Por Augustus Nicodemus Lopes
Reforma Siglo XXI, Vol. 8, No. 2
El liberalismo teológico nació, se alimentó, y vivió como parásito, usando el cuerpo, las energías, los recursos y la vida de las organizaciones eclesiásticas fundadas y financiadas por conservadores. Los primeros liberales eran ministros de denominaciones conservadoras – aunque ya eran minadas por las ideas del Unitarismo y de la Ilustración. Los liberales recibían su sustento de estas denominaciones confesionales, y también respeto. Aunque los liberales habían cambiado sus creencias, no encontraban otro cuerpo que los alimentara. No tenían a donde ir.
El liberalismo nunca plantó iglesias, nunca aumentó el número de miembros, y nunca ayudó el estado financiero de las iglesias. Sólo logró reproducir otros liberales, lo cuales a su vez necesitaban también sobrevivir. El liberalismo teológico siempre tuvo que hallar un huésped de quien pudiera chupar sus energías hasta que este mismo muriera, drenado de vida. Hoy estamos presenciando las últimas pataletas fatales de las denominaciones históricas en Europa y Estados Unidos que en días pasados dieron abrigo a estos parásitos.
El liberalismo sobrevivió a costas del esfuerzo misionero, del celo expansionista y del sacrificio financiero de los Cristianos bíblicos, quienes fundaron iglesias, crearon organizaciones, recogieron fondos para las misiones, abrieron escuelas teológicas – todas ellas siendo ocupadas después por los liberales. Sé que esto no ocurrió de un día para otro, y que hubo un proceso durante el cual las doctrinas fundamentales del Cristianismo histórico venían siendo erosionadas lentamente en estas denominaciones. De cualquier forma, el liberalismo ya desarrollado no fundó nuevas denominaciones, no abrió nuevas iglesias, no inauguró nuevos campos misioneros y no abrió nuevas escuelas. No conozco ninguna carrera de teología hoy en Estados Unidos o en Europa que sea liberal y que funcione en una universidad que fue creada por liberales. Harvard, Union, Princeton, Yale, Amsterdam, Oxford, etc. – todas fueron creadas por conservadores de las diferentes lineas doctrinales. En Brasil, las denominaciones que nacieron como fruto de las disidencias liberales en contra de iglesias conservadoras, son prácticamente inexpresivas excepto cuando salen en las noticias por algún escándalo.
El carácter parasitario del liberalismo teológico se debió al hecho de que los liberales no creen en el evangelismo y las misiones. Creen en hacer obras sociales, en enseñar a las personas a cultivar las tierras, y organizarse políticamente contra la opresión, a abrir pozos, etc. Y aunque estas cosas sean loables, no producen nuevas iglesias, no aumentan el número de creyentes comprometidos y no traen retorno financiero. Los liberales siempre necesitan un huésped para sobrevivir mientras llevan adelante su agenda. Se nutren chupando la herencia organizacional eclesiástico-financiero de Calvino, Lutero, Wesley y de los puritanos.
El liberalismo falleció, históricamente, con el advenimiento del pos-modernismo y por la evidente falta de resultados académicos y eclesiásticos. Pero, como virus mutante, se transfiguró en el neo-liberalismo. Aunque diferente en muchos aspectos del antiguo liberalismo, el neo-liberalismo conserva el carácter parasitario. Los neo-liberales no saben en que creen, dudan de la autoridad de la Biblia, están medio perdidos sin referencia histórica y teológica. Es por esto que los pastores neo-liberales difícilmente logran fundar nuevas iglesias, traer a los pecadores a Jesucristo, aumentar el número de miembros, abrir frentes misioneros y mejorar las ofrendas de las iglesias. Necesitan buscar un huésped en algún cuerpo eclesiástico del cual sacar su sustento, mientras se quedan reflexionando e intentando descubrir lo que creen.
Uno de los secretos de la supervivencia del parásito es la imitación. El parásito logra imitar el ambiente en que se encuentra para pasar desapercibido. De esta manera un neo-liberal puede ‘volverse’ fundamentalista, conservador, Reformado, pentecostal, y aún liberal – dependiendo de la necesidad del momento. Y tal vez es esto que hace que los neo-liberales sean más peligrosos que los viejos liberales.
Debido a la dificultad de extirpar los parásitos que tienen poderes de imitar, poca esperanza queda fuera de esperar la muerte del huésped, lo cual representaría también la muerte del parásito – aunque no siempre. Pastores neo-liberales brincan de iglesia local a iglesia local, dejando detrás de ellos una historia de comunidades drenadas, confundidas y cicatrizadas.
Yo sé que los neo-liberales no son los únicos parásitos en el Cuerpo de Cristo. Los pastores Reformados ineptos pueden tener el mismo efecto en la práctica. Pero estos casos siempre serán una distorsión del ministerio pastoral Reformado, mientras que los neo-liberales simplemente serán ellos mismos.