Reforma Siglo XXI, Vol. 19, No. 2
El calvinismo general o principal ha afirmado sistemáticamente que la obra redentora de Cristo era definitiva en diseño y cumplimiento: que tenía la intención de dar completa satisfacción por ciertos pecadores especificados, y que efectivamente aseguró la salvación para esos individuos y para nadie más. La salvación que Cristo ganó para su pueblo incluye todo lo relacionado con llevarlos a una relación correcta con Dios, incluyendo los dones de fe y arrepentimiento. Cristo no murió simplemente para hacer posible que Dios perdonara a los pecadores. Dios tampoco deja a los pecado- res el decidir si la obra de Cristo será efectiva o no. Por el contrario, todos por quienes Cristo se sacrificó serán salvos infaliblemente. La redención, por lo tanto, fue diseñada para llevar a cabo el propósito de Dios de la elección.
Todos los calvinistas están de acuerdo en que la obediencia y el sufrimiento de Cristo fueron de un valor infinito, y que si Dios así lo hubiera querido, la satisfacción rendida por Cristo habría salvado a todos los miembros de la raza humana. No se habría requerido más obediencia ni mayor sufrimiento para que Cristo asegurara la salvación para cada hombre, mujer y niño que alguna vez haya vivido, que los requeridos para que él asegurase la salvación solo para los elegidos. Sin embargo, él vino al mundo para representar y salvar solo a aquellos dados a él por el Padre. Así, la obra salvífica de Cristo fue limitada en el sentido de que fue diseñada para salvar a algunos y a otros no, pero no fue limitada en valor, pues fue de valor infinito y habría asegurado la salvación para todos si esta hubiese sido la intención de Dios.
Los arminianos también ponen una limitación en la obra expiatoria de Cristo, pero de una naturaleza muy diferente. Ellos sostienen que la obra salvadora de Cristo fue diseñada para hacer posible la salvación de todos los hombres con la condición de que ellos crean, pero que la muerte de Cristo en sí misma no aseguró ni garantizó realmente la salvación de nadie.
Puesto que no todos los hombres serán salvos como resultado de la obra redentora de Cristo, debe admitirse que hay una limitación. O bien la expiación fue limitada porque estaba diseñada para asegurar la salvación para ciertos pecadores, pero no para otros, o fue limitada porque no tenía la intención de asegurar la salvación para ninguno, sino que fue diseñada solo para hacer posible que Dios perdonase pecadores con la condición de que ellos crean. En otras palabras, uno debe limitar su diseño ya sea en extensión (no fue para todos) o en efectividad (no aseguró la salvación para ninguno). Como Boettner observa tan acertadamente, para los calvinistas, la expiación “es como un estrecho puente que atraviesa toda la corriente, para el arminiano es como un gran puente ancho que va solo a medio camino”.
Jesús salva realmente
Mateo 1:21; Lucas 19:10; Hechos 5:31; Romanos 3:24-25;
Romanos 5:8-9; Romanos 5:10; 1 Corintios 1:30; 2 Corintios5:18-19;
2 Corintios 5:21; Gálatas 1:3-4; Gálatas 3:13; Efesios 1:3-4;
Efesios 2:15-16; Efesios 5:25-26; Filipenses 1:29; Colosenses 1:13-14; Colosenses 1:21-22;
1 Timoteo 1:15; Tito 2:14; Tito 3:5-6; Hebreos 9:12; Hebreos 9:14; Hebreos 13:12;
1 Pedro 2:24; 1 Pedro 3:18; 1 Juan 1:7.
Jesús cumple el pacto eterno
Juan 6:35-40; Juan 10:11; Juan 10:14-18; Juan 10:24-29;
Juan 17:1-11; Juan 17:20; Juan 17:24-26; Romanos 5:12; Romanos 5:17-19; Efesios 1:3-12.
Cómo Jesús murió por “todos” y, sin embargo, por un pueblo en particular
Estos textos hablan de la obra salvífica de Cristo en términos generales: Juan 1:9; Juan 1:29; Juan 3:16-17; Juan 4:42;
Corintios 5:14-15; 2 Corintios 5:18-19; 1 Timoteo 2:4-6;
Hebreos 2:9; 2 Pedro 3:9; 1 Juan 2:1-2; 1 Juan 4:14.
Una de las razones del uso de estas expresiones era corregir la falsa noción de que la salvación era solo para los judíos. Frases tales como “el mundo”, “todos los hombres”, “todas las naciones” y “toda criatura” fueron utilizadas por los escritores del Nuevo Testamento para corregir enfáticamente este error. Estas expresiones pretenden demostrar que Cristo murió por todos los hombres sin distinción (es decir, murió tanto por los judíos como por los gentiles), pero no pretenden indicar que Cristo murió por todos los hombres sin excepción (es decir, no murió con el propósito de salvar a cada uno de los pecadores perdidos).
Estos textos hablan de la obra salvadora de Cristo en términos definitivos y demuestran que estaba destinado a salvar infaliblemente a un pueblo en particular, a saber: los dados a él por el Padre: Mateo 1:21; Mateo 20:28; Mateo 26:28; Juan 10:11; Juan 11:50-53; Hechos 20:28; Romanos 8:32-34; Efesios 5:25-27; Hebreos 2:17; Hebreos 3:1; Hebreos 9:15; Hebreos 9:28; Apocalipsis 5:9.