Por Guillermo Green
Reforma Siglo XXI, Vol. 15, No. 2
Parece que Guillermo Maldonado sabe más de prostitutas que de Dios. En una predicación extremadamente confusa, Maldonando afirma que las prostitutas se venden por dinero, pero que ninguna mujer decente abre las piernas (sus palabras, ¡no las mías!) sin un compromiso de su hombre. Después afirma que “así es Dios, que no entra sin compromiso”. La nefasta confusión de Maldonado es imperdonable para un predicador. En la biblia nunca se contrasta a Dios en ningún contexto con prostitutas o esposas. Su pueblo siempre es su esposa, y Dios es el marido. Además, es obvio que la desorbitada confusión de Maldonado brota de su alocada obsesión con el dinero. Para este falso profeta “pacto” y “compromiso” están estrechamente relacionados con dar dinero, y obviamente no le importa hacer analogías que sean fieles a la biblia. Esta confusión relacionada al sexo no se limita a Guillermo
Maldonado, sino que afecta a su esposa también. Ana Maldonado nos informa que el nombre de Dios “El Shaddai” significa “las tetas de Dios”. A pesar de que los traductores judíos de la Septuaginta tradujeron este vocablo hebreo como Dios todopoderoso, Ana Maldonado hoy nos ilumina con la revelación que Dios es Padre y Madre con tetas tan grandes como esas bolas de ejercicio, entre las cuales podemos refugiarnos como los infantes que buscan mamar. Es más, ella dice que no obstante una mujer esté casada, su verdadero refugio es en los pechos de su Madre (¿la diosa?).
No nos alcanza ni papel ni tiempo para repasar el chorro constante de la alcantarilla contaminada por los falsos profetas en América Latina. Ana Méndez promueve no sólo un nuevo medio de la gracia, sino un nuevo medio de revelación de Dios —el “arte profético”—.Con una fantástica mezcla iconoclasta de magia, misticismo y ocultismo, Méndez lucra con el dinero de los ignorantes. Cash Luna maltrata en culto público a quienes no se sujetan a sus hipócritas manipulaciones. Y así continuamos la larga y cansada historia del cumplimiento de palabras proferidas hace 2000 años:
Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la conde- nación no se tarda, y su perdición no se duerme (2 Pedro 2:1-3).
Lo que aquí nos conscierne no es el cumplimiento de las palabras de Pedro. Los que creemos en la divina Palabra de
Dios sabemos que se cumplirán todas sus palabras. Es patente para cualquiera con ojos que se sigue cumpliendo la advertencia del apóstol en nuestros días:
“… habrá entre vosotros falsos maestros” (vs 1) “… negarán al Señor que los rescató…” (vs 1) “… muchos seguirán sus disoluciones” (vs 2)
“(por su causa)… el camino de la verdad será blasfemado” (vs 2)
“… por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas”(vs 3)
No debe sorprender el carácter grotesco de las blasfemias atrevidas que fluyen en cada predicación de estos ángeles oscuros. Eso no es lo sorprendente. Eso es lo normal. Sus corazones y palabras son encendidos por el infierno, y no pararán hasta que el Señor de señores los pare con la espada de su boca. El creyente bíblico sabe y espera que habrán falsos profetas, como siempre ha habido (2 Pedro 2:1).
Lo asombroso y lo verdaderamente trágico es la cantidad de “evangélicos” que no sólo toleran, sino adulan, siguen, aplauden y pagan a estos mercaderes de la religión. Y lo más asombroso y aún más trágico es la cantidad de pastores y líderes que se mantienen mudos mientras lobos sanguinarios despedazan el rebaño.
- La falta de discernimiento bíblico
El médico que diagnostica mal los síntomas de una enfermedad, no podrá hacer nada por ayudar a su paciente. El pastor que no puede discernir los males que afligen a su congregación no debe estar en el púlpito. Hoy hay una peste peor que la peste bubónica que arrasó con la tercera parte de Europa en los años medievales. La peste bubónica mató al cuerpo, pero la peste herética está matando el alma de miles, llevándolos cada día más cerca del infierno.
El Espíritu Santo habló por medio de Santiago, diciendo que no muchos se hicieran maestros, porque él que enseña es doblemente responsable y recibirá mayor condenación si guía a otros por mal camino (Santiago 3:1). Aquí no estamos hablando de los Maldonados o las Ana Méndez. Estamos hablando de los miles de pastores que si bien no siguen a los falsos maestros, se mantienen callados, y permiten que los miembros de su iglesia escuchen y crean las fantasías demoniacas de los herejes, u otras fantasías. No sólo los “apóstoles y profetas” de hoy se han desviado de la sana doctrina. Todavía está con nosotros el viejo liberalismo, siempre intentando camuflar su veneno con pieles de oveja. El punto importante aquí es que el discernimiento y la responsabilidad van juntos en la labor pastoral.
La Biblia está llena de instrucciones para discernir la falsa enseñanza. Desde el primer momento en que Dios reunió a su pueblo, le dio instrucciones sobre los falsos profetas (ver Deuteronomio 13:1-5; 18:20-22). Los profetas verdaderos de Dios siempre luchaban contra los falsos profetas (ver como ejemplo Jeremias 23:28-33). Tenemos un capítulo entero en el que Jesús desenmascara y condena los engaños de los falsos maestros de su día (Mateo 23). Y Pablo prepara a Timoteo y a Tito para reconocer a los impostores religiosos (ver 2 Timoteo 3; Tito 1:10-16).
Tengo una pregunta para cada líder que lee esto, y considero que es imprescindible que responda para que esté calificado a guiar a una congregación: ¿Quiénes son los falsos maestros que podrían influir negativamente a tu congregación? Cuáles son sus nombres, y dónde predican? Parte de la labor del “pastor” de ovejas es guardarlas de los lobos. Dios nos ha dicho desde el principio de su revelación hasta el fin que él va a permitir falsos maestros para probar a su pueblo. La falta de discernimiento descalifica a un líder.
2. La falta de valentía
Pero no sólo se requiere discernimiento, sino también la valentía para actuar. Un pastor de ovejas podría discernir bien el lobo, pero tal vez no tiene la valentía para enfrentarlo. Tampoco sirve este tipo de pastor.
Después de que Pablo revela a Timoteo las herejías que abundarán en los postreros tiempos, le hace un encargo santo:
Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio (2 Timoteo 4:1-5).
Tal vez muchos pastores no han meditado de cerca sobre este encargo. El término que Pablo usa, traducido por te encarezco, es un término fuerte. Tenemos el mismo término en Lucas 16:28, cuando el rico en el infierno le suplica a Abraham que “advierta” a sus hermanos, y su tono es sumamente urgente. Va más allá que “avisar”. Tiene la conotación de “advertir bajo juramento solemne”. Este es el sentido en que lo usa Pablo. El apóstol pone bajo juramento a Timoteo para que haga lo que le encarga. Y el encargo de Pablo es precisamente predicar fielmente la Palabra de Dios en medio de falsos maestros, falsos evangelios y multitudes con comezón de oír.
Todo predicador está bajo juramento. Dará cuentas a Cristo un día. Cuando instalan al presidente de un país, toma un voto de gobernar honestamente en favor de su país. Pero los predicadores estamos bajo un juramento mil veces más solemne. El Rey de reyes y el Señor de señores nos llamará a cuentas en el día final, porque todos estábamos advertidos de nuestra tarea y de los peligros que enfrentaríamos. Ninguno tendrá excusa.
Siendo la tarea una que incluye enfrentar multitudes que darán oído a “fábulas”, que no oirán “sana doctrina”, quienes amontonarán falsos maestros conforme a “sus propias concupisciencias”, se requiere un carácter de firmeza, constancia, y valentía. Es triste admitir que en los 25 años que tengo de pastorear, he visto muchos cobardes y pocos valientes.
3. “Dime con quien andas y te diré quien eres”
El dicho todavía tiene mucho de verdad. Los hechos hablan más que las palabras. No podemos servir a dos señores: o servimos a la verdad, o servimos a las fábulas, las mentiras y las herejías. La obra del ministerio es demasiado importante como para andar con paños tibios, indecisos, tratando de mantener amistades que nos dañan a nosotros y dañan al pueblo de Dios.
Mi amigo tiene una motocicleta, y seguía quemando una de las luces todos los días. Revisamos todo, pero no encontrábamos ningún daño. Sugerí que comprara una luz en otra tienda de repuestos, tal vez de otra marca. ¡Santo remedio! El problema no era la instalación de la moto, sino luces de calidad inferior.
Muchos pastores tratan de arreglar problemas en su congregación con una luz de inferior calidad. Enfrentan desánimo, o falta de compromiso, o pleitos entre hermanos, y aplican un remedio barato. Los falsos evangelios hoy son como las luces baratas —abundan pero no sirven—. Sólo la luz brillante del verdadero Evangelio cumplirá la voluntad de Dios en su pueblo. Esta luz es tan brillante que alumbra el verdadero pecado, y aplica el verdadero remedio: la obra de Jesucristo en favor del pecador arrepentido.
Y este es uno de los graves problemas hoy. Los falsos evangelios no tratan nuestro problema de fondo: el pecado y nuestra rebeldía contra el Creador. Los falsos evangelios han reducido el pecado a un defecto humanista, tal como “no creer en uno mismo”, o “no pensar positivamente”. Guillermo Maldonado y su índole de mercenarios avaros definen el pecado como “no pactar miles de dólares en mi iglesia para que yo pueda viajar por el mundo”. El liberalismo sempiterno, por su lado, define el pecado como un sentido de culpa compartida por estar maltratando la Naturaleza, o por ser participantes (aunque pasivos) en un sistema capitalista consumista, o por no defender la causa de las mujeres para que se ordenen y puedan llegar a ser mujeres no oprimidas, o por no defender la causa de los homosexuales como seres humanos también, u otra causa que esté de moda en el país. El punto es que todo falso evangelio no toca nuestro problema real: la rebeldía contra el Creador, el deseo de autonomía y la idolatría de nuestros corazones.
Al no tratar el verdadero problema, tampoco se puede aplicar la verdadera solución: “En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Aquí tenemos que hablar de toda la doctrina de la persona y la obra de Jesucristo. Otra vez, la superficialidad está matando aún a las iglesias históricas. No podemos creer que mencionar el nombre de Jesús y pedir que levanten las manos es “predicar a Cristo”. Dios nos dio 66 libros para que entendiéramos muy bien su obra, que es una obra completa, profunda y maravillosa.
4. Una Nueva Reforma
Urge hoy una Reforma de la misma iglesia “evangélica”. Dios no ha cambiado. El Evangelio no ha cambiado. Es la iglesia que constantemente necesita renovar pacto con Dios, retornando al Evangelio puro, no mancillado.
Las confesiones Reformadas son excelentes ayudas para la iglesia de hoy, tales como La Confesión de Fe y los Catecismos de Westminster, o bien el Catecismo de Heidelberg y la Confesión Belga. Pero no hablamos de una mera repetición de sus dogmas, sino una verdadera comprensión y asimilación de las joyas que contienen. Conozco a personas e iglesias “ortodoxas” en su credo, pero muy mal en espíritu. Son como el moribundo en cama, seco, arrugado, no abre los ojos, no come, no se mueve. Está vivo, pero es todo lo que se puede decir. Pronto muere. El sólo hecho de suscribirse intelectual- mente a la fe cristiana no garantiza la salud espiritual.
Hoy hace falta una verdadera Reforma, el tipo de Reforma que inquieta corazones, hace arder la verdad del Evangelio en nuestras vidas, se predica con convicción y ganas de que se sienten, y restaura a la Iglesia a su fundamento. Que a Dios le plazca soplar con su Espíritu en una América Latina asediada y maltratada por las huestes de las tinieblas, y levantar a una Iglesia fiel, firme, digna del nombre “cristiana”, que anuncie con voz clara ¡el nombre de Jesucristo!