JUAN CALVINO, SU FE Y VIDA (1509-1564)

Por Johan D. Tangelder

Reforma Siglo XXI, Vol. 11, No. 2

1. Introducción

La Europa del siglo 16 fue marcada por trastornos sociales, políticos y religiosos. Juan Calvino vivió esta época como uno entre dos mundos opuestos. Él se oponía al ideal medieval ascético, que promovía la vida monástica como un ideal para el Cristiano. De acuerdo con esta perspectiva, el propósito del trabajo no era promover la prosperidad, sino de solamente mantenerse dentro de las circunstancias en que uno nació, esperando la transición de esta vida a la vida celestial. Pero Calvino no limitó la vida Cristiana a las actividades dentro de la Iglesia. No creía que se debe aislarse del mundo para esperar el cielo. Su pensamiento central fue el reconocimiento de la soberanía de Dios que abarca toda la vida y todo el mundo. Para Calvino, la vida entera debe vivirse como un servicio a Dios. Y la Iglesia debe llamar a sus miembros a vivir en todo momento de acuerdo con los principios de su Palabra. Esto nos llevará a oponernos a las fuerzas del mal, y Calvino creía que somos testigos de una guerra entre la locura de la cruz y la sabiduría de este mundo. Testificamos un enfrentamiento entre el reino de Dios y el reino de Satanás.

2. El pecado y la salvación

Calvino insistía en que los problemas sociales y económicos eran las consecuencias de la caída y rebeldía de Adán. El mal no es principalmente un desajuste psicológico o social, ni es causado por nuestro ambiente, sino la expresión de una naturaleza pecaminosa. Y Calvino encontraba el único remedio adecuado en las Escrituras. El remedio para el pecado no es una re-orientación, ni más educación, ni un nuevo ambiente, sino un nuevo renacimiento. No hay otro alivio sino la doctrina bíblica de la redención. Pero la ‘redención’ significa más que salvar almas del infierno. Cuando Dios redime, salva al hombre entero para esta vida y para la eternidad, de modo que el Cristiano busca glorificar a Dios no sólo yendo a culto el día Domingo, sino en todo aspecto de la vida. No importa si está haciendo negocios, o participando en la política, trabajando en las ciencias, arte, industria o la educación: la meta es glorificar a Dios. 

3. El señorío de Cristo 

¿Por qué Cristo vino a este mundo caído? Su sufrimiento y muerte establecieron el reino de Dios. Calvino enfatizaba el reino de Dios como una doctrina que lo abarca todo. Fue el tema de la predicación de Cristo. El evangelio del reino enfoca en la persona completa: el hambriento, el desnudo, el afligido, el que llora, el explotado. De hecho, el señorío de Cristo se extiende a cada lugar del planeta y a toda área de la vida pública o privada. Cristo mismo lo afirmó cuando dijo, «Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mt. 28:18). Estas palabras formaron un enfoque fundamental para el pensamiento de Calvino. Como el Dr. Abraham Kuyper bien resumió la perspectiva de Calvino en su conferencia inaugural para la Universidad Libre de Amsterdam: «No existe ni una sola pulgada en toda el área de la vida humana sobre la cual el soberano Cristo no diga, ‘¡Es mío! ¡Me pertenece a mí!’» 

El señorío de Cristo exige un compromiso radical. Aún nuestros pensamientos deben rendirse ante Cristo (2 Co. 10:5). El discipulado, entonces, es la respuesta natural y correcta ante este señorío. Somos responsables ante Dios por lo que hacemos, y es dentro de nuestra vocación donde ejercemos esta responsabilidad. Nuestro Señor nos enseñó a orar: «Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra así como en el cielo». El Catecismo de Heidelberg afirma lo siguiente con relación a esta petición: «Reine (Dios) de tal modo sobre nosotros por tu Palabra y Espíritu, que nos sometamos cada vez más y más a ti. Conserva y aumenta tu iglesia. Destruye las obras del diablo y todo poder que se levante contra ti, lo mismo que todos los consejos que se toman contra tu Palabra, hasta que la plenitud de tu reino venga, cuando tú serás todo en todos» (Pregunta 123). 

4. Calvino y la Biblia 

Calvino no era un intérprete autónomo ni individualista que interpretaba la Biblia de acuerdo a sus propios pensamientos. Él estaba bien fundamentado en el suelo de la Iglesia primitiva, y conocía muy bien a los Padres de la Iglesia, especialmente Crisóstomo y Agustín. Dijo Calvino de la autoridad bíblica: «Reconozco que las Escrituras son una fuente rica y profunda de toda sabiduría; pero niego que esta fertilidad consista en múltiples sentidos que cualquier hombre puede asignar a su antojo». 

La Biblia para Calvino es un libro que no sólo nos habla de cómo ser salvo, sino que es la Palabra de Dios que nos habla en cada una de sus páginas con respecto al los planes y propósitos de Dios con este mundo. Calvino juzgaba la sociedad a la luz de la revelación de Dios. Su mensaje es poderoso y lo abarca todo. Puede cambiar la dirección de las vidas de un individuo, pero también de naciones, culturas, sociedades y civilizaciones. Ella habla con autoridad a los ricos y a los pobres, a los políticos, educadores, negociantes, soldados, padres e hijos. En otras palabras, la Palabra de Dios dirige su luz de verdad divina a cada área de la vida humana. 

Calvino estaba bien anclado en las Escrituras. Su percepción profunda de todo el testimonio bíblico le dio el derecho de hablar con autoridad en cuanto a las áreas sociales y económicas. Calvino era un predicador expositivo. Su propósito en la predicación era presentar el mensaje del texto de una manera sencilla y directa, y aplicarlo a las vidas de sus oyentes. No contaba anécdotas. No encontramos en sus sermones introducciones encantadoras, ni historias, ni citas de otros grandes autores. A pesar de que Calvino era uno de los hombres más eruditos de su tiempo y maestro en el uso de los idiomas, no hizo uso de la elegancia literaria para persuadir a sus oyentes. La fuerza de su predicación se encuentra en la claridad de su análisis del texto. El estilo sencillo y directo que empleó era basado en su confianza de que predicaba la Palabra infalible de Dios. En su predicación Calvino reconoció y demostró que la fe bíblica era única en su esencia, y que existía una diferencia radical entre ella y toda otra forma de religión. 

5. La vida Cristiana 

La fe, para Calvino, es más que un acuerdo intelectual con ciertas proposiciones doctrinales. Es una inclinación del corazón hacia Dios en Cristo. Esto quiere decir que no sólo tomamos a Cristo como nuestro ejemplo, sino que estamos unidos por la fe a Cristo mismo. Esta unión con Cristo no es algo que espera hasta que seamos llevados al cielo, sino que es una experiencia continua del Cristiano. Es algo que pasa en la vida presente del Cristiano, y forma la raíz de nuestra vida para todo tiempo. «Ya no vivo yo, más Cristo vive en mi». Como Calvino lo decía: «Pertenecemos a Dios; entonces vivamos y muramos para él. Pertenecemos a Dios; entonces que su sabiduría gobierne todas nuestras acciones. Pertenecemos a Dios; entonces dirijamos todo aspecto de nuestra vida a él, la única legitima meta». 

Calvino no separaba doctrina de la vida cotidiana. Dios es glorificado cuando sus siervos cumplen sus tareas humildemente, fielmente y de acuerdo con su voluntad. No podemos ganar la salvación por obras, sino que nuestras obras son el fruto de la salvación. Calvino hacía eco de Pablo, «… la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera » (1 Ti. 4:8). También Calvino nos recuerda que nuestro Señor nos llama a llevar nuestra cruz. Jesús había dicho, «y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí» (Mt. 10:38). Los Cristianos servimos en la sombra de la cruz. 

Calvino enfatizó que nuestro trabajo cotidiano era un llamado. Este enfoque discrepa con muchos dentro de las iglesias evangélicas que creen que solamente el ministerio o las misiones son sagrados, y manejar taxi o trabajar como carpintero es ‘secular’. Según Calvino debemos tener un sentido de vocación antes de escoger un trabajo o una carrera, y la mejor forma de descubrir esto es considerar nuestros talentos y dones. Os Guinness resume bien el concepto de trabajo en Calvino. «El llamado de Dios es aquella verdad que Dios nos llama a sí mismo tan decisivamente que todo lo que somos, lo que hagamos, y lo que tengamos adquiere el carácter de devoción a Dios, con un dinamismo y un rumbo claro tomado en respuesta a su convocación a servicio». Por lo tanto, cuando pensamos en nuestro trabajo como un ‘llamado’, es necesario preguntar no sólo lo que hacemos sino a quién beneficia, cómo sirve al prójimo.

6. Calvino y el orden social 

Calvino no promovía ningún sistema social o económico. No abogaba ni por el capitalismo voraz ni por un socialismo sofocante. No ofreció un patrón para una teocracia ni para una utopía. El Dios que redime a su pueblo quiere que le obedezcamos por gratitud. Y para que todos conociéramos cómo agradar a Dios, Dios no ha dado las instrucciones para saber su voluntad. Es por esto que Calvino estaba convencido que la basa para la vida social eran los Diez Mandamientos, y los últimos seis son las normas para toda actividad humana y social. Es imposible sobre-estimar el peso que tenía la ley de Dios para Calvino en sus pensamientos sobre la vida social. Es desde la perspectiva de la ley de Dios que Calvino presenta un marco de referencia para toda faceta. La propiedad es un don de Dios. El derecho de tener propiedad es enseñado y defendido en la Biblia, específicamente en los Diez Mandamientos y en la enseñanza de Cristo. Robar la propiedad de otro es un pecado, y si es el Estado que lo hace en nombre de acción legal, sigue siendo lo mismo. Le debemos cuentas a Dios por todo lo que tenemos. Para Calvino, entonces, el esfuerzo por ganar y adquirir riquezas es siempre legítimo, pero el rico es responsable ante Dios por su riqueza: «A los que Dios le ha dado mucho grano y vino, ellos deben ofrecer parte de sus bienes a los que tienen necesidad…Dios manda que los que tienen en abundancia posesiones siempre mantengan sus manos abiertas para ayudar a los pobres… Si los ricos no cumplen su deber en esto, tendrán que dar cuentas por sus acciones inhumanas —pero esto lo harán ante el Juez celestial». Según Calvino debemos cuidar a los pobres en todos nuestros negocios. 

Calvino dijo que la fe sin obras es muerta, y creernos justos sin mostrar obras de justicias viola las Sagradas Escrituras. De modo que cuando la perspectiva bíblica de la familia es minada, o cuando prevalecen las injusticias sociales y económicas, cuando la tierra es destruida, los Cristianos tienen el deber de mostrar que ellos se preocupan. Se preocupan porque Cristo se preocupa por su mundo. 

7. Conclusión 

Las oraciones de Calvino reflejan su teología y su piedad. Se dirigía a Dios como el ‘Todopoderoso’, se regocijaba en el don de la salvación, buscó glorificar a Dios en cada área de su vida, y añoraba su recompensa eterna: «Dios Todopoderoso, tú no edificas entre nosotros un templo de madera y piedra, porque la plenitud de tu deidad mora en tu Hijo unigénito, quien llena la tierra con su poder, y mora en medio de nosotros, aún más —en nosotros. Permite Señor que no profanemos tu templo por nuestros vicios y pecados, sino que nos esforcemos a consagrarnos a tu servicio para que tu nombre sea glorificado en Cristo. Recíbenos finalmente en aquella herencia eterna, donde se nos aparecerá plenamente y cara a cara la gloria que ahora contemplamos en la verdad de tu Evangelio. Amén».

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