Por Elkin Pérez
Reforma Siglo XXI, Vol. 7, No. 1
Elkin Pérez participó como músico durante varios años con un grupo ‘evangélico’. Al darse cuenta de muchas aberraciones tanto doctrinales como morales, salió del grupo, y se ha unido a la Iglesia Reformada en Bogotá. En las palabras que siguen, cuenta un poco de su experiencia
Conocí la llamada ‘teología de la prosperidad’ a penas comenzando mi vida cristiana. Puedo hablar abiertamente de ella, pues lo que escribo fue una experiencia real, de lo cuál nada es inventado. Mi intención es compartir mi experiencia, porque estoy muy feliz de haber conocido las doctrinas de la gracia.
Tristemente tengo que decir que participé del abuso que se le hace a la gente haciéndole creer cosas totalmente anti-bíblicas. En la iglesia donde comencé a servir a Dios yo participaba tocando el piano en la alabanza, y una de las cosas que distinguía a esta iglesia era la venta indiscriminada de pañuelos ungidos con aceite ‘santo’ supuestamente traído de ‘Israel’. Pero el truco consistía en que el pastor me mandaba a comprarlos al supermercado donde el dueño casualmente se llamaba ‘Israel’. Mi ‘pastor’ con risa burlona justificaba este proceder de un pasaje bíblico – Hechos 19:11- y decía que de igual forma como había sucedido a Pablo, sucedía con sus pañuelos. Él aseguraba que si había un endemoniado o un enfermo y le colocaban este pañuelo, automáticamente quedaría libre y sano de toda enfermedad. Lo mismo hacían con cassettes de la oración ‘ungida’ del misionero David Martins Miranda, fundador de esta iglesia bien llamada secta, ‘Dios es amor’ de procedencia brasileña. A este hombre lo idolatraban de manera exagerada. Vendían además de sus cassettes, llaveros con su fotografía, pues afirman que supuestamente esto les ayudan a cuidar su vivienda, su carro etc. Inclusive recuerdo a una señora que testificó que una vez que salió de su casa dejó por descuido las llaves pegadas en la puerta y se demoró todo el día. Cuando llegó a su casa no se le habían entrado los ladrones, pues el misionero le había cuidado la casa.
Es vergonzoso para mi contar estas bajezas que practican ciertos pseudocristianos. Yo sabía que todo era parte de un ‘show’ para que la iglesia se llenara de gente. El tiempo que yo pertenecí a esta iglesia lo hice por que realmente quería de todo corazón servirle al Señor, pero estas personas hicieron que mi estadía fuera un martirio. Después de un tiempo de hacerme miembro de su iglesia, comenzaron a utilizar mi testimonio, pues en mi vida pasada estuve involucrado con el mundo de la música y llegué a conocer lo que era la fama. Yo había formado parte de una orquesta muy conocida en la frontera con Venezuela, y a raíz de éste testimonio hicieron el dinero que usted no se imagina. Lo mas triste es que utilizaron a Jesucristo y mi testimonio como gancho publicitario para ‘atracar’ a una cantidad enorme de personas, que sumergidas en la profunda ignorancia, participaban de aquellos cultos.
Aprovecho para contar que esta iglesia llama a la preparación teológica y a sus instituciones como ‘cementerios de cristianos’, pues afirman que quien estudia teología es por que el Espíritu Santo seguramente no les da la palabra suficiente para enseñar. Por esto necesitan estudiar. Algo que me pareció contradictorio fue esto que te acabo de contar, pues en mi corazón siempre existió el anhelo inmenso de una preparación para el ministerio, y por eso aprovecho para agradecerle a MINTS (Miami International Theological Seminary un programa por extensión con más de 500 estudiantes en Colombia) por haber llegado a nuestras vidas.
Una de las cosas que mas me pareció absurda y que no pude soportar, fue la última experiencia desastrosa que viví con ellos. Tuvo lugar en una vigilia, que tradicionalmente ellos hacían de las 9 de la noche hasta las 5 de la mañana, donde el pastor comúnmente tenía participación a las 4 de la mañana para dar la última palabra. En esta ocasión particular, subió dos horas antes de lo acostumbrado, y formó un relajo que llegó a tal punto de vender cuanto objeto inanimado había en el púlpito. Estaba tan desesperado por dinero, que cuando ya iba a finalizar la vigilia (no predicó la palabra esa noche) tuvo la gran idea de sacar su pañuelo, secó el sudor de su frente y dijo que allí ¡reposaba la unción del Espíritu Santo! Para comprobarlo, pidió a la iglesia que le miraran y que los demonios comenzarían a gritar. ‘Casualmente’ así sucedió. Para resumir, dicho pastor de nacionalidad peruana llamado Antonio Ginés, subastó el pañuelo y le dieron un millón de pesos colombianos, aproximadamente unos 300 dólares americanos. El pañuelo realmente costaba medio dólar americano. Esta fue la última noche que toqué con ellos, ya que mi consciencia no soportó más. Gracias a Dios que Él tenía preparada una iglesia sana para mi y mi esposa.
Espero que no sea la única oportunidad que tenga para compartir con ustedes estas vivencias, pues yo sé que hay muchos que leen el boletín de la CLIR, y sé que van a pedir orientación en cuanto a estas cosas. Los felicito por su boletín teológico, y que ¡sigan adelante! Que Dios los bendiga.
Bogotá, Colombia