LUCHANDO CONTRA LA SECURALIZACIÓN DE LA IGLESIA

por Arival Dias Casimiro

Reforma Siglo XXI, Vol. 5, No. 2

Parte 1 – La secularización invade la iglesia

Secularizar es el acto de volver lo que es sagrado en profano. En el caso de la Iglesia, es sustituir los valores de Dios por los valores de una sociedad sin Dios. «No os conforméis a este siglo», exhorta la Palabra de Dios, «sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Rom. 12:2). Observe que Pablo contempla la posibilidad de que un cristiano o una institución cristiana adopte una actitud mental moldeada por el mundo y no por la Biblia. Pablo también señala aquí la imposibilidad de que una mente secularizada comprenda o experimente la voluntad de Dios.

El proceso de la secularización de una iglesia se da principalmente por fuerzas internas, cuando falsos maestros introducen herejías en medio del pueblo de Dios. El apóstol Pedro nos alertó: «Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismo destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas» (2 Pedro 2:1,2). El texto es enfático, que es por medio de los falsos maestros, esto es, por medio de la falsa enseñanza teológica, que la iglesia es perjudicada. También, la motivación del falso maestro es siempre la avaricia y el lucro personal.

En el proceso de secularización de la Iglesia Presbiteriana en los Estados Unidos de América en el siglo 20, todo comenzó con la enseñanza teológica. En un estudio producido por el Presbiterio de Piratininga (Brasil) El secularismo en la enseñanza teológica de la IPB, leemos: «Durante la crisis que dio pie al metamorfosis de la Presbyterian Church in the USA, los siguientes elementos fueron introducidos, conduciendo al lamentable estado en que se encuentra en vías de extinción: 1) Pluralidad teológica, abandonando referencias a la teología reformada; 2) Un apartarse de referencias a la teología reformada; 3) La interpretación liberal de las escrituras; 4) La valorización de la experiencia subjetiva, en detrimento de los hechos históricos registrados en las Sagradas Escrituras; 5) El énfasis en el activismo social; 6) El enfoque en la unidad institucional a expensas de la unidad doctrinal; 7) Alteraciones en la educación teológica adoptando las posiciones arriba mencionadas; 8) La reestructuración de los centros de educación teológica claves (por ejemplo, Princeton), despidiendo a los maestros y doctores fieles a los símbolos de fe – la Confesión de fe de Westminster, los Catecismos Mayor y Menor; 9) La toma de los centros de educación teológica por parte de los maestros y doctores liberales o ‘moderados’, es decir, los que eran tolerantes del liberalismo.

El Dr. James Kennedy en su libro Las puertas del infierno no prevalecerán (1998), habla sobre la influencia destructiva de los seminarios liberales en la iglesia norteamericana: «Trágicamente muchos de los seminarios de este país son tan liberales que ya abandonaron el cristianismo histórico o los elementos básicos de la fe. Ellos no creen en la biblia, en la divinidad de Cristo, en su obra de redención en la cruz ni en su resurrección corporal. Ellos son guías ciegos que hacen naufragar la fe de muchos jóvenes que quieren servir a Dios – y que salen del seminario como virtuales incrédulos.

El proceso de secularización de la Igreja en el Brasil ya comenzó. Y está siendo promovido desde arriba hacia abajo en nuestros seminarios. Hoy hay profesores que no aceptan la inspiración y la inerrancia de la Biblia, pero continúan impartiendo clases en nuestras instituciones. Los profesores fieles son llamados ‘fundamentalistas’ y son despedidos de los seminarios. Es necesario orar y trabajar. Los oficiales y concilios de la iglesia necesitan tomar advertencia contra el sueño de la apatía y el pecado de omisión. Deben observar la recomendación del apóstol Pablo: «Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad…» (Hechos 20:28-21).

Parte 2 – ¿Vocación o profesión?

En la iglesia evangélica de hoy, el pastorado se está secularizando, o sea, dejando de ser un oficio sacerdotal y convirtiéndose en una profesión. La secularización del pastorado se manifiesta en el proceso de ser, de formarse, y de ejercer el pastorado – no según un modelo bíblico, sino según el modelo de una sociedad sin Dios. El que selecciona el candidato al ministerio hoy ya no es la comprobación del llamado de Dios, sino un funcionario religioso. Lo que forma al pastor hoy ya no es la iglesia, sino una Facultad Teológica de maestros y doctores sin experiencia pastoral. Los pastores cambian de iglesia como se cambia un trabajo. Mas y mas el sacerdocio pastoral está desvalorado. 

La vocación de ser pastor, según la biblia, es una vocación divina que incluye el llamado para un oficio y para el campo de trabajo. El apóstol Pablo declara: «Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Hechos 20:24). Y el Espíritu dijo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado» (Hechos 13:2). En estos dos versículos, la biblia muestra que la prioridad del verdadero ministro es cumplir el ministerio que recibió del Señor, trabajando siempre en el lugar al cual el Señor lo envió.

La gran consecuencia para la iglesia hoy es que con la secularización del pastorado, ella produce muchos teólogos pero pocos pastores. El hecho incontrovertible de que esto es así es que hoy hay muchos pastores sin trabajo en la iglesia Presbiteriana de Brasil, pero los seminarios continúan fabricando teólogos en serie como si fuera un linea de producción industrial. Hay varias iglesias que han tenido experiencias traumáticas con sus pastores, y hoy necesitan de pastores pero no quieren recibir esta sobrada mano de obra. ¿Cómo podemos resolver este problema a la luz de la afirmación de Jesús, cuando dijo, La mies a la verdad es grande, más los obreros son pocos? Si los obreros son pocos, y la mies es grande, ¿cómo explicar el exceso de pastores y de seminarios y de facultades teológicas? Si la mies es grande y sobran los obreros, ¿no está fallando la iglesia en su tarea misionera? O ¿será que debemos cerrar algunos seminarios?

El profeta Jeremías afirma que una de las maneras en que Dios castiga su pueblo es dándoles un liderazgo sin vocación. Dice él: «Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo;y os tomaré uno de cvada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion;y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia» (Jeremías 3:13,14). Los pastores según el corazón de Dios, que apacienten el rebaño de Cristo hoy, es una gran necesidad. Es necesario hoy que la iglesia encare la selección de sus pastores desde esta perspectiva sobrenatural, por medio de la oración, como una dádiva de Dios y no meramente de la perspectiva secularizada de la contratación de un nuevo funcionario.

Yo entiendo que el pastor «según el corazón de Dios» apacentará cualquier rebaño local con conocimiento e inteligencia, dedicándose a tres tareas principales: la oración, la predicación y la enseñanza, y la visitación. Estas tres cosas darán fundamento sólido para cualquier pastorado, independientemente de la región o del contexto en que se encuentre la iglesia. Toda oveja necesita las oraciones de su pastor, necesita el alimento de la palabra preparada por su pastor, y necesita consejo y cuidado por medio de las visitas de su pastor. Cualquier programa de formación pastoral, sea en un seminario o una facultad, que no contemple estas tres tareas, no formará un pastor con una filosofía bíblica del ministerio.

Hermano – luchemos juntos contra la secularización del pastorado, valorando los verdaderos pastores. Pidamos a Dios la bendición de tener pastores según su corazón: «Rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies» es la orden de Jesús.

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