Por Guillermo Green
Reforma Siglo XXI, Vol. 7, No. 2
Algunos han preguntado sobre cómo predicar mejor a Cristo desde el Antiguo Testamento. Ofrecemos este sermón como un esfuerzo por presentar las historias del pueblo de Dios dentro del contexto de pacto, buscando cómo se manifiesta al Señor de su pueblo, Jesucristo.
Pasaje: Josué 1:1-10
Introducción: ¿Se considera ud. valiente? La valentía ha sido una cualidad valorada en toda cultura y todo tiempo. Claro, cuando estudiamos un poco las diferentes culturas, lo que es ‘valentía’ para unos, es ¡locura para otros! En algunas comunidades de países donde cae mucha nieve y tienen inviernos muy fríos, la ‘valentía’ se expresa en cortar un hoyo en el hielo de un lago, y meterse desnudo – cosa sumamente peligrosa para la salud. Por tanto, aunque ud. haya contestado la pregunta, «sí, me considero valiente» – todavía es necesario indagar más. ¿Qué clase de valentía muestra? ¿Valentía según el mundo, o valentía como Dios la define?
I. El contexto de nuestro pasaje
Aprendemos en vs. 1 de nuestro texto, que Moisés había muerto. Seguramente dentro del campamento de Israel surgieron grandes preguntas. «Después de 40 años, ¿ahora quién nos va a dirigir? ¿Ahora qué hacemos?»
Pero era un momento crítico en especial por otro motivo. Hacía 40 años habían llegado a la frontera de Canaán. Pero esa llegada había terminado en un fracaso (ver Números 13, 14). Sólo dos de los 12 espías trajeron noticias de esperanza – Josué y Caleb. Los otros infundieron temor y duda en los corazones de los Israelitas. Entraron en gran confusión, primero queriendo volverse atrás, luego intentando entrar sin la ayuda de Dios – y todo terminó en derrota, caos, y el castigo de Dios: Estarían condenados a vagar por el desierto durante 40 años. Por tanto, esta segunda llegada a la frontera de Canaán tenía un significado muy importante para los israelitas. ¿Podrían superar este momento? Me imagino que muchos estaban temerosos, temblorosos, la tensión se acrecentaba en el campamento – ¡y ahora estaban sin líder!
Este momento en la historia de Israel era crítico por otro motivo también. Las promesas del pacto de Dios estaban atadas a la tierra de Canaán. Desde el tiempo de Abraham Dios había repetido su promesa de darle a Israel esta tierra. Mientras los israelitas andaban por el desierto el reloj de Dios estaba en espera. Pero ahora se acercaba el momento esperado durante ¡casi 600 años! ¿Le ha tocado alguna vez enfrentar una situación que le daba temor y a la vez gran expectativa? Pues, los israelitas tenían motivo de sentir las dos sensaciones. El problema es que ahora estaban sin líder.
II. La iniciativa de Dios
Como siempre, el Dios de pacto toma la iniciativa. Dios tomó la iniciativa al llamar a Abraham. Dios tomó la iniciativa para sacar a su pueblo de Egipto. Ahora Dios de nuevo toma la iniciativa al designar otro líder para esta importante etapa de su historia. Es importante notar que Israel no pidió candidatos para ser electos. Nadie se levantó para hacer campaña. Fue Dios que tomó la iniciativa – de acuerdo al eterno principio del Creador y Salvador. Dios es el Alfa y Omega. Dios es Iniciador y Consumador. El pacto consiste en que Dios inicia la relación, y que Dios se comprometa a consumar sus promesas. El pueblo se queda quieto después de la muerte de Moisés hasta que Dios actúa.
Al llamar a Josué (vs 1), Dios reitera sus promesas (vs 2,3). Este es otro elemento que encontramos una y otra vez en toda la biblia. Dios siempre nos hace retornar a SU plan, trayendo a la memoria SUS palabras y SUS promesas. Como hijos dispersos, fácilmente podemos caer en la trampa de hoy decidir que queremos otra cosa, otro plan, algo que más nos llame la atención. Pero Dios es el que fija el rumbo, y encontramos una y otra vez que Dios les recuerda a los suyos quién está en control. Aquí Dios llama a Josué, y deja claro que es el mismo plan que está vigente.
Hay otra razón por la cual Dios comienza así con Josué. Josué había presenciado la ardua tarea que tuvo Moisés con un pueblo rebelde, un trabajo casi imposible para cualquier hombre. Pero Josué había sido testigo de cómo la gracia de Dios sostuvo a Moisés hasta el fin. Por tanto, Dios se manifiesta como el Dios de Moisés, el Dios que le dio las promesas a Moisés – para que Josué enfoque sus pensamientos no en sus debilidades, sino en su Dios. En versículo 5 Dios le recuerda explícitamente a Josué que había estado con Moisés todos sus días, y que de igual manera estaría con él.
¡Que importante es este primero paso en la vida del pueblo de Dios! ¡Que importante es enfocar nuestra mirada en el Dios que toma la iniciativa! Somos muy a menudo como los israelitas, olvidando las maravillas que Dios ha hecho y sólo viendo los problemas, cediendo a las dudas y los temores. ¿Cuántos viven con frustraciones, tensiones y estrés porque no sienten ninguna seguridad en cuanto al futuro? Pues Dios conoce nuestras debilidades, y por esto repasa estas cosas con Josué para que confiara en él.
III. El encargo de Dios
Ahora Dios le encarga a Josué su tarea. Después de haberse manifestado como el Gran Dios del pacto, el Iniciador y Consumador de la salvación, ahora llama a Josué a su trabajo. «Esfuérzate y sé valiente» se repite en vs. 6 y 7, añadiendo en vs. 7 «muy valiente».
Cuando pensamos en las cualidades de un cristiano, ¿en cuáles pensamos generalmente? ¿El amor, la humildad, la bondad? Seguramente todas estas son muy importantes. Pero hay dos cualidades que se destacan en la biblia una y otra vez: el esfuerzo y la valentía. Necesitamos amor, humildad y bondad como cristianos. Pero también necesitamos esfuerzo y valentía invencible. ¿Por qué? Porque Dios nos ha llamado a una misión. Hay trabajo que hacer. Ser cristiano no es un estado, sino una actividad.
La pereza y la cobardía nunca lograron nada en el reino de Dios. Y para que entendamos bien que Dios considera el esfuerzo y la valentía como de suma importancia, vea lo que Dios dice en Apocalipses 21:8. Aquí en el último libro de la biblia Dios nos dice quienes irán a acompañarlo para toda la eternidad, y quienes no. Adivine quiénes se encuentran con los abominables, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos que van al lago de fuego. Encabezando la lista son: LOS COBARDES.
Este llamado a Josué de esforzarse y ser muy valiente es el mismo llamado que Dios hace a todo cristiano. Siempre ha sido así. Dios no nos rescata para que nos escondamos en un rincón, sino para hacernos socios del ser más grande del universo. Por eso nos llama a ser esforzados y valientes.
Pero siguiendo nuestro estudio del texto, encontramos algunas sorpresas. ¿En qué debe consistir la valentía de Josué? ¿Cómo se debía definir este llamado de ser ‘valiente’?
Lo primero que quizás venga a nuestra mente frente a este llamado eran los gigantes en palestina. En vs. 6 Dios le dice a Josué que repartirá la tierra a los israelitas, y sabemos que palestina ya era habitada, y ¡algunos de sus habitantes eran gigantes fuertes! Nadie duda de que la tarea que enfrentaba Josué era temible y formidable. Sólo los obstáculos físicos de llevar una multitud de nómadas en tiendas a una conquista de ciudades fortificadas haría temblar a cualquiera. Sin embargo, Dios no menciona a los gigantes, ni las ciudades fortificadas ni los carros de hierro – ¡todas las cosas en que nosotros pensaríamos! ¡Los gigantes nos pueden matar! ¡Los soldados enemigos nos pueden dañar!
Notemos bien – la valentía que Dios pide no es la valentía que alaba el mundo. Es totalmente otra cosa. Es una valentía que surge de ser socio de Dios, de pertenecer al pacto establecido entre Dios y su pueblo, una valentía que Dios define, y que a menudo nos confunde, a menudo no la comprendemos. La valentía que Dios pide de define en vs. 7, y tiene que ver sobre todo con honrar la voluntad de Dios escrita en su Palabra. La valentía verdadera es guardar la ley de Dios. La valentía que Dios busca es la de glorificarle a él por medio de aceptar y honrar su Palabra. ¿Por qué Dios le dice a Josué que sea ‘esforzado y valiente’ para guardar su Palabra. Esto amerita que pensemos un momento en ello.
Dios había tomado a Israel y a Josué como socios, en relación de pacto. Dios se identificaba con Israel, y su voluntad era que ellos se identificaran con él. Dios deseaba moldear a Israel conforme a su imagen, para que reflejara como buen socio la naturaleza de Dios. Esto lo podemos hacer solamente ajustando nuestra vida a su voluntad expresada en la Palabra, suprimiendo el pecado en nuestro corazón. Y Dios dice que esto requiere ‘esfuerzo y valentía’.
¿Sabe cuál es el momento que requiere más valentía en todo el día? En el momento en que se levanta y se mira en el espejo. Mientras ud. contempla su rostro está contemplando la persona con quien luchará durante todo el día. Ud. será esforzado y valiente para meditar y practicar la Palabra de Dios – o ud. será cobarde y cederá ante una y otra tentación. Todas las demás acciones durante el día – grandes o pequeñas – simplemente fluyen de su disposición valiente o cobarde – y esa disposición comienza desde que nos levantamos en la mañana. Los hijos honrarán o obedecerán a sus padres como manda la Palabra de Dios. Los padres criarán a sus hijos de acuerdo a la Palabra de Dios, con esmero y esfuerzo. Los cónyuges se negarán a si mismos para exaltar al otro. Todos los cristianos procurarán con todo su esfuerzo ser buenos mayordomos de sus energías, tiempo, y bienes.
En versículo 7 y 8 se hace énfasis en guardar toda la ley – no las partes que más le gustaban a Josué. Esto es lo que requiere esfuerzo – esfuerzo consigo mismo. Esto es lo que requiere valentía – valentía para con uno mismo. Josué debía ser ejemplo para todo el pueblo, poniendo el honor a Dios en primero lugar por medio de guardar la Palabra de Dios.
Dios le dice además a Josué que su Palabra esté en su boca (vs. 8). Josué no sólo debía conocer y guardar la Palabra de Dios, sino también enseñarla. Josué como cabeza del pueblo tenía la función de profeta, de pastor, de predicador y maestro. La naturaleza de la religión bíblica siempre ha sido así – es una religión enseñada, pasada de generación a generación. Aquí vemos qué tan importante es la función de la enseñanza en la Iglesia – es algo que Dios instala como parte de su pueblo desde los comienzos. Hoy muchos quieren sustituir la enseñanza sólida y constante por otras actividades más ‘interesantes’. Pues, tal vez sean más interesantes para algunos, pero no para Dios.
Para poder guardar la ley de Dios, y para poder hablar su ley, era necesario ‘meditar’ en ella (vs 8c). Y Josué debía meditar en ella ‘día y noche’. ¿Sabe? Muchas veces creo que leemos las historias de la biblia – como cuando Josué tumbó las murallas de Jericó, o David a Goliat, o las victorias de Samuel contra los filisteos – y nos maravillamos de estos grandes héroes de la fe. Pero olvidamos que todos eran personas que meditaban en la ley de Dios día y noche. Hay evidencias que todas las personas que Dios usó grandemente en la biblia (y también en la historia) eran personas que encontraban su delicia en la Palabra de Dios. Recordemos – ninguna ‘hazaña’, ningún esfuerzo, ninguna obra valiente vale nada si está desligada de la meditación diaria de la Palabra de Dios.
Lamentablemente nuestra cultura occidental se ha sumergido en la búsqueda alocada de sensaciones, de la gratificación inmediata, del placer impulsivo y el entretenimiento. Tristemente muchos cristianos no tienen los criterios para superar tal estilo de vida quasi-animal, y entregan horas interminables a actividades sin sentido de entretenimiento, frente al televisor, o en cualquier cosa menos la meditación de la Palabra de Dios. Dios no nos permite siquiera hablar de ‘esfuerzo’ ni de ‘valentía’ si no estamos dispuestos a comenzar con el esfuerzo de conocer su Palabra. Ahí comenzaba la tarea ‘valiente’ de Josué – y ahí comienza nuestra tarea también.
Para Josué los gigantes de Canaán no eran nada comparados con la conquista de su propio corazón. La valentía que Dios le pedía a Josué tenía que ver primero con su relación con Dios, consigo mismo, y con la voluntad de Dios. En esto vemos que Dios hace un llamado del ‘pacto’ – Seré tu Dios y tú me serás por pueblo. (Levítico 26:12, et al). Al tomar Dios a Israel como pueblo de pacto, el propósito es reflejar a Dios con sus vidas. Josué, como líder del pueblo, cabeza del pacto, es llamado a reflejar al Dios del pacto en su vida personal y público.
IV. El resultado de ser verdadero socio de Dios
¡Qué promesas más hermosas Dios le da a Josué! Si Josué ejerce valentía y esfuerzo como Dios quiere, Dios promete acompañarlo y prosperar todo lo que hace (vss 8, 9). Las promesas del pacto son grandes, y no hay mayor bendición que tener el favor de nuestro Dios.
Sin embargo, debemos entender bien esta promesa dentro del contexto bíblico, porque muchas veces citamos estos versículo fuera de su contexto. Si preguntamos: ¿Cumplió Josué las condiciones para recibir la promesa? Bueno, fue un siervo muy fiel en casi todo, pero Josué también tuvo fallas – algunas serias. Se le olvidó consultar a Dios en el caso de los Gabaonitas, por ejemplo (ver capítulo 9), un error grave. Y si Josué no cumplió, ¿quién realmente ha cumplido? Nosotros no hemos cumplido. Otros no cumplieron. Parece esfumarse nuestras esperanzas de recibir las bendiciones de Dios.
La respuesta tiene que ver con la figura de Josué. Dios estaba eligiendo a Josué como cabeza de su pueblo. Dios siempre se ha relacionado con su pueblo a través de un individuo que representa a Dios ante el pueblo. Así Josué sería el nuevo mediador, tal como Moisés había sido. Por eso él recibe este encargo tan serio, y debía comunicar todo lo que Dios decía al pueblo.
De hecho, en los versículos 10 y 11, leemos que Josué fue inmediatamente y comunicó las noticias a Israel. Les dijo que se alistaran, porque pronto pasarían a tomar la tierra. Josué creyó a Dios, obedeció inmediatamente, ‘se esforzó’ en ser obediente, un siervo fiel.
¿Cuántos de nosotros sentimos nuestra flaqueza ante este pasaje? ¿Cuántos reconocemos que hemos sido algo cobardes, apáticos o perezosos para cumplir la misión que Dios nos ha dado? Tal vez al oír este mensaje hoy ud. ha orado «Padre, perdóname, sé que te he fallado». Si esta es su actitud, ¿de dónde espera la ayuda? Lógicamente la ayuda no puede provenir de nosotros mismos, ya que somos débiles y a menudo fallamos. Nuestra ayuda no puede venir de Josué, ya que murió hace miles de años – y en última instancia era un hombre falible. Debemos mirar hacia otro ‘Josué’ – a Jesús – la verdadera Cabeza del pueblo de Dios, el verdadero y eterno mediador nuestro. Josué cumplía su función como una sombra de Cristo que vendría en perfección. Josué cumplió su tarea de una manera fiel (pero no perfecta), esperando la llegada de Cristo que sí cumpliría perfectamente la voluntad del Padre. Josué nos muestra las cosas que Jesús haría por nosotros, su pueblo. Por tanto nuestra esperanza es en Cristo. Jesús hizo dos cosas muy importantes por nosotros.
1) Murió para perdonar todas las veces que ud y yo hemos fallado a Dios. Todas. A pesar de que somos unos cobardes indeseables, a pesar de que a cualquier hombre le daría no sólo rabia sino desprecio nuestra cobardía e infidelidad – en Jesucristo el Padre nos vuelve a recibir como socios. ¡Venga! ¡Venga al Padre por medio de la fe en Jesucristo, y será lavado, regenerado, perdonado, y restaurado como socio de Dios!
2) En segundo lugar, Jesús cumplió perfectamente todo lo que hemos leído en este capítulo – Jesús fue El Esforzado por excelencia. No hace falta repasar todos los eventos de su vida para recordar qué tan esforzado fue Jesús – desde la tentación en el desierto con Satanás, hasta la cruz de Calvario. Jesús habló mucho de que había venido para hacer la voluntad de su Padre – y probó su sinceridad en Getsemaní, cuando pidió que si era posible, que el Padre le quitara la copa, sin embargo, ‘no mi voluntad, sino la tuya’ dijo Jesús. Y cuando Jesús cumplió su misión aquí en la tierra, al resucitar y ascender al cielo, envió su Espíritu sobre los hombres para convertir cobardes en valientes, para convertir perezosos en esforzados. De manera que Pablo retoma estas mismas ideas cuando Timoteo estaba asediado por el temor: «Dios no nos ha dado un Espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio» (1 Tim. 1:7).
Volvamos a mirarnos en el espejo – con nuestras desobediencias, nuestras perezas, nuestras cobardías, y nuestras sinvergonzadas espirituales. Ahora oiga lo que Dios le dice a ud en Jesucristo