA CREACIÓN». Con la resurrección de Cristo aparece la «Nueva Creación», y esta tiene como característica fundamental al Espíritu Santo.
La teología reformada es un proceso. La historia es un proceso. La muerte y resurrección de Cristo, dentro del proceso histórico, son puntales que hacen que la historia cambie. Cristo se hizo carne, es decir, toma la transitoriedad del hombre e irrumpe en la historia para darle un destino diferente. Hay muchos pasajes que nos hablan sobre la humanidad de Cristo, para esta ocasión sólo mencionaré tres, que nos van a ir introduciendo a la visión paulina de los dos eones (periodos) de Cristo en Romanos 1:3,4
Gálatas 4:4 «Nacido de mujer» Esto indica que Cristo nació como un ser humano «cualquiera».
Romanos 8:3 «Semejanza de carne de pecado» Esto indica que Cristo se hizo hombre de verdad.
Hechos 13:33 «Yo te he engendrado hoy» Esto indica que Cristo se hizo carne (hombre) Vino a este mundo como cualquier nacimiento natural.
En Romanos 1:3,4 el Apóstol Pablo nos presenta los dos periodos (Carne – Espíritu) de Jesucristo. La VRV lo traduce así: «Acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos.»
Veamos tres interpretaciones que se dan sobre este pasaje paulino:
La «carne» indica la naturaleza humana de Cristo, y el «Espíritu de santidad» la naturaleza divina de Cristo. Es decir, este pasaje trata de las «Dos naturalezas» de Cristo, a saber la humana y la divina.
La «Carne» indica el «cuerpo» de Cristo, y el «Espíritu de santidad» indica el «alma» de Cristo. Es decir, este pasaje trata de los «Dos compuestos del hombre», a saber cuerpo y alma.
Interpretación reformada. Este pasaje trata de los «Dos periodos» (Eones) distintos en la persona de Cristo. Veamos como es esto:
«Del linaje de David según la carne» Esto indica que Cristo nace a través de la descendencia de David (Mateo 1) Este periodo se da en el terreno de la «carne» como frágil y mortal. «Según la carne», nos indica el área donde acontece el nacimiento de Cristo, en este mundo perecedero. Describe la existencia de Cristo durante su vida terrena, previa a su resurrección, es decir, la existencia de alguien nacido de padres terrenos. Este es el modo de existir de Cristo antes de su resurrección. Es descrito como uno que era «según la carne», la carne era el vehículo de la existencia de Cristo antes de la resurrección. A esto, la teología reformada le llama la «Antigua Creación».
«Hijo de Dios con poder» Esto se interpreta así, Cristo es introducido a otra «era», «periodo», «existencia» distinta a la anterior antes de la resurrección. Esta «nueva era» no es de debilidad, sino de poder y gloria. Cristo es designado como «Hijo de Dios con poder». Esta designación que Cristo adquiere viene por la resurrección, y la resurrección da una acción de poder y gloria.
«Según el Espíritu de santidad» La interpretación es que el Espíritu Santo es el «marco», la «esfera» y el «ambiente» al cual Cristo es introducido. Este es el modo de existir de Cristo posterior a su resurrección. Es descrito como uno que es «según el Espíritu de santidad». El Espíritu es ahora el vehículo, el modo de su nueva posición como Señor. Este nuevo ambiente, la teología reformada lo llama la «Nueva Creación» Cristo es el «Nuevo Hombre» y con él empieza la «Nueva Creación» Nueva Creación significa que Dios vuelve a hacer al ser humano nuevo. Cristo es el «Nuevo Adán» (Romanos 5:18,19) Cristo, entonces, por la resurrección operada por el Espíritu Santo, pasa a ser eterno, poderoso, glorioso, santo, distinto como ser humano. La resurrección es, según Pablo, el ingreso de Cristo a una «nueva era» caracterizada por la posesión y el ejercicio de un singular poder sobrenatural llamado Espíritu Santo. Bien se puede decir, que el Espíritu Santo sostiene a Cristo en la «nueva creación», y el mismo Espíritu Santo inaugura la vida de resurrección, la nueva vida.
La resurrección es, según Pablo, el ingreso de Cristo a una nueva era caracterizada por la posesión y el ejercicio de un singular poder sobrenatural. Bien se puede decir de esto, que si el Espíritu Santo sostiene a Cristo durante esta nueva creación, el Espíritu mismo debe haber inaugurado también la vida de resurrección de Cristo. En Romanos 8:11 se afirma que el «mismo» que levantó a Cristo también levantará a los creyentes «por su Espíritu que mora en ellos.» No cabe duda que si los creyentes han de ser levantados por el Espíritu Santo, se puede inferir que el espíritu Santo también levantó a Cristo de entre los muertos para introducirlo a un nuevo ambiente.
Revelado en la Carne
La resurrección de Cristo anuncia el comienzo de la nueva creación. Las epístolas paulinas se basan en una predicación que anuncian la tradición apostólica a las iglesias. No enfatiza una predicación en la obra terrena de Cristo, sino más bien hace alusión directa o indirectamente a dichos de Cristo.
Pablo enfoca la vida y venida de Jesús de un punto de vista «histórico-redentor». Caracteriza la vida de Jesús antes de la resurrección, como una existencia según la carne, o en la carne. La revelación de Cristo se manifiesta en la carne, es decir, acepta el modo de existencia del mundo terreno. Esto quiere decir que Cristo vino a un mundo, o mejor dicho, a un estado humano débil y perecedero, pero sin ser partícipe del pecado del género humano.
La vida anterior a la resurrección de Cristo y lo que ha de ser adorado, es el Cristo revelado en la carne. Esto lleva a decir que la muerte de Cristo, revelado en la carne, es el momento crítico de la «vieja era», ya que la resurrección es el comienzo de la «nueva creación». Para el apóstol Pablo, este es el punto de orientación, el cual desea que todos los creyentes apunten hacia él. Comenzando esta nueva creación, ha terminado el EON del dominio único de la carne, y se ha entrado en el EON de existencia del Espíritu Santo, es decir, al dominio del Espíritu pertenece la Iglesia como comunidad y el creyente convertido como individuo.
Los términos «carne» y «espíritu», apuntan más bien a DOS FORMAS DE EXISTENCIA. La primera, es el viejo EON (era) Está caracterizado y determinado en la carne, que es la Antigua Creación. La segunda, es el nuevo EON (era) Está caracterizado y determinado en el Espíritu, que es la Nueva Creación. Según la contraposición «histórico-redentor», Pablo alude a la vida de Cristo «antes» y «después» de la resurrección, como EON de la Vieja y de la Nueva Creación. Debido a la resurrección de Cristo de entre los muertos, la cual nos introduce en la Nueva Creación, Jesucristo se revela según el Espíritu de santidad como Hijo de Dios con poder. Debido a este hecho trascendental, la Iglesia puede ahora conocer y considerarse unida a Cristo, en virtud de la presencia del Espíritu Santo.
Por lo anterior se entiende que, la Iglesia actual no está en la carne, el Viejo EON, sujeta al mal que reina en esta Vieja Era, sino está en el Espíritu, el Nuevo EON, bajo el dominio de la libertad de Cristo y el poder de Dios.
Otro punto importante dentro del pensamiento paulino es que, no hay que considerar la naturaleza del PNEUMA (Espíritu), como un concepto griego o helenista cristianizado. El trasfondo evidente y natural de la interpretación paulina del PNEUMA es el pensamiento y el lenguaje veterotestamentario. En el Antiguo Testamento el Espíritu tiene su representatividad en el poder creador y recreador de Dios que gobierna el mundo y la historia teleológica. El concepto paulino de PNEUMA hay que entenderlo como un don del tiempo escatológico. Para apreciar en profundidad esta idea, remito al lector a leer el capítulo cinco del texto «La Biblia y el Futuro» de Antonio Hoekema.
Vivir en el Espíritu
Al leer al Apóstol Pablo, encontramos como utiliza ideas que por simple vista reflejan una dialéctica Judía-cristiana. Esta visión se marca entre la Ley y el Espíritu. Echemos un vistazo a esta idea paulina.
La ley es inoperante para la regeneración del hombre. En cambio, el Espíritu es operante eficaz para introducir al hombre a la Nueva Creación. El Espíritu es el que gobierna actualmente el Nuevo EON. Esto lleva al creyente a tomar la actitud de estar abierto al espíritu, dejarse guiar por él y andar en él. El creyente está en la esfera de la nueva soberanía redentora del PNEUMA.
La Iglesia tiene la presencia de Cristo, manifestado a través de la presencia interna del Espíritu. El Espíritu no se manifiesta primeramente a los creyentes, un por uno, para formar el Cuerpo Místico de Cristo (La Iglesia), sino que los que en virtud de la relación corporativa están unidos con Cristo, en quien han muerto y fueron sepultados con El, pueden saberse muertos al pecado (carne) y vivos para Dios (espíritu) Estos son los que están en el Espíritu, estos son los que tienen al Espíritu Santo. A través de esta incorporación al Cuerpo de Cristo, el nuevo ambiente dominado por el PNEUMA, los creyentes ya no están en la carne, sino en el Espíritu. No están bajo la ley y no viven en la ley, sino bajo el Espíritu y en el Espíritu.
El sentido de esta nueva era de libertad, no significa que hay una línea subjetiva, sino que la libertad que tenemos nos libera de la escritura en la tabla de piedra, donde el hombre estaba atado a sus propios esfuerzos. Las demandas de esta ley sólo pueden ser cumplidas por los que no andan según la carne, sino según el Espíritu. El PNEUMA es el que escudriña la profundidad de Dios, para dársela a la Iglesia, y para que esta conozca lo que Dios a revelado. De esta forma se establece la acción del Espíritu en la vida individual y corporativa, o en la Comunión de los Santos.
Conclusión
La visión y enfoque reformado ortodoxo de la Pneumatología es estrictamente bíblico y si queremos ser más específicos, la Pneumatología reformada tiene una fuerte base en el pensamiento del Apóstol Pablo. En este enfoque, la Iglesia siempre será vencedora y el creyente un vencedor. Esto en razón de vivir en una atmósfera donde el Espíritu Santo, vicario de Cristo, nos dota de poder para vencer la tentación y el pecado. El ejército chileno tiene el lema: «Ejército de Chile, siempre vencedor, jamás vencido» Justamente eso produce el Pnema en el Cuerpo de Cristo. La Iglesia de Cristo jamás será vencida, sino al contrario, siempre vencedora porque tiene la presencia del Espíritu Santo. Estamos viviendo en el Espíritu y no en la carne. Esto no significa experiencias subjetivas y extravagantes, sino seguridad y fidelidad en lo que Dios ha prometido: el perdón de todos nuestros pecados, la salvación eterna y el ser declarados hijos de Dios con poder. La presencia del Pneuma es salvación y vida nueva. Somos llamados nuevas criaturas, no se nos llama a ser criaturas ditirámbicas.
Dios les bendiga.