Por Alexander Mercado Collante
Reforma Siglo XXI, Vol. 10, No. 1
Los fines de año siempre se caracterizan por las evaluaciones de todo lo que sucedió durante los doce meses, ejemplo de esto son las empresas quienes piden a sus gerentes informes sobre las ventas, cumplimiento de metas y hasta intentan adelantarse a lo que serán las tendencias de sus productos en el mercado para el siguiente año. La iglesia del Señor no escapa de esta inclinación a evaluarlo todo, y es por esto que al encontrarnos en el último mes de 2006, nos vemos en la obligación de revisar cual ha sido nuestro rol en medio de un mundo altamente religioso, pero muy poco cristiano.
En primer lugar tenemos que aceptar que aunque nuestras iglesias, aquellas que practican el cristianismo bíblico e histórico (léase reformadas), si bien no se han llenado de nuevos creyentes, no por esto han sucumbido ante la creciente oferta del evangelio mercantil que se difunde a través de los medios de comunicación masivos, por el contrario, se ha levantado la voz en contra de quienes son capaces de decir cualquier cosa con el sólo propósito de tener sus edificios llenos de in-conversos, que el único fruto que pueden dar es dinero para ayudar a mantener el altísimo nivel de gastos que tienen la mayoría de estos “profetas”. Lo importante no es atraer a cientos de personas bajo el slogan “Cristo te ama”, sino, predicar el mensaje de arrepentimiento que aunque humilla el corazón orgulloso, es el único genuino que nuestro Señor Jesucristo nos ha ordenado proclamar.
Un segundo punto a evaluar, es la calidad de la enseñanza bíblica, frente a los desafíos de la posmodernidad. Mientras la interpretación de la Escritura, pareciere haber sido quitada de manos de cristianos piadosos y bien preparados académicamente, y trasladada a filósofos, psiquiatras, psicólogos, administradores de empresa, economistas, en fin toda una serie de profesionales, que no dudamos que tengan éxito en la práctica de sus labores habituales, pero en lo que se refiere a la recta interpretación de la Palabra de Dios, han fracasado rotundamente y además confundido a la última generación de creyentes. En un mundo en donde escasean los absolutos, y predomina lo relativo, se les ha dado demasiadas alas a estos torpes interpretes, para que opinen sobre temas que no conocen, trayendo condenación a las vidas de muchos hombres. La iglesia que ama a Dios y Su Palabra, tiene una gran deuda en lo referente a combatir los movimientos posmodernos desde las aulas de los seminarios.
En tercer lugar, y para no ser monotemáticos, dejamos los siempre peligrosos movimientos de la confesión positiva y la prosperidad. Alguno podrá afirmar que estas creencias deberían incluirse como parte del punto anterior en donde hablamos de la posmodernidad, sin embargo, la fuerza que toman estas dos expresiones de la ambición humana, requieren que se evalúen como un punto y aparte. Cada año que pasa los métodos para quitarles el dinero a los impíos que asisten a las iglesias y a los cristianos que son engañados, se refinan más, ya no sólo están las promesas de bendiciones materiales relacionadas con el dar los diezmos y las ofrendas, sino que además, se han venido agregando nuevas “revelaciones” como el entregar el uno por ciento (1%) de aquello que deseas, o pagarle a Dios un porcentaje de aquello que “por fe” la persona va a recibir. Consideramos que las iglesias cristianas verdaderas tienen en la recta interpretación de las Escrituras un arsenal de enseñanzas que permiten destrozar sin miramientos los postulados materialistas de estos maestros del error. Falta hacer más amistades con creyentes que asistan a estos lugares y enseñarles las verdades bíblicas, para que estos a sus vez las enseñen a otros y podamos hacer una cadena que amarre con fuerza las alas de los dragones y cierren sus bocas.
Los exámenes que tienen que ver con la situación de la iglesia, practicados por hombres piadosos, siempre han arrojado diagnósticos acertados aunque no siempre las soluciones han sido las mejores, los profetas, inspirados por el Espíritu Santo mostraban continuamente al pueblo de Israel, cual era su verdadera condición espiritual, no importaba tanto su estatus de vida, sino la relación con nuestro Dios; en el libro de Habacuc, vemos a un hombre que sufre ante las injusticias y el aparente triunfo de la maldad sobre la justicia, empero, más allá del dolor del profeta, la santa respuesta le lleva a comprender una de las verdades más hermosas relacionadas con la fe salvadora, pero también con la soberanía de Dios y el cuidado providencial que el Señor tiene sobre aquellos que ha escogido.
Hoy en día debemos tener presente que no estamos solos, Dios mismo está con nosotros, y a diferencia de aquellos profetas que deambulaban por los desiertos perseguidos por hombres depravados y sin temor de Dios, contamos con el apoyo en oración de miles de hermanos en el mundo que también sufren a causa de la maldad y la confusión tan destructiva que viene afectando a la iglesia. En la época del profeta Elías, el testimonio del Señor fue confirmado a través de siete mil hombres que no doblaron sus rodillas ante Baal, casi dos mil años después, el fuego del evangelio se avivo mediante hombres como Lutero, Calvino y Zwinglio, en el siglo XXI, cuando aun se está reformando la casa de Dios, debemos recordar que la necesidad del movimiento de reforma es una petición bíblica e histórica y que jamás los creyentes podremos ser inferiores al desafío que el mundo nos lanza, pues aunque seamos pequeños, Dios dirigirá la piedra a la frente del gigante y cuando esté en el suelo, corramos a cortarle la cabeza y exhibámosla para que todos sepan que hay Dios en Israel.
En la actualidad el hermano Alexander Mercado Collante se desempeña como pastor de la Iglesia Bautista Reformada en Barranquilla, colabora como docente en el Seminario Teológico Reformado y En el Seminario San Agustín de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa.