Por José Ramírez, MTh.
Reforma Siglo XXI, Vol. 19, No. 2
PREÁMBULO
En la primera parte de esta pequeña biografía del gran Fraile Agustiniano, Dr. Martín Lutero, nos enfocamos en detalles de la vida del reformador tales como: los orígenes humildes de Lutero, la vida espiritual de Lutero, el magno proyecto de Lutero: la traducción del Nuevo Testamento a la lengua vernácula, el idioma del pueblo. En este segundo artículo de la vida del Reformador Martín Lutero nos enfocaremos en el proyecto que cambiaría la vida de la Iglesia alemana, europea y mundial: las 95 tesis; seguiremos la historia con el punto que llevó al rompimiento del fraile con Roma, y por último, la vida privada de Lutero, su gran amor.
Hay mucha historia por cubrir, pero la historia es fascinante e importante. Alguien dijo: “Recordar es vivir” y la historia nos ayuda a observar en el pasado lo que se ha hecho bien o lo que se ha hecho mal para recuperar en el presente lo que es importante para ser mejores y no repetir los errores del pasado. Martín Lutero fue un personaje que inspiró a muchos y aun después de 500 años del gran inicio de su legado nos sigue inspirando y hablando de la importancia de seguirnos reformando en nuestra manera de pensar, actuar y proponer. La vida de Lutero es un ejemplo de fe y superación emocional que nos enseña que debemos enfocar nuestras experiencias negativas en la vida para hacer el bien y así ver donde Dios está obrando y unirnos a Él en la obra que está llevando a cabo. Al final, Dios quien tiene el control de todo lo que pasa en este mundo está desarrollando su plan perfecto a través de la historia de su amada Iglesia.
Hoy después de 500 años de fe cristiana y de la Reforma Protestante, parece que hemos regresado al punto de donde partieron los reformadores. ¿Por qué será que los seres humanos somos tan duros para aprender de la historia? ¿En dónde está ese o esos hombres con el espíritu de Martín Lutero para reformar la Iglesia del siglo xxi? La Iglesia ha retrocedido quinientos años en la historia y está en la misma condición espiritual, social, anímica y cultural en la que se encontraba en el siglo xvi cuando Dios levantó a un Jabalí, Martín Lutero, según la predicción del gran predicador Juan Huss el 6 de Julio de 1415, cuando era asesinado por la Iglesia Católica Romana por considerarlo un hereje y conspirador contra la que ellos llamaban la única y verdadera Iglesia.
Las 95 Tesis: El proyecto que cambiaría la historia de la cristiandad
Las noventa y cinco tesis clavadas por el fraile alemán en la puerta de la Catedral de Wittemberg en Alemania son una declaración abierta contra la manera abusiva con que la Iglesia Católica Romana estaba trasquilando las ovejas del Señor. La primera acción de Lutero fue enviar una carta al arzobispo de Magdeburgo, Alberto de Brandeburgo donde planteaba 95 tesis con las que pretendía poner fin a los abusos de los que eran objetos los feligreses por parte de los predicadores de indulgencias. La carta enviada por Martín Lutero en latín encabezaba lo siguiente: Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum, que también son conocidas como las 95 tesis. Estas fueron enviadas a las autoridades papales para su revisión y en forma de protesta contra el autoritarismo y la falsa doctrina acerca de las indulgencias que denigraba y atentaba contra la doctrina de la salvación. Las indulgencias pretendían eliminar de una manera comercial el pecado de los hombres que principalmente podían pagar por tal efecto. Pero ¿qué de aquellos pobres que no tenían el dinero para hacerlo? Sin duda que ellos eran condenados al infierno por no tener el dinero para pagar por su salvación. Esta doctrina iba completamente en contra de la doctrina bíblica de la salvación por gracia y por fe en Jesucristo que había descubierto el fraile alemán.
Martín Lutero el 31 de octubre de 1517 prosiguió según la tradición a clavar sus tesis en la puerta de la catedral de Wittemberg, lo que le acarreó grandes problemas con el clero. Este hecho sin precedente, no porque no se haya intentado anteriormente, sino más bien porque las autoridades eclesiásticas romanas siempre habían terminado sofocan- do el intento de reforma, comenzaría un tremendo debate teológico-doctrinal entre los reformadores y las autoridades papales de la época. Martín Lutero estaba convencido que no importaban las consecuencias de su atrevida empresa; él estaba dispuesto a pagar el precio por reformar la Iglesia del Señor a costa de su propia vida, si así se lo demandaba el Señor Jesucristo. Lo importante en sí es que había que ter- minar con la tiranía y había que comenzar una nueva etapa para la cristiandad que a gritos pedía un cambio más justo y sincero para rendir culto a su Dios.
Martín Lutero sabía que el domínico y predicador de indulgencias, Johann Tetzel, no se iba a quedar tranquilo sabiendo que él se había atrevido a desafiar todo un sistema religioso con su propuesta. Por eso tomó las medidas necesarias para que la maldad de Tetzel no le alcanzara. Su amigo y protector el príncipe Federico III de Sajonia financió y protegió el proyecto de Lutero por algunos diez años. En este tiempo Lutero tradujo el Nuevo Testamento al alemán, hasta que la conspiración estuviera fraguada; luego huyó del castillo donde estaba escondido para salvar su vida.
Uno de los hechos que indignó grandemente a Lutero fue que sus feligreses iban a comprar indulgencias fuera de la región del príncipe Federico III de Sajonia; ya que este y el duque Jorge el Barbudo habían prohibido la venta de indulgencias en sus territorios. Lo más difícil del caso era que cuando regresaban y se confesaban presentaban las indulgencias compradas como garante de su perdón. Con todo esto tuvo que luchar el fraile alemán para reformar a la Iglesia que tanto amaba.
Sin duda que el más sorprendido fue Lutero al ver la aceptación que sus 95 tesis tuvieron en el mundo cristiano alemán y europeo. La venta y distribución fue fenomenal y así comenzó el debate teológico-doctrinal entre Lutero y los simpatizantes de sus reformas temerarias y el clero romano. El éxito de las 95 tesis se le puede atribuir a que el tiempo de Dios había llegado y la Iglesia tenía por fuerza divina que seguir un rumbo diferente y con conciencia y verdadero conocimiento en la Sagradas Escrituras. Doctrinas como la suficiencia de la Biblia, la interpretación privada de la Biblia, la salvación por gracia, etc., se redescubrieron y los creyentes podían tener seguridad en que son salvos por pura misericordia de Dios. El hecho que Lutero y sus escritos no fueran condenados rápidamente tiene implicaciones divinas, pero también había cierto temor de parte de las autoridades; ya que cada vez Lutero y sus escritos se hacían más populares y más leídos. Esto causó que las mismas autoridades eclesiásticas vacilaran acerca de qué era lo que tenían que hacer con Lutero.
Ahora, es importante que mencionemos que el hecho de que Lutero presentara estas tesis no significa que entendiera exactamente cómo funciona la gracia de Dios en la salvación. De hecho, la razón por la que Lutero se declara en contra de las indulgencias es porque Jesucristo, según Lutero, ordena la penitencia como pago de los pecados. Además, el documento seguía teniendo la intención de reformar la Iglesia sin dividirla. Lutero solo quería conciliar las cosas y reconvenir al clero a que no se siguiera engañando al pueblo con la falsa venta de perdón por el pecado. El asunto aquí es que el clero estaba tan necesitado de dinero para terminar la Basílica de San Pedro que no paró la venta de su más preciado tesoro. Sabiendo que Lutero estaba agitando el agua construyeron un caso contra el fraile agustiniano para excomulgarlo de la Iglesia y así que los dejara de molestar en su empresa ambiciosa y diabólica.
Por último, en este apartado me gustaría afirmar que Lutero sabía con seguridad a lo que se estaba enfrentando, y que no era nada fácil. Este sentir se ve reflejado en su oración que cito a continuación: “Señor Dios, Tú me has puesto en tarea de dirigir y pastorear la Iglesia. Tú ves cuán inepto soy para cumplir tan grande y difícil misión, y si yo lo hubiese intentado sin contar contigo, desde luego lo habría echado todo a perder. Por eso clamo a Ti. Gustoso quisiera ofrecer mi boca y disponer mi corazón para este menester. Deseo enseñar al pueblo, pero también quiero por mi parte aprender yo mismo continuamente y manejar tu Palabra, habiendo meditado en ella con diligencia. Como instrumento tuyo utilízame. Amado Señor, no me abandones de ningún modo, pues donde yo estuviera solo, fácilmente lo echaría todo a perder. Amén”.1 Estas palabras salen de un corazón que cree que con lo que está haciendo se está enfrentando a sus autoridades, que fácilmente lo pueden condenar a muerte, por eso necesita la ayuda del Dios que lo puede librar de la muerte y del infierno. El corazón pastoral de Lutero se ve reflejado en esta oración, ya que más que una oración por protección lo que pide es ayuda para terminar la obra de reforma que la Iglesia necesita. En este ambiente y lucha nace la Reforma Protestante del xvi que ha impactado a la cristiandad del mundo.
El rompimiento definitivo con el Papa y Roma
El momento por fin llegó. Las 95 tesis y Lutero fueron condenados por el papa León X, un hombre perverso y ambicioso. La excomunión del fraile agustiniano Martín Lutero era un hecho. El peligro acechaba a Lutero, como había sido con los reformadores que le antecedieron a él. La fe y de- pendencia de Dios estaban siendo puestas a prueba. Lutero debía tomar la más difícil de las decisiones para el presente, y futuro de la Iglesia. Dios le estaba mostrando un camino mejor, pero esto significaba prácticamente renegar de la Iglesia que amaba y darle la espalda a una buena cantidad de colegas, que era muy probable que por su decisión se convirtieran ese día en sus enemigos. Una dura crisis emocional, pero llena de la más sincera fe y convicción de que se debía seguir lo correcto, lo que la consciencia dictaba, claro, después de escudriñar las Escrituras. Lo correcto y objetivo para Lutero era seguir las Escrituras, lo demás era peligroso y subjetivo.
Justo González nos informa que el hombre que fue utilizado por León X, era tanto o más perverso que él, y este hacía aseveraciones increíblemente blasfemas acerca de la remisión de pecados. Justo González dice: “Así, por ejemplo, Tetzel y sus subalternos pretendían que la indulgencia que vendían dejaba al pecador “más limpio que al salir del bautismo”, o “más limpio que Adán antes de caer”, que “la cruz del vendedor de indulgencias tiene tanto poder como la cruz de Cristo”, y que, en el caso de quien compraba una indulgencia para un pariente difunto, “tan pronto como la moneda sonaba en el cofre, el alma salía del purgatorio”.2 Juan Tetzel comerciaba con la voluntad inocente de los feligreses y con la verdad acerca de la salvación. Según Tetzel se puede ser salvo sin la cruz de Cristo y se puede amar a Dios amando las riquezas; un hecho condenado por el mismo Señor Jesús cuando dijo que no se puede servir a las riquezas y a Dios porque o se ama a uno o al otro (Mateo 6:24).
En junio de 1520 el papa León X hizo pública la bula exsurge domine, donde amenazaba a Lutero a la excomunión y a su vez ordenaba el exterminio de cualquier escrito de Lutero, a quien ya consideraba enemigo de Roma y del Papa. El espíritu temerario y enérgico de Lutero le impulsó el 10 de diciembre de 1520 a responder de la misma manera a Roma quemando tanto la bula papal como los libros de derecho canónico. Este acto, por supuesto, abonó a la tensión que ya existía entre él y sus enemigos. Lo menos deseado se hizo una realidad. El 3 de enero de 1521, por medio de la bula Decet Romanum pontificem, la excomunión de Lutero se hizo realidad y se pidió definitivamente que se quemaran los libros y cualquier escrito de Lutero. Sin embargo, debido a la rápida circulación de los escritos de Lutero, se pudieron conservar casi todos los documentos que el reformador alemán había elaborado para la cristiandad. Sin duda alguna que lo que el enemigo había maquinado contra la obra de Dios se vio frustrado, porque el tiempo de Dios había llegado y era inevitable que la Iglesia de Dios tomara un nuevo rumbo hacia la verdadera libertad que existe en Cristo y no a un mero sistema religioso nocivo y abusivo.
Lutero fue convocado a la famosa Dieta de Worms donde pusieron fin a la persecución de palabras para reconvenir a Lutero y comenzar una persecución física contra el fraile. Era necesario que esta última reunión se llevara a cabo, ya que había que recibir el apoyo del estado para hacer efectivo y legal la declaración de enemigo de Roma y del Papa al fraile alemán. Es curioso observar que el Papa en la primera dieta le exigía a Lutero que se retractara de 41 de las 95 tesis porque estas atentaban contra la hegemonía de la Iglesia y por ir en contra de lo que la Iglesia cree. El protector legal de Lutero, Federico III de Sajonia, pidió al emperador un salvoconducto donde se le respetaría la vida a Lutero. El emperador se lo concedió; sin embargo, Federico, temiendo lo peor, mandó a secuestrar a Lutero por medio de una guardia de enmascara- dos para protegerlo en su palacio donde vivió por 10 años y donde tuvo la oportunidad de traducir el Nuevo Testamento al alemán.
Había bastante incertidumbre política después de la muerte de Maximiliano, y esto le dio un considerable tiempo a Lutero y sus colegas en la lucha para que su posición se extendiera cada vez más. En medio de todo esto el Papa mandó a Karl van Miltitz, pariente de Federico, con una rosa de oro para Federico y una ramita de olivo para Lutero para congraciarse con ellos y así ganarse la voluntad y de una manera pacífica terminar con la controversia, a la que Lutero no estaba de acuerdo. Relativamente el Papa logró su propósito, ya después que Lutero se entrevistó con Miltitz se comprometió a no seguir con su propuesta reformista, siempre y cuando sus enemigos abandonaran el ataque hacia su persona; esta relativa paz la rompió Juan Eck al atacar a un colega de Lutero y se volvió a la lucha reformista. Ya en la Dieta de Worms, Eck acorraló a Lutero llevándolo a declarar que el Cecilio de Constanza se había equivocado al condenar a Juan Huss y que el cristiano con la Biblia en mano tiene más autoridad que cualquier papa y cualquier concilio, desatando con esto la ira del clero y condenando a Lutero definitivamente.
La respuesta de Lutero fue negativa a las exigencias del concilio, y es aquí donde se registra la famosa frase de Lutero: “no puedo ni quiero retractarme de cosa alguna pues ir en contra de la conciencia no es justo ni seguro, Dios me ayude”. Lutero tenía razón de sobra para pedir la ayuda de Dios, ya que estaba en serios problemas por causa de su fe. Primero había quemado la bula papal, esto se consideraba una declaración abierta contra el Papa y contra Roma; sin embargo, con esta nueva osadía del fraile rompía definitivamente con el imperio también, así que lo único que le quedaba y el único que lo podía defender era Dios. Estaba rodeado de enemigos, y de este punto en adelante también el imperio se volvería contra él. Solo Dios con él, y solo Dios le podía ayudar, porque ni el mismo Federico su protector quería hacerlo por mucho tiempo, ya que esto lo convertía también en enemigo de Roma y del estado.
Es justo decir que Lutero jamás escondió que él era el que había creado todos los libros, y documentos que se le presentaron, ni las motivaciones que lo llevaron a redactarlos. Sin embargo, Lutero contundentemente rechazó retractarse de sus enseñanzas. Hasta este punto Lutero prefería la muerte que ser señalado por sus hermanos, y lo que es peor, por Cristo, como un cobarde que en la persecución negó la verdad que él mismo había descubierto en las Escrituras y que la Iglesia había abandonado y desacreditado. El argumento de la Iglesia para Lutero estaba tan fuera de la verdad, la Biblia, que él no estaba de acuerdo en hacer caso. Con la decisión del concilio, Lutero se defendió en lo que quería hacer. La decisión estaba tomada. La reforma protestante empezó su trabajo en Europa y luego se extendería a todo el mundo. Lutero rompió definitivamente con Roma y tenía un gran trabajo por delante.
El Gran Amor de Lutero
El cambio de vida de Lutero fue notable. Para algunos, el hecho de que Lutero contrajera matrimonio era peligroso para el desarrollo de la reforma, pero para otros era la señal que con esto el reformador estaba rompiendo completamente con Roma. Catalina de Bora fue una monja que se convirtió al protestantismo y abandonó los hábitos, y luego llegó a ser la persona más importante en la vida de Lutero. El día esperado llegó: el 25 de junio de 1525, por fin Lutero con- trajo matrimonio con la mujer que cariñosamente llamaba Caty. Según algunos historiadores la ahora esposa de Lutero era 16 años menor que él. Muchos amigos con buena intención aconsejaron a Lutero que el matrimonio no le convenía, ya que el matrimonio le iba a desenfocar, arruinando así los avances que habían tenido la Reforma Protestante. Para bien del mismo reformador, las sospechas de sus amigos no se cumplieron y Caty llegó a ser un fuerte apoyo para Lutero y su causa reformadora. Lutero mismo testifica que antes que Caty llegara a su vida todo en su casa era un caos, incluyendo sus finanzas, pero con la ayuda de Catalina las cosas tomaron el lugar necesario dando estabilidad al reformador y tiempo extra para trabajar en su proyecto eclesiástico.
Lutero demostró tener un corazón pastoral y sacerdotal al cuidar a sus seis hijos y a su esposa. Por otro lado, en 1529, agregó otra actividad a su lista, para tener una entrada de dinero extra, alojaba estudiantes en su casa. Esto lo mantenía ocupado sirviendo y aconsejando a los estudiantes. Algunas cosas a destacar de la vida familiar de Lutero son las conversaciones que mantenía a la mesa con sus numerosos huéspedes y familia, las cuales han sido registradas para nuestra información.
Lutero aprendió rápido que la vida matrimonial conlleva mucho sacrificio, pues hay que preocuparse por la compañera que Dios ha designado para compartir los tiempos buenos y los tiempos malos. Dejar de preocuparse por la esposa, para Lutero, era como renegar de sí mismo, o descuidarse a sí mismo. Catalina o Caty, fue una gran mujer que logró meterse muy adentro del corazón de Lutero por sus actos de nobleza, pero, además, era una mujer de arduo trabajo e in- agotable espíritu emprendedor. Lutero sabía que ahora tenía una responsabilidad con su compañera idónea y sus hijos, que iban llegando a ocupar un lugar importante en su matrimonio. Los biógrafos de Lutero concuerdan en que Catalina fue una mujer que supo impactar a Lutero de adentro hacia afuera. La verdad que cuidar al enfermizo Martín nunca fue fácil para Catalina, ya que Lutero muy a menudo sufría de insomnio, gripe, estreñimiento, hemorroides, etc., pero la abnegada esposa de Lutero siempre estaba ahí para él, así como la mujer virtuosa de Proverbios 31. La admiración de Lutero por su esposa era profunda y lo dejó plasmado en un comentario que él hiciera a un amigo: “Mi Caty está en todas las cosas, tan complaciente y agradable para conmigo que no cambiaría mi pobreza por las riquezas de Creso”. Le dio el tributo más alto cuando llamó a la epístola de San Pablo a los Gálatas “mi Catalina de Bora”. Comenzó a preocuparse un poco por su devoción: “Le doy más crédito a Catalina que a Cristo, que ha hecho mucho más por mí”.
A todo esto, algo más se agregó a la abnegada Catalina. Al parecer adquirieron una granja, la cual manejaba y administraba su querida esposa. Ella mataba los cerdos, las gallinas y vendía la carne en el mercado, se cree que la misma Catalina se encargaba de la venta de las vacas que también producía su granja. Al parecer la señora Lutero tenía grandes habilidades comerciales y eso le permitió a Lutero dedicarse más de lleno a la escritura y pastorado de la grey del Señor.
Conclusión
Escribir acerca de un hombre como Martín Lutero no es cosa fácil. En esta pequeña biografía la intención principal es dejar en la mente del lector la reflexión que nada es fácil en la vida. Lutero tuvo que renunciar a muchas cosas para hacer la obra del Señor. Cuando Lutero clavó las 95 tesis en la puerta de la Catedral de Wittemberg estaba desafiando a todo un sistema religioso y poderoso, y que tenía como aliado suyo al estado que ejecutaba la espada contra los enemigos de la Iglesia. Contra todo esto fue el reformador, y por la pura providencia de Dios salió ileso y pudo impulsar una obra tan increíblemente importante para la cristiandad de ayer, de hoy y hasta que el Señor regrese por su Iglesia.
Lutero no fue un simple renegado que se atrevió a desafiar al Papa y a Roma. Lutero fue el hombre que Dios escogió como instrumento para cambiar el rumbo de la Iglesia y devolverle a la cristiandad la verdad más completa que jamás ha tenido el hombre, la Biblia. Cuando lo irremediable llegó, Lutero estaba preparado para enfrentar todo lo que su empresa le exigía. Por eso en un acto de completa dependencia de Dios se encomendó en sus manos dejando que sea Dios el que juzgue su causa, y si él es hallado culpable por Dios que sea Dios el que haga justicia sobre él. Por momentos, el temor se apoderaba de Lutero sabiendo que la maldad de las autoridades eclesiásticas era sin límite y que estas eran impredecibles. De hecho, Lutero sabía que injustamente y violando incluso un salvoconducto, el Concilio de Constanza había sentenciado a muerte en la hoguera a su antecesor Juan Huss. Sin embargo, también estaba seguro de que si él no hacía nada, Dios levantaría a otro hombre para que hiciera la obra que se le había encomendado. Por eso, prefirió ser él quien lo hiciera, aunque eso fuera en contra de su misma estabilidad física.
Como un hombre que sabía vivir la vida intensamente, Lutero se casó y vivió una vida intensa con su esposa con la que procrearon seis hijos. Su casa siempre estuvo llena de personas. Además de sus hijos, la hermana de su esposa quien tenía seis hijos también vivió con ellos, y siempre les dio posada a estudiantes que llegaban a la ciudad para capa- citarse y no tenían dónde vivir. Es que un hombre con el espíritu de Lutero buscaba dejar un legado en la gente y sociedad en la que vivía y se desarrollaba.
José Ramírez es profesor a tiempo completo de MINTS International Seminary. Sirve además como Decano Académico Asociado de MINTS Centroamérica y coordina el programa hispano de MINTS en Toronto. Es Director Ejecutivo de MINTS El Salvador y Director Administrativo de MINTS Cuba. Trabaja en un Ministerio Misionero entre Los migrantes mexicanos que llegan a trabajar a Ontario, Canadá, y está plantando Iglesias en la Región Centroamérica.
Está casado con Rosa Ramírez con quien tiene dos hijos: Rosa y Steve Ramírez. Viven en Toronto, Canadá, y son miembros activos de la Iglesia Reformada del Pacto. Tiene 19 años de experiencia ministerial en diferentes áreas. Tuvo el privilegio de plantar tres iglesias en los años 2000 y hoy es fiel en la formación de nuevos pastores.