Por César Rodriguez
Reforma Siglo XXI, Vol. 7, No. 1
¿Es posible que el Cuerpo de Cristo, al igual que el cuerpo físico, también presente deformaciones en su crecimiento, tales como: hidrocefalia, gigantismo, acromegalia… ?
Hidrocefalia es la desproporción entre el tamaño de la cabeza y el resto del cuerpo. Cristo es la Cabeza del Cuerpo y éste debe crecer cónsono con su Cabeza. Gigantismo: Es el que presenta una persona con un estatura mayor a la estatura normal del resto de las personas. Este tipo de gigantismo es el que puede sufrir el pastor cuando por ejemplo, crece mucho intelectual o teológicamente con respecto al resto de los miembros quienes, ante él, lucen como enanos (como Gulliver en la isla de Liliput). O también cuando cae en la pastorcracia. Y es que así como el Papa Inocencio III creó la “Teocracia Pontificia”, así mismo en América Central y del Sur se ha sentido el efecto de “Teocracias Pastorales” y de “Teocracias Misioneras” que han impedido el sano desarrollo de muchas iglesias. Hombres que han visto a la iglesia más como una sierva de sus propios intereses que como aquella a la que se debe servir. Y esto nos llama a mantenernos alertas ante esta actitud peligrosa en la que cualquiera de los ministros podemos caer, pues está arraigada en el corazón mismo de nuestra naturaleza caída. Cualquier ministro que no se vea como un siervo de los santos para prepararles para la labor que cada uno de ellos tiene que realizar, corre el riesgo de hacerse, no siervo sino señor de la grey, lo cual el apóstol Pedro advirtió que puede suceder (1Pe 5). Y por último, Acromegalia la cual, aunque es sinónimo de gigantismo, se refleja, más en la desproporción del tamaño de determinados miembros del cuerpo, por ejemplo, manos más grandes de lo normal. En la iglesia también se ven miembros que crecen más que los otros, pero que no cooperan para que el resto de los miembros también se desarrollen.
En Julio del año pasado se celebró el II Encuentro Binacional de Jóvenes Reformados (con la participación de jóvenes de Venezuela y Holanda. El primero fue con jóvenes de la Iglesia reformada en Curazao). De este encuentro los jóvenes salieron con una noción clara de que todos los cristianos (jóvenes o adultos, hombres o mujeres) tenemos una profesión común: siervos de Dios. Que hemos sido llamados por él, no sólo para ser salvos, sino para ser co-obreros Suyos en la edificación de su Iglesia. Y además, que todo edificador necesita saber dos cosas elementales: En primer lugar, cómo planificar para el trabajo (por ejemplo, cómo administrar fielmente los recursos dados por Dios para la obra del ministerio o mayordomía y, en segundo lugar, cómo participar activamente en el trabajo de edificación). En Venezuela hemos comenzado a visualizar una iglesia participativa. EL MINISTERIO DE TODOS LOS SANTOS.
Pero también debemos estar conscientes que así como Esdras y Nehemías enfrentaron enemigos que se oponían al trabajo de reedificación en Jerusalén, igualmente hoy en día hay, aparte de las destructivas “pastorcracias” arriba mencionadas y de los poderes y consejos malignos contra la Iglesia (Mt 16:18), hay otras amenazas que también se oponen a la obra de edificación: Individualismo, Secularismo (funcionar según las normas del mundo) y la Indiferencia.
¿Puede, quien esté centrado en sí mismo, participar de una labor en la que hay que considerar al otro más importante que uno mismo? No. Esta es una labor en la que el edificador debe considerarse siempre el número tres. Nunca el Uno, que es Cristo ni tampoco el dos, que es el otro, sino el tres.
En cuanto al secularismo, la Escritura advierte que quien edifique sobre la base de la sabiduría de este mundo corre el riesgo de destruir el templo de Dios y que por lo tanto tal persona tiene que ser destruida. (1Cor 3:17-21ª).
Y por último, ¿hay, en la labor de edificación, lugar para la indiferencia? ¿Existe un término medio entre edificadores y destructores? Textos como los siguientes afirman lo contrario:
Mt 25:24-30 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente
Lc 11:23 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
Jn 1:25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
Mt 7 El que edifica sobre la arena, sufrirá pérdida
Mt 25:27-30 … debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses. ‘Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil. Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes. (NVI)
¿Qué entiendes, pregunta el Catecismo de Heidelberg (pregunta #55), por la ‘Comunión de los Santos’?; y la respuesta dice:
Primero: Que todos y cada uno de los creyentes como miembros de esta comunidad participamos de Cristo y de todos sus tesoros y dones
Segundo: Que cada miembro debe considerar su deber de usar estos dones con solicitud y con agrado para el servicio y enriquecimiento de los otros miembros. Cada miembro de cada iglesia debe crecer proporcionalmente contribuyendo a la edificación de los otros miembros.
Es para lograr ese crecimiento armonioso para lo que necesitamos desarrollar iglesias participativas. Iglesias en las que todos sus miembros (adultos, jóvenes y niños de ambos sexos) tengan acceso, según sus dones, a todas las áreas ministeriales de la iglesia, conservando la unidad del Cuerpo en Fe y Práctica”. Para lograr esto es para lo que existen los ministerios oficiales. Pero ojo, no por ser los ministros oficiales son los únicos ministros. El Catecismo pregunta: ‘¿Por qué te llaman cristiano?’. La respuesta dice que: ‘es por ser miembros de Cristo y participantes de su unción por lo que somos también participantes de sus tres oficios de Profeta, Sacerdote y Rey’ (pregunta #32). John Stott, en su comentario a la carta a los Efesios declara que “Los reformadores recuperaron esta verdad: EL SACERDOCIO DE TODOS LOS CREYENTES,” y afirma que en nuestros días debemos recuperar esta otra: EL MINISTERIO DE TODOS LOS SANTOS. Pero yo creo que lo que Stott plantea separadamente: el sacerdocio de todos los creyentes y el ministerio (Diakonía) de todos los santos, en realidad es lo mismo, porque Dios se agrada de sacrificios como éstos: de hacer bien y de ayudarse mutuamente (He 13).
Así que digámoslo una vez más: Los ancianos docentes (o pastores) somos los primeros responsables en promover esto, pues es para ello para lo que fuimos dados a la iglesia por el Cristo exaltado. Es decir, para que los santos sean debidamente entrenados en saber cómo ser productivos en su servicio de edificación del Cuerpo de Cristo. Es vital que los pastores preservemos la perspectiva de nuestro ministerio, manteniendo siempre conectados los versículos 11 y 12 de Efesios 4.
Pero otro factor que ha permitido esas deformaciones y abusos de iglesias es que edificamos aislados los unos de los otros. En Efesios y Colosenses leemos acerca de articulaciones y ligamentos en el Cuerpo de Cristo:
Efesios 4:16: Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.,
Colosenses 2:19: …no se mantienen firmemente unidos a la Cabeza. Por la acción de ésta, todo el cuerpo, sostenido y ajustado mediante las articulaciones y ligamentos, va creciendo como Dios quiere.
En el sistema óseo de nuestros cuerpos, los ligamentos cumplen el papel de fortalecer, estabilizar y limitar los movimientos en nuestras articulaciones. Eso es verdad tanto en el cuerpo físico como en el Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, estamos en la necesidad tanto de articularnos (a niveles local, nacional e internacional) como de determinar la cantidad de ligamentos que tenemos en común quienes edificamos en la Iglesia Reformada (además de las confesiones y el Orden Eclesiástico) y fortalecerlos.
Quiero aprovechar la oportunidad de este artículo en esta revista que sirve a las iglesias en América Latina, para comenzar a presentar la idea de la creación de una Red de Edificadores de la Iglesias Reformadas que nos ayude a articularnos cooperativamente. Dice en el libro de Nehemías: …la tarea es grande y extensa, y nosotros estamos muy esparcidos en la muralla, distantes los unos de los otros (4:19 NVI). Así mismo sucede con los diferentes líderes y miembros que edificamos iglesias reformadas en diferentes países, estamos distantes los unos de los otros. Hoy en día ha tomado mucho auge el concepto de “Redes Sociales”.
La característica principal de una red es que une o interconecta elementos (personas, instituciones) que compartan vínculos (ligamentos) comunes. Aunemos esfuerzos para unirnos más y edificar más efectivamente sabiendo que a todos cuanto se han propuesto y se proponen dedicar su vida al servicio del Señor en la edificación de su Iglesia les espera grande recompensa: Al que es fiel en lo poco se le confiará lo mucho. …la obra no es en vano en el Señor (1Cor 15:58). El Señor no es injusto para olvidar el trabajo de amor que han mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aun (He 6). Por lo tanto, para el servicio de pastores y maestros fieles, nuestro lema es…
(Neh 2:18)