por César Rodríguez
Reforma Siglo XXI, Vol. 5, No. 2
El texto recibido (Textus receptus) del Credo Apostólico dice: “Credo sanctam ecclesiam catholicam” También en el credo niceno encontramos el vocablo “católica” “Creemos en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica La palabra “Católica” es la combinación del pronombre relativo kata y el adjetivo holos (“Todo”). “Relativo o conforme al todo” “General” “Universal”
“Católica” Siempre se refiere a la totalidad: Totalidad en el tiempo, Totalidad en el espacio, Totalidad en la cultura o Totalidad de la verdad. Cuando hablamos de la catolicidad de la Iglesia, en cuanto al tiempo, nos referimos a la Iglesia de todos los tiempos. Esta catolicidad histórica. Si nos referimos a la Iglesia católica en cuanto al espacio, pensamos en la asamblea del pueblo de Dios a lo largo y ancho del mundo. Esta es la catolicidad ecuménica o geográfica. En el Heidelberg, domingo 21, confesamos que el Hijo de Dios reúne una Iglesia de entre toda la raza humana. Esta es la Catolicidad Cultural. Y finalmente, pero no menos importante, esta Iglesia es reunida en la unidad de la verdadera fe. Se adhiere a la totalidad de la verdad. En este respecto con frecuencia hablamos de la Catolicidad Cualitativa, mientras que la catolicidad católica, geográfica y cultural juntas en cierta forma comprende lo que es la catolicidad cuantitativa de la Iglesia.
La Iglesia no sólo está prefigurada en el A. T. sino realmente congregada desde el principio del mundo. Es, como decía Agustín, ekcclesia ab Abel la iglesia que existe desde el tiempo de Abel.
En el llamamiento de Abraham está la noción de catolicidad (Gen. 12:3,17:5). A lo largo de toda la profecía del A.T. hay una perspectiva misionera de catolicidad: Isaías 2:2,3; 49:5,6; 11:9; 60:4.
No sólo la Ley y los profetas sino también los salmos proclaman el reinado mundial del prometido Mesías (Sal. 2:8; 87).
En el Evangelio según Mateo aparecen las promesas del pacto a Abraham y David cumplidas en Cristo: 8:11.
El Evangelio del Reino sería predicado a todas las naciones… 24:14; 28:19; He.1:8.
Vemos la pequeña congregación de Pentecostés manifestando su carácter católico a una cantidad de lenguas culturas (Hc.2:8-11). Dios ordena a todos los hombres de todo lugar que se arrepientan (Hc.17:30).
El Nuevo Testamento termina con maravillosos himnos de la Iglesia redimida por la sangre del Cordero de toda tribu, lengua, pueblo y nación (Ap.5:9).
Quien se aísla dentro del estrecho círculo de una pequeña congregación no conoce la verdadera catolicidad y nunca experimentará el poder y la consolación de este carácter de la Iglesia en su propia vida. quien por fe se reconoce unido a la Iglesia, llamado de entre toda la raza humana del principio del mundo hasta el fin, no puede ser estrecho de corazón ni de mente en cuanto al pueblo de Dios.
Según la epístola a los efesios, el Hijo de Dios (al igual que el Padre) es el que lo llena todo en todo (I Cor.15:28; Ef.1:23). El artículo 27 de la C. B. basa correctamente la catolicidad temporal de la Iglesia en el reinado universal de Cristo, su Cabeza.
El Espíritu Santo trae a la vida y a la plenitud el cumplimiento no sólo en la creación sino también en la re-creación. Él guía a los discípulos de Cristo a toda verdad (Jn. 16:13) y hace que la congregación crezca en la plenitud de Cristo. Él es el espíritu de comunión y compañerismo de toda la plenitud de dones.
El Espíritu Santo es el creador, maestro y médico de la Iglesia, quien le da a esta la administración de toda doctrina necesaria; de la obediencia religiosa de todo tipo de personas; la cura universal de todo tipo de pecado y la posesión de toda forma de virtud y toda gracia espiritual.
Ignacio (A C. 110) escribió a la Iglesia en Esmirna: “Donde este presente el obispo (pastor) que se reúna allí la congregación así como donde está Jesucristo, está la Iglesia Católica (Nota: Ignacio no dice, donde este la Iglesia está Jesucristo, sino al contrario)”. Aquí la palabra “católica” no se refiere a la distinción entre la Iglesia y las sectas sino entre la Iglesia Universal y la congregación local.
Cipriano, obispo de Cartago trató con la unidad de la iglesia católica en su lucha contra los donatistas. En la iglesia oriental del siglo IV hubo una interesante exposición por Cirilo de Jerusalén (A C. 350) donde él expresa que la iglesia es llamada Católica porque…
No hay región que la Iglesia Católica no alcance; clases de personas que no contengan; maldad contra la cual no tenga remedio; virtud que ella no inculque y, especialmente, no existe doctrina necesaria que ella no enseñe: La Iglesia Católica enseña toda la verdad.
En la iglesia latina occidental se le dio un carácter triunfalista al concepto de catolicidad, afirmando que la Iglesia era Católica porque era creída en todas partes siempre y por todo el mundo.
En la Reforma del siglo XVI, los reformadores no negaron los términos por todas partes siempre y por todos sino que añadieron que: Católica es la fe que ha sido creída en todas partes siempre y por todos, pero según las Santas Escrituras. La Palabra de Dios es la regla suprema de la verdadera Catolicidad. La reforma no inició una nueva Iglesia. Ellos creyeron en la fidelidad del pacto de Dios y enfatizaron la continuidad de la Iglesia a lo largo de la historia (Su indefectibilidad).
El artículo 27 de la confesión Belga es una bella declaración de la catolicidad de la Iglesia.
El Catecismo de Heidelberg (Domingo 21) habla del Hijo de Dios reuniendo Su Iglesia de entre toda la raza humana desde el comienzo del mundo hasta el final en la unidad de la verdadera fe. Es una bien fraseada formulación de la universalidad cultural, temporal y cualitativa de la Iglesia.
La Segunda Confesión Helvética (por Bullinger) tiene un amplio artículo (XVII), acerca de la Santa Iglesia Católica de Dios. Esta Confesión también condena a los Donatistas quienes quisieron confinar la Iglesia a un rincón de África. Por eso tampoco nosotros aprobamos la pretensión del clero romano quienes quieren limitar la iglesia católica a la iglesia romana.
Seis Observaciones Dogmáticas
I. Observación Teológica concerniente al término Católico. Siendo que desde el siglo XVIII se nota una vergüenza en los círculos protestantes para usar el adjetivo católica, con frecuencia los protestantes han abandonado esta palabra reemplazando por La Universal dejándole la palabra católica a los Romanistas olvidando que el catolicismo romano ya en su terminología, es cualquier cosa menos católica. La verdadera iglesia católica no está confinada a cierto lugar ni a ciertas personas (Belga 27). La expresión “catolicidad evangélica” también restringe y limita el concepto de catolicidad.
II. Observación Teológica, concerniente al Fundamento de la Catolicidad de la Iglesia. Para abordar lo concerniente a la doctrina de la catolicidad de la Iglesia (o alguna de sus dos otras características), debemos hacerlo desde una perspectiva teocéntrica y triunitaria. La Iglesia es la asamblea del pueblo de Dios; El Cuerpo de Cristo y el templo del Espíritu Santo. La catolicidad de la Iglesia está fundamentada en la obra de Dios Padre mediante Su obra de creación; La unidad de la raza humana y Su obra de recreación.
III. Observación Teológica:, concerniente a la dimensión Católica de la Iglesia. La sola extensión espacial no hace que una iglesia sea católica. La catolicidad no es en primer lugar un concepto geográfico. La cantidad numérica o la variedad cultural sola no hace tampoco a una iglesia católica. La catolicidad no es primeramente un concepto geográfico, ni numérico ni cultural.
La continuidad temporal sóla tampoco satisface el significado de la “catolicidad”. de una iglesia, pues tampoco es en primer lugar un concepto histórico.
La confesión escocesa de 1560 expresa esta verdad poderosamente de esta forma: “Se refiere a las notas, señales mediante las cuales se conoce la inmaculada esposa de Cristo en contraste con la horrible ramera, la falsa iglesia, y declara que estas notas “no son ni antigüedad, ni título usurpado, ni sucesión lineal, ni lugar señalado, ni la cantidad de personas que aprueban un error”. Luego continúa, “Pues Caín fue antes de Abel y Set en tiempo y título… y mayor número de personas siguió a los escribas, fariseos y sacerdotes que aquellos que creyeron y siguieron a Jesús y su doctrina… y creemos que ningún hombre de buen juicio sostendrá que ninguno de los antes mencionados representaron a la Iglesia de Dios”. Ciertamente nuestros hermanos escoceses ofrecieron una excelente refutación a un concepto tan superficial de catolicidad.
La catolicidad es una dimensión o característica de la Iglesia al igual que la unidad, la santidad y la apostolicidad, y nadie puede divorciar una dimensión o característica de la otra. No se puede separar la catolicidad de la apostolicidad únicamente por decir que solamente es Iglesia católica la que es edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (Ef. 2:20).
En la Iglesia que creemos y que reconocemos como verdadera, es la que es una Santa, Católica y Apostólica. Estas características no solamente me dicen qué es la Iglesia sino que también son marcas que me muestran dónde encontrar esta Iglesia. La catolicidad no puede ser sin normas. La catolicidad es un privilegio y una obligación; Es el don de Dios y la responsabilidad nuestra; es la promesa del pacto a la Iglesia y la demanda de la Iglesia; La catolicidad ha sido obtenida y al mismo tiempo debe ser realizada. La Iglesia católica siempre debe llegar a ser católica.
Cuando Roma, con un aire triunfalista contra la Reforma, pretendió y se enorgulleció por su antigüedad y por la cantidad de sus miembros y su diversidad cultural hizo que las dimensiones de la catolicidad como dimensión temporal, estadística y étnica se convirtiesen en las marcas de la Iglesia. Olvidaron el pacto de Dios. “El que crea estar firme, mire que no caiga” (I Cor. 10:12).
IV. Esta cuarta observación trata con lo que no es la catolicidad. No es en primer lugar una dimensión de la Iglesia invisible como diferente de la Iglesia visible o de la Iglesia como un organismo distinto de la Iglesia como una institución. Aún teólogos reformados tan respetados como Calvino y Luis Berkhof fallaron en este sentido. En sus Instituciones (iv, 2) Calvino dice que debemos dejar sólo a Dios el conocimiento de Su Iglesia, cuyo fundamento es Su elección secreta. “La Iglesia es llamada católica o universal porque no podrían haber dos o tres iglesias a menos que Cristo se dividiese lo cual no puede suceder.” Pero todos los elegidos están tan unidos en Cristo que dependen de una sola Cabeza y crecen juntos en un cuerpo. Quien lee a Calvino en esta parte recibe dos impresiones. La primera es que la catolicidad es casi identificada con la unidad. “Católica para Calvino es unidad en pluralidad”. La segunda impresión es que él suscribe la dimensión de la catolicidad, al menos a la Iglesia invisible, la comunión de los elegidos de Dios sobre toda la tierra.
Luis Berkhof declara que la doctrina de una Iglesia católica presenta muchos problemas difíciles que aún esperan solución.
El problema en este punto con Calvino y Berkhof, que a pesar de que apreciamos su énfasis en refutar el concepto triunfalista romanista de catolicidad y su intento de mantener la unicidad de la Iglesia, sus distinciones de Iglesia visible e invisible y de la Iglesia como organismo e institución no se encuentran en la Sagrada Escritura. Estas distinciones oscurecen más de lo que iluminan.
Debemos recordar que ya en la Iglesia primitiva se le aplica a una congregación concreta y local. Por ejemplo, la Iglesia de Dios que está en Esmirna escribe a la Iglesia de Dios que está en Filomelio y a todas aquellas de la Iglesia Santa y Católica que habita en cada lugar. En la carta llamada “El martirio de Policarpo” leemos acerca de Policarpo como el obispo de la Iglesia Católica en Esmirna.
Una congregación local no es la Iglesia total, pero, si muestra las marcas de una verdadera Iglesia, por fe uno puede reconocerla como perteneciente a una Iglesia total, la Iglesia Católica llamada a realizar y ejercitar su catolicidad. ¿Una iglesia local es la Iglesia Católica?
V. Observación Teológica concerniente a la universalidad de la Iglesia. La Universalidad de la Iglesia nada tiene que ver con universalismo. Cuando hablamos de la Iglesia Católica hablamos de la Iglesia que no es del mundo. Cristo oró por los que el Padre le dio (la Iglesia), haciendo la salvedad que su oración no era “universalista” (Jn. 17). Sus discípulos son enviados al mundo, pero no son del mundo. Hay una estrecha relación entre Iglesia y elección (El Heidelberg habla una Iglesia escogida desde la eternidad. La Iglesia es escogida de entre toda la raza humana y por lo tanto, es universal. La La Iglesia es escogida de entre toda la raza humana y por lo tanto, no es universalista.
VI. Observación Teológica concerniente a lo que realmente confieso cuando declaro: “Creo en la Iglesia Católica”. K Schilder siempre enfatizaba que la Iglesia no es Católica sólo in ipso sino también in fieri. Que la una Iglesia no sólo está en un estado de ser, sino también en un proceso de llegar a ser. La Iglesia es creatura Verbi; es nacida de la Palabra de Dios y existe en obediencia a esa Palabra y por la gracia de Dios continúa creciendo en esa obediencia.
Conclusión
La catolicidad de la Iglesia está basada en la “toda abarcante” obra del triuno Dios en la creación y la redención. Ello caracterizq a la Iglesia en su total adherencia a toda la verdad, revelada en la Sagrada Escritura y en ser una congregación universal a lo largo de toda la historia o todos los tiempos y de todos los lugares, como también de entre todas las naciones. Esto es lo que creo cuando digo: Credo ecclesiam catholicam. Gloria damos al Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Laus Deo!