Por Héctor Hernán Molano Cortés
Reforma Siglo XXI, Vol. 12, No. 1
- Introducción
La Biblia, el libro sagrado por excelencia en las comunidades cristianas, cuenta en sus relatos las maravillosas historias del pueblo de Dios, la conformación de la humanidad, la preparación para la llegada del Mesías y presenta una visión de los eventos porvenir. Dentro de sus páginas se narran las historias de imperios, naciones y personas que intentan llevarnos a ver cómo es que Dios se relacionaba con los suyos y con los de afuera. En ese gran grupo de historias y personajes, existen unos que tienen un capítulo especial en este desarrollo, me refiero a los profetas, estos hombres y mujeres con quienes Dios tenía una comunicación especial.
Los profetas, personas llenas de sabiduría de lo alto, presentaron la interpretación de la historia a sus contemporáneos llevándolos a reflexionar sobre su accionar o les advirtieron sobre lo que se veía venir para ellos. Estos hombres y mujeres, en muchas ocasiones fueron odiados por sus congéneres debido a lo duro de sus palabras, pero la historia bíblica los ha dejado en un honroso lugar, son ellos los emisarios de Dios.
Referirnos a los profetas sin siquiera revisar lo que eran o lo que hacían sería algo de poca consideración, por lo que presentaré en primer lugar quién era un profeta, para ello miraré los diferentes términos hebreos que se usan para nombrarlos en el Antiguo Testamento. Seguidamente y en estrecha unión a su nombre, mostraré lo que hacía un profeta; en este ítem haciendo un énfasis especial en lo que tiene que ver con su lectura histórica. Luego, debido a la estrecha relación de ellos con Dios, es imprescindible mencionar cómo ven a Dios en su accionar y en sus atributos, cómo lo ven actuar en la historia y cómo esperan que los libere de sus desdichas. Finalmente, presentaré al profeta por excelencia, Jesús, Dios de la historia, aquel que por quien todo fue hecho (Jn 1:3) y que en su vida terrenal fue quien ejemplificó mejor este oficio.
2. Quién era un profeta
Debido a lo lejano que los vemos, es probable que tengamos una idea errónea de quién era un profeta, de hecho, al hablar con la gente común se refieren a los profetas quizá como a un prognosticador o a un adivino, sin embargo, un profeta es más que eso. Para dilucidar quiénes son, lo mejor es remitirnos al mismo texto bíblico para revisar la terminología que los autores bíblicos usan para llamar a un profeta.
23.Terminología para profeta en el Antiguo Testamento
La palabra profeta que mencionamos en nuestro español, viene del latín y éste a su vez del griego.1 El diccionario de la Real Academia presenta tres definiciones para esta palabra, la primera se dice de quien tiene el don de profecía, la siguiente
es para definir a alguien que predice o pronostica y la última de ellas dice «Hombre que habla en nombre y por inspiración de Dios». Como antes mencioné, quizá la segunda definición se acomoda más a lo que el común de la gente cree de un profeta.
Desde el griego, se puede decir que profeta es por un lado predecir, y por el otro sería el de cumplir la función de reemplazar a alguien por medio del lenguaje y finalmente hablar delante de alguien; estas tres definiciones surgen de la disyuntiva en la traducción de la primera parte del término (pro).2 No obstante, el griego no es el origen de la palabra; la Biblia de los Setenta traduce como profetés en la mayoría de los casos a la palabra nabi del texto hebreo.
A la primera persona que se le atribuye el término nabi es a Abraham, pero es claro que Moisés puede ser considerado dentro de uno de ellos, ya que de acuerdo a algunos textos (Dt 18:15ss. 34:10) es un parámetro de comparación de otros profetas.4 Nabi, no es originario del pueblo hebreo sino del acadio, allí era nabum, que se traduciría como llamado, esto implica una vocación, de hecho es una vocación dada por Dios para hablar en nombre de él.5
Otro término para la designación del profeta es hozeh, conociendo que su base verbal es contemplar o ver, se puede traducir como vidente o visionario. Si el verbo contemplar se aplica con rigor, deberíamos decir que el profeta recibe
las revelaciones, Pongutá al referirse al término vidente dice así: «… tiende a indicar una especie de función carismática que tiene como base esa experiencia de la que procede lo que comunica».6 En esta misma línea de pensamiento está la palabra roeh, la raíz de donde proviene significa ver o gozar de la vista; se puede referir a ver a Dios directamente, en el culto o su obrar histórico.7
Finalmente para profeta aparece la frase ish haelohim (hombre de Dios) quien viene a ser un mensajero de parte de Dios y también es un título que se le da a personas muy importantes dentro del relato bíblico, ejemplos de ellos son Moisés y David. El ish haelohim es uno que tiene una relación especial con Dios, lo que les hace tener de alguna forma poderes conferidos por el mismo Dios, por supuesto me refiero a capacidades especiales en el campo del conocimiento.
En resumen, un profeta es una persona que tiene una comunión especial con Dios y que habla a la gente de parte de Dios; el profeta comunica al pueblo lo que se le da a revelar, porque Dios le permite ver cosas que los demás no perciben. Carrillo presenta la siguiente definición, que se adapta a lo que vengo diciendo: «El profeta es un hombre que tiene una experiencia inmediata de Dios, que ha recibido la revelación de su santidad y de sus deseos, que juzga el presente y ve el futuro a la luz de Dios y que es enviado por Dios para recordar a los hombres sus exigencias y llevarlos por la senda de la obediencia y de su amor».10
22. Lo que hace un profeta
En el ítem anterior, observando la definición de lo qué es un profeta, nos podemos dar una idea de lo que hace un profeta, sin embargo es importante resaltar con detalle algunas de sus actividades, las que nos ayudarán a comprender más sobre ellos.
Sicre menciona que los profetas son los que denuncian los problemas sociales, lo que sucede con los imperios, la esperanza salvadora y la venida de uno que traería esa espe- ranza, entre otras cosas; él puntualiza que el centro de ese mensaje siempre es Dios. Si esto es así, el profeta es un lector de sus circunstancias, alguien con la capacidad de mirar, cómo lo que les sucede al pueblo está haciendo bien o mal, y en qué circunstancias el pueblo estaría en mejores condiciones. Enmarcaré las actividades del profeta, particularmente en la denuncia y en la lectura de la historia.12
- 1.1. La denuncia
La denuncia es quizá la mayor actividad que tienen los profetas. Ellos como emisarios de Dios, deben decirle al pueblo cómo comportarse con referencia a Dios. Para entender un poco mejor esta acción es importante revisar la relación del profeta con Dios y la relación del profeta con el pueblo.
El profeta está en una relación especial con Dios, dicha relación la ha logrado a través de la elección que Dios hace de él para este especial ministerio. Es claro que el relato bíblico quiere enfatizar el llamado especial de estos hombres, sea por una manifestación directa de parte de Dios a ellos o por medio de las palabras que ellos trasmiten al pueblo, iniciadas con frecuencia con la frase «Así dice Yahvé». Esta íntima relación también es fortalecida por los periódicos encuentros del profeta con Dios y sus oraciones. Se destaca en la relación de Dios con el profeta la centralidad que le da el profeta a los eventos históricos en los que Dios se ha manifestado a su pueblo, por ejemplo la continua remembranza al éxodo o a la alimentación en el desierto. El profeta conoce de lo que Dios ha hecho en la historia y lo pone de relieve continuamente en su comunicación con el pueblo.
En su relación con el pueblo, el profeta es un emisario de Dios; las palabras que dice el profeta son las palabras de Dios. Él viene a comunicar la voluntad de Dios al pueblo y se coloca en la posición de ser el que tiene la verdad sobre lo que está pasando.
Al haber considerado estas relaciones se puede entender mejor el aspecto denunciante del profeta. Dios le comunica al profeta, sea por revelaciones o porque le da la capacidad de comparar lo que está sucediendo en la historia con la Tora, él habla a la comunidad diciéndoles qué deben cambiar para alinearse con la voluntad de Dios.
Aun cuando es claro que la denuncia es muy importante en la actividad profética, no se puede desconocer que en medio de la denuncia está mezclada la esperanza, la compasión, la mise- ricordia y la fidelidad que Dios tiene con su pueblo. Sicre apunta que el profeta parece denunciar sólo el pecado, pero siempre está la esperanza utópica mezclada en su discurso. Sobre esa esperanza venidera Mosquera dice:
Los profetas crearon utopías cuando la nación estaba pasando por momentos aciagos (…) Amós plantea la utopía de un Israel restaurado y próspero en momento cuando los asirios se estaban extendiendo (…) Isaías escribe sus utopías en medio de la crisis política internacional (…) Esas utopías llenaban de esperanza y fe al pueblo en momentos en que era absolutamente necesario devolverle la confianza a la nación desesperanzada.15
El propósito principal de la denuncia era que el pueblo se diese cuenta que la solución no era humana, pues con ella no pretendía crear un programa de reforma social o un levanta- miento de los oprimidos contra los opresores, aunque muchas veces denunciaron la opresión tiránica de imperios.16
- 1.2. Leer la historia
El profeta era uno que podía ver en los tiempos la mano de Dios obrando. En esa historia no sólo ve actos, ve al mismo Dios. En la historia también puede observar las acciones del pueblo y en esas acciones comunitarias se llega a probar quién y cómo es Dios. Ellacuria lo declara de la siguiente forma: «la historia se convierte así en probación de Dios porque es en sí misma mostración de Dios, y sólo en la historia es captado Dios cómo es en relación al hombre, y el hombre cómo es en relación con Dios».17
Solamente con la adecuada lectura histórica, el profeta puede ver la fidelidad de Dios para con el pueblo, el futuro que les depara y por supuesto los errores que se están come- tiendo; esto último une la lectura de la historia con la denuncia.
23. Dios visto por los profetas
Aclaré en el punto anterior que los profetas ven a Dios en su obrar histórico, sin embargo existen algunas características marcadas que el profeta puede vislumbrar de Dios.18
- 1.3. Dios es único
Con esto los profetas querían indicar que debido a su naturaleza, Dios es el único y que cualquier ser debe su existencia a Dios (Za 14:9).19 Los dioses de los pueblos no se pueden comparar con el Dios único. Muy unido a esta característica de unicidad, se pueden nombrar los atributos de independencia o autosuficiencia, inmutabilidad e infinitud, por lo que la representación de Dios por medio de figuras que se prestaban para la idolatría era condenada drásticamente por el profetismo; igualmente toda reverencia de parte del pueblo hacia algo o alguien como si fuese Dios era reprendida. Por ejemplo los profetas condenaron la exagerada adulación hacia los estados imperialistas o hacia el reinado o los reyes, estos porque hacían que la gente depositara su confianza en ellos antes que en Dios; también condenaban la idolatría a la fuerza militar y al dinero.
Sicre, hablando de la idolatría aclara que hay actitudes y acciones idolátricas, que considero pertinentes mencionar. Dentro de la actitud idolátrica dice que hay dos líneas: por un lado la afectiva, la que ve a los dioses como amantes, esto es, los ídolos son como esposos; por el otro lado está la confianza, es como el punto en donde se busca la seguridad.22 Por su parte la acción idolátrica es simplemente fruto de la actitud idolátrica, el idólatra se moverá con el fin de mantener sus actitudes o lo que ellas le requieran.23 Un riesgo asociado a la idolatría es el de tomar a las acciones de Dios y colocarlas en el lugar de el mismo Dios, Sicre llama a esto manipulación de Dios.24
- 1.4. Dios soberano
Los profetas pueden ver que Dios controla todo lo que pasa, que tiene un poder que sobrepasa todo y que es majestuoso. Aunque los acontecimientos puedan parecer desastrosos, adversos o dolorosos, ellos ven que Dios tiene en su poder las circunstancias y que nada se escapa de su mano. Pueden rugir las olas de la dificultad, levantarse las voces de incre- dulidad, quizá los enemigos se aumenten o los ataquen pero Dios los domina. Dios puede hacer toda su voluntad, no está limitado por nadie ni por nada (Jer 32:17).25
- 1.5 Dios es oportuno
Muy unido a la característica de soberanía está la de oportunidad. Dios llega en el momento justo, no aparece su mano rescatadora ni antes ni después. Esto es completamente contrario a lo que los hombres puedan pensar; los hombres solamente deben mirar con fe a pesar que les parezca que está lejano ese día.26
- 1.6 Dios es extraño
Con esta característica los profetas ven en la historia la dificultad en comprender a Dios. Él sigue siendo misterioso. Es difícil de entender el porqué viene un castigo y el porqué no viene la salvación para su pueblo escogido. Sicre dice que la historia que se ve con dificultad podría causar que el pueblo se alejará de Dios, pero pasa lo contrario, la historia hace que la fe se fortalezca.27
- 1.7 Dios es amor
Aunque pareciera que lo historia muestra que Dios es terrorífico, que el castigo es real e inminente, como antes mencioné, siempre va unida la esperanza, la compasión y la fidelidad de Dios. Sicre ejemplifica el amor de Dios con el profeta Oseas, allí se muestra la profunda compasión y mise- ricordia de Dios; si bien hay un castigo, una separación de la pareja del profeta, la restauración se presenta como un tipo de la que Dios dará a su pueblo infiel, pues él ama y perdona
aunque no lo merezcamos. En medio del sufrimiento y del castigo es claro que Dios ama al pueblo.28
3 .Jesús, Dios en la historia
Nuestro profeta por excelencia es Jesús. Él anunció el mensaje de parte de Dios, sus palabras eran las de Dios, les recodaba a sus contemporáneos las acciones históricas de Dios y les daba la esperanza de la salvación. Jesús cumplía con creces todo lo que hemos hablado sobre los profetas, también cumplió lo que las profecías mencionaban, en palabras de Sicre es el profeta definitivo.
Es claro que en el tiempo que Jesús estuvo en medio de su gente, sus comportamientos en muchas oportunidades lo hicieron aparecer como lejano a un cumplimiento de esas normas por las que un profeta luchaba. Muchas veces Jesús se alejó de las leyes judías, también cometió algunas infracciones de acuerdo a la manera de pensar del pueblo; además como continúa anotando Sicre, Jesús atacó a los dirigentes judíos y las autoridades religiosas.30 Pero todo esto no fue en detrimento de su ser como profeta, precisamente en cada una de esas acciones estaba denunciando, leyendo la historia, presentando a Dios y mostrando la salvación a la humanidad necesitada.
Con referencia a la historia y a Jesús, se debe decir que Jesús es el principio y el final de la historia. Es el fin de la historia porque su accionar está unido y comprometido con esa historia que el Antiguo Testamento muestra y que en él se concluye; por ejemplo con referencia al día del Señor proclamado por los profetas quienes decían que era un día de juicio, Berkhof dice que Jesús en sus discursos finales lo pronosticó y que tanto los evangelistas como el mismo Jesús, consideraron que la muerte y resurrección dieron la bien- venida al día del Señor, y que esto se hace más evidente en el texto de Hechos 2 en su cita de Joel 2:19.31 Es también el inicio de la historia, una historia que aunque no está completamente marcada por la palabra gracia, sí es muy relevante; Cristo triunfó en la cruz trayendo esperanza, mostrando a plenitud la gracia de Dios. Es entendible que la iglesia ahora lleve esa nueva historia a la humanidad para que su propia historia se transforme.
4.Conclusiones
Los profetas fueron excelsos lectores de su propia realidad histórica, esto lo hacían pivotándose en el pasado y mirando al futuro esperanzador. Sus denuncias invitaban a la comunidad a alinearse con la voluntad de Dios; un Dios al que veían único, soberano, extraño, oportuno pero sobretodo un Dios profundamente amoroso.
Con la venida de Jesús, una historia se cumplió y una más se inició. Su vida y obra fueron un testimonio de lo que es un profeta perfecto. Con él podemos tener otros ojos para ver la historia y con su mensaje podemos llegar a trasformar la historia de otros.