¿EL REINO DENTRO?

Por Peter Jones

Reforma Siglo XXI, Vol. 7, No. 2

Recientemente recibí un mensaje por correo electrónico muy perspicaz. Comenzaba así, “Apreciado Dr. Jones, usted hace una distinción muy grande entre el monismo y el teísmo, entre entender a Dios como la fuerza divina en el mundo y Dios como el Creador trascendente por encima de él. Pero me parece,” continuaba la nota, “que Jesús era un monista, porque él dice claramente en Lucas 17:21, ‘el reino de Dios está entre vosotros.’”

Hay solamente tres textos en la Biblia que parecen dar crédito a esta interpretación – éste de Lucas 17:21, 2 Pedro 1:4 y Juan 10:34. Trataré con los últimos dos en próximas ediciones.

La gente usa Lucas 17:21 como una carta de triunfo en contra del Evangelio. Ya en el siglo segundo el Evangelio Gnóstico de Tomás registra a Jesús declarando que “el reino de Dios está entre (dentro) vosotros.” El Jesús de los Gnósticos enseña acerca del “reino” de la misma manera en que un gurú enseñaría acerca de la espiritualidad – como símbolo del potencial interno del hombre. En una expresión más radical del Gnosticismo, los Naasenos, quienes adoraban la serpiente de Génesis (naas es serpiente en Hebreo), interpretaban este texto como significando la presencia innata del “poder de la serpiente” enrollada en la base de la columna vertebral, como en el yoga Hindú llamado kundalini.

En la Biblia, el reino no se halla “dentro de vosotros” como una posibilidad humana – ¡se encuentra de manera particular únicamente en Dios! El Creador trascendente establece a los seres humanos como vice-reyes sobre el reino cósmico que Él ha creado. Por consiguiente, Dios, no la humanidad caída, establece a Israel como un “reino de sacerdotes” (Deuteronomio 19:5-6). Es Dios quien promete un reino final que no caerá ni tendrá fin. El nacimiento de un niño, cuyo nombre será “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” marcará el comienzo de un “reino de justicia (Isaías 9:6-7), … [que] “permanecerá para siempre” (Daniel 2:44).

Si queremos entender lo que Jesús quiere dar a entender por medio del término reino, es el Antiguo Testamento, no la sabiduría de las religiones no-Cristianas, el que provee un contexto para Lucas 17:21. En el texto la preposición Griega “entre” es ambigua. Puede significar “dentro,” en el sentido de algo interno, o “en medio de,” como un lago en medio de un bosque. El significado específico debe decidirse por el contexto.

En Lucas 17 Jesús está discutiendo sobre el reino en contra de sus oponentes, los Fariseos. Ellos demandan, de manera escéptica, señales extravagantes como prueba de que Jesús es auténtico y que el reino ha venido (versículo 20). Por demandar tales señales Jesús llama a estos mismos Fariseos “una generación mala y adúltera” (Mateo 12:38). Jesús no le puede estar diciendo a esta “generación mala y adúltera” (quienes ya habían determinado en sus corazones matarle – Marcos 3:6), cuán espirituales son al poseer el “reino dentro.” Lejos de poseer una profunda espiritualidad interna, los Fariseos, al rechazar la validez de la actividad de Jesús, están demostrando una ceguera espiritual deliberada. En el siguiente versículo Jesús les dice a sus discípulos que la ceguera del tiempo actual es como la ceguera del tiempo futuro. “Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.” Una ignorancia similar se halla en los ojos de la gente del tiempo de Jesús.

Para aquellos que tienen ojos para ver, Jesús está revelando el misterio de la presencia del reino largamente esperado (Marcos 4:11). Aunque los líderes Judíos no lo ven, el reino ha venido y está presente entre ellos, justo bajo sus narices, porque Jesús, el Rey, Dios en la carne, está presente entre ellos.

A la luz de este contexto, la frase debiese traducirse: “el reino se halla en medio vuestro,” como Jesús dice sin ambigüedades en otra parte: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mateo 12:28). No encontramos el reino dentro de nosotros. Viene sobre nosotros en la acción de Dios por medio de Jesús.

“He llegado a darme cuenta,” admitió quien me había enviado el mensaje, al escuchar mis argumentos sobre el pasaje, “que prefiero ser un monista pagano.” Aunque criado en una “familia tradicional,” encontró que el monismo era más de su agrado. Para él, la Biblia no era decisiva. Pero para aquellos que desean fundamentar sus vidas en la Escritura y en la obra salvadora y llena de gracia de Dios, el significado de esta frase es sumamente decisivo. Aunque sugiere superficialmente una noción monista de la espiritualidad, esta enseñanza de Jesús en realidad enseña exactamente lo opuesto. El ir “hacia adentro,” hacia el interior de uno, no producirá el reino sino ceguera espiritual, pues nuestros corazones son “engañosos más que todas las cosas, y perversos” (Jeremías 17:9). El reino se halla entre nosotros solo porque Dios, en amor y condescendencia, vino a buscarnos en la persona de su Hijo. Jesús el Rey, por su vida y muerte a favor nuestro, provee la entrada hacia el reino de Dios. Esta verdad es la que Jesús afirma con claridad en Juan 14:6, “Nadie viene al Padre [y entra al reino] sino por mí.”

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