Por A.B. Dayman
Reforma Siglo XXI, Vol. 8, No. 2
(El material que aquí sigue podría parecerle un poco pesado para nuestros líderes de iglesias. Sin embargo, nuestras sociedades están enfrentando una vez más los mismos peligros del gnosticismo que atacaron a la Iglesia Primitiva. Los primeros pastores Cristianos pelearon el gnosticismo – no ignorándolo, sino respondiendo en palabra y por escrito. Hoy nos toca hacer lo mismo. Recomendamos hacer el esfuerzo necesario por asimilar el siguiente artículo de Dayman – ¡y así pelear!)
Las Escrituras enseñan que Dios, quien creó todas las cosas, y quien es infinitamente personal, es tanto trascendente (Sal. 97:9; Isa. 55:8-9; Job, capítulos 38-41) como inmanente (Sal. 139:7-8; Gén. 1:26-27) al mismo tiempo. Él no ha de ser identificado con su creación, no obstante, toda la creación declara su gloria (Sal. 19:1-6). No existe una gran cadena del ser3 entre el diablo y Dios, con Dios teniendo el ser y el diablo, el no ser. Dios es increado, auto-suficiente y tiene un carácter de “aparte” con respecto a su mundo. Cuando nos referimos a la inmanencia, hablamos de la presencia de Dios en la creación.
Dios es simultáneamente inmanente y trascendente; no obstante, hoy la inmanencia se ha convertido en la preocupación de todos los hombres, incluidos los Cristianos. De hecho, Harold Bloom ha hecho la aseveración innegable de que la religión Americana, independientemente de sus rasgos distintivos, es el gnosticismo.4 Aunque no podemos colocar en un mismo molde a los antiguos Gnósticos, los evangélicos, los liberales y los místicos, se puede expresar la opinión de que el Gnosticismo está penetrando nuestra cultura, incluyendo el Cristianismo. Los antiguos gnósticos enfatizaban tanto la inmanencia de Dios que llegaron a creer que Dios en realidad era parte de ellos. La línea entre Dios y el yo se hizo indistinguible.
El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto y de la Literatura Nag Hammadi en 1947 ha causado un incremento de la curiosidad académica con los antiguos textos gnósticos y su relación con la primera comunidad Cristiana. Hay muchos libros hoy en el mercado afirmando ser textos bíblicos “perdidos” que en realidad son enseñanzas Gnósticas. De hecho, los Cristianos han sabido de estos textos por años pero fueron excluidos del canon original de la Escritura. El avivamiento actual del Gnosticismo y del movimiento de la Nueva Era es más el resultado del Romanticismo y el Avivamentismo del siglo diecinueve que del descubrimiento de los textos Nag Hammadi. De acuerdo a Richard Tarnas:
… la religión en sí era un elemento central y perdurable en el espíritu Romántico, ya sea que tomase la forma del idealismo trascendental, del Neoplatonismo, el Gnosticismo, el panteísmo, la religión de misterio, la adoración de la naturaleza, el misticismo Cristiano, el misticismo Hindú-Budista, el Swedenborgianismo, la teosofía, el esoterismo, el existencialismo religioso, el neopaganismo, el shamanismo, la adoración a la Diosa Madre, la divinización evolucionista humana, o algún sincretismo de estos. Aquí, lo “sagrado” seguía siendo una categoría viable, mientras que en la ciencia hacía mucho que había desaparecido. Dios fue redescubierto en el Romanticismo – no el Dios de la ortodoxia o del deísmo, sino el del misticismo, el panteísmo y del proceso cósmico inmanente; no el patriarca jurídico monoteísta sino una divinidad inefablemente misteriosa, pluralista, que lo abarca todo, neutral o incluso femenino en género; no un creador ausente sino una fuerza creativa sobrenatural en la naturaleza y en el espíritu humano.5
Hay una fuerza gnóstica que toca toda nuestra cultura, desde la ciencia a la política, del arte a la religión, de los negocios a la educación. Sus características distintivas suenan muy familiares:
Inmanencia, No Trascendencia
Los Gnósticos creían que eran Dios o que Dios era realmente parte de ellos. Su espíritu era la “chispa divina” que provenía de Dios. El yo sigue siendo el punto focal. Es interesante ver como la psicología moderna y su panteón de la auto-ayuda siguen los pasos de C. J. Jung,6 un psicólogo gnóstico confeso. La distinción ortodoxa entre el Creador y la criatura se ha vuelto borrosa y la santidad de Dios es lanzada por la ventana.
La espiritualidad Jungiana ha entrado a la Iglesia a través de la teoría de los tipos psicológicos. El Indicador del Temperamento Myers-Briggs (MBTI) fue desarrollado específicamente para sustentar la teoría del tipo de Carl Jung (Jung, 1921, 1971). El Dr. Jeffrey Satinover, cuyo trasfondo como eminente erudito Jungiano, analista y anterior Presidente de la Fundación C. G. Jung, ha declarado, “Una de las formas modernas más poderosas de Gnosticismo es, sin lugar a dudas, la psicología Jungiana, tanto dentro como fuera de la Iglesia.”
Algunos individuos clave que promueven el evangelio Jungiano en la Iglesia son Morton Kelsey, John Sanford (no John y Paula Sandford), Thomas Moore, Joseph Campbell, el Obispo John Spong y notablemente Paul Tillich.7 Estos hombres han promovido una síntesis mortal entre Jungianismo y Cristianismo. Ha estado avanzando con mucha firmeza, comenzando con su entrada en el Catolicismo Romano y la renovación Episcopal a mediados del siglo veinte y hacia delante a partir de entonces hacia el corazón del evangelicalismo.
No es una exageración decir que las posiciones teológicas de la mayor parte de las denominaciones históricas en su enfoque del cuidado pastoral, lo mismo que en su doctrina y liturgia, se han vuelto más o menos idénticas con la teología simbólica y psicológica de Jung. En una buena cantidad de universidades evangélicas teológicas, el MBTI8 está siendo impuesto sobre el cuerpo estudiantil y es parte de los requerimientos de ingreso. De acuerdo a Martin y Deidre Bobgan, los cuatro temperamentos “se desarrollaron a partir de una visión mitológica y astrológica del hombre y el universo.”9 Este hecho básico parece ser pasado por alto por muchos que se considerarían a sí mismos ortodoxos en la actualidad. ¿Es el hombre un producto de su ambiente (las estrellas) o es siervo de Dios?
El Concilio de Calcedonia ha sido llamado el fundamento de la libertad Occidental.10 En él Jesucristo es proclamado como, “de una vez completo en Deidad y completo en humanidad… reconocido en dos naturalezas sin división, sin separación; sin ser la distinción de naturalezas, de ninguna manera, anulada por la unión, sino más bien características de cada naturaleza, siendo preservadas y unidas para formar una persona y subsistencia, no como partidas o separadas en dos personas, sino uno y el mismo Hijo Unigénito de Dios, la Palabra, el Señor Jesucristo.” La encarnación nos describe la trascendencia, la auto-suficiencia de Dios y su carácter de “aparte” con respecto a su mundo, y la inmanencia, la presencia de Dios en la creación.
Esta Definición se convirtió en la piedra fundamental de la ortodoxia y condenó efectivamente el sincretismo de cualquier tipo. Al negar la confusión de lo humano con lo divino, incluso en Cristo, hizo imposible la inmanencia en cualquier otra persona o institución. La divinización del hombre o del Estado era totalmente imposible. Las doctrinas de la encarnación y de la Trinidad dan testimonio de que Dios es simultáneamente inmanente y trascendente.
Aunque la mayor parte de los evangélicos estaría de acuerdo con la ortodoxia, hoy la tendencia es rendir un servicio de labios solamente a la trascendencia mientras se practica la inmanencia en sus muchas manifestaciones. La religión del poder, siguiendo los métodos avivamentistas de Charles Finney, ha llegado a ser el punto focal. La manipulación de los eventos externos hablando las “palabras de poder” es lo que llamamos magia. Es un intento por alcanzar un fin deseado aparte del servicio legítimo. Fue la base de la tentación de Satanás a Jesús en el desierto: manda a las piedras que se conviertan en pan. Él tentó a Jesús a que se convirtiera en mago. Cristo respondió repitiendo Deut. 8:3, “no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.” Una apropiada relación de pacto significa obedecer los mandamientos éticos de Dios. Usar mal la palabra hablada para conseguir poder sobre la creación es un intento de ser como Dios, quien es el único que tiene el poder legítimo de proferir una palabra creativa. Es un esfuerzo de hacer inmanente el poder de Dios sin responsabilidad.
El Espíritu versus la Materia.
El espíritu es bueno y la materia es mala. Esto tuvo un gran impacto en el Cristianismo del principio y dio lugar a buena parte del movimiento ascético.
El misticismo Cristiano occidental fue un producto del mundo monástico y su búsqueda de la liberación espiritual. Como ya mencionamos el Cristiano fue primero afectado por las incursiones del pensamiento Gnóstico dualista en el que se pone un gran énfasis sobre la antítesis de la materia y el espíritu, el cuerpo y el alma. La doctrina Cristiana de la salvación del pecado fue transformada rápidamente por muchos en la creencia de que esto significaba una liberación de toda materialidad y de la existencia terrenal…11
La Caída, de acuerdo al Gnosticismo, no fue de la inocencia a la desobediencia (ética) sino del espíritu puro a los cuerpos físicos (metafísica.) El ser, estando aprisionado en este mundo material, está en batalla entre la luz y la oscuridad, el espíritu y la materia. La contraparte moderna de esto se llama “la mente sobre la materia.” La salvación es escape del cuerpo y del mundo físico. Esta cosmovisión de anti-resurrección y anti-encarnación alimenta el perfeccionismo provocando orgullo en aquellos que se ven a sí mismos como superiores en la escalera de la perfección (I Juan 4:1-3).
El neo-platonismo, que era la filosofía dominante a partir del siglo tercero A.C., integraba el pensamiento místico en el esquema de Platón lo mismo que incorporando los conceptos de Aristóteles. El cosmos creado, en toda su variedad, fue el resultado de una emanación divina del supremo Uno que se hallaba en el centro. Una serie jerárquica de gradaciones se movía de forma concéntrica y hacia fuera desde este centro ontológico hacia los límites más exteriores posibles. El universo era una vasta escalera del ser, desde el espíritu puro y divino a la materia bruta. El mundo, como el límite exterior de la creación estaba caracterizado negativamente como un ámbito de la multiplicidad (versus la Unicidad), la restricción y la oscuridad lo mismo que siendo imperfectamente hermoso y orgánicamente completo.
El monasticismo era Neoplatonismo aplicado. El hombre puede ver hacia arriba y hacia abajo en la cadena del ser y moverse en cualquier dirección. Moverse hacia arriba era ascender hacia el espíritu puro y la posible divinización. Moverse hacia abajo era corromper la chispa de divinidad adoptando el mundo de las sensaciones y la materia.12 Ascender en la escala del ser significaba abandonar el mundo material.
El Neoplatonismo ha afectado a la Iglesia convirtiéndola en el ámbito del espíritu, representando un orden superior, mientras que el Estado era el representante más alto del ámbito material inferior. En varios momentos de la historia Occidental tanto la Iglesia como el Estado se vieron como continuaciones de la encarnación. La cadena neoplatónica del ser miraba a Jesús como el líder en el proceso de ascensión. El proceso asumió un énfasis institucional en la historia y encontró su núcleo central ya sea en la Iglesia o en el Estado mientras asumía un lenguaje y una imaginería religiosa. Durante el siglo dieciséis, los juristas en Inglaterra llegaron hasta el punto de usar los argumentos del Credo de Calcedonia al aplicar la idea de la encarnación al rey: “… es de gran interés notar como en la Inglaterra del siglo dieciséis, por medio de los esfuerzos de los juristas por definir efectiva y precisamente los Dos Cuerpos del Rey, todos los problemas cristológicos de la Iglesia primitiva concernientes a las Dos Naturalezas fueron actualizados una vez más, y resucitados, en la monarquía absoluta de los comienzos.13
Hoy, debido mayormente al Hermeticismo, que fue popular durante el período Romántico y del Renacimiento, el hombre tiene el poder para evolucionar hasta convertirse en un dios terrestre. El hombre es descrito como “el que posee un conocimiento similar al divino y la capacidad creativa para usar ese conocimiento para emular la creación de Dios.”14
El hombre es un mago. El énfasis en la divinización del hombre es una forma de sacralización. Bajo este énfasis sobre lo inmanente, el mundo secular pasa por un proceso sacralizador de divinización. La naturaleza esencial del hombre es divina y sus capacidades intelectuales son iguales a las de Dios. Lo divino ha llegado a ser inmanente en el hombre, quien puede hacer que la creación alcance su pleno potencial y perfeccionar la existencia humana. La salvación aún sucede por medio del conocimiento pero el hombre es ahora el maestro de la historia. El Gnosticismo y el Hermeticismo difieren solamente en el hecho que uno se concentra en el más allá y el otro, en el más acá. Ambos tienen consecuencias inmanentes.
Cuando se llega al tema de las creencias, es probable que los Hermeticistas y los Gnósticos fueran parientes espirituales cercanos. Las dos escuelas tenían mucho en común, siendo su principal diferencia que los Hermeticistas miraban a la figura arquetípica de Hermes, como la encarnación de la enseñanza y la iniciación salvífica, mientras que los Gnósticos reverenciaban a la figura del salvador más reciente conocida como Jesús de una manera similar. Ambos grupos eran singularmente devotos a la gnosis, la cual entendían como la experiencia de liberar el conocimiento interior; ambos miraban la encarnación como una limitación que conducía a la inconsciencia, y que solamente la gnosis puede liberar al espíritu humano. La mayoría de las enseñanzas Hermeticistas se corresponden muy íntimamente con las ideas fundamentales de los Gnósticos.15
La Escritura enseña que el hombre fue creado a imagen de Dios. El cuerpo y el alma eran completamente buenos; no obstante, cuando el hombre trató de ser como Dios, ambos llegaron a ser depravados por la caída del hombre. Tanto el cuerpo como el alma son igualmente redimidos en Jesucristo. Sin embargo, el hombre sigue siendo hombre. Dios sigue siendo Dios. La distinción entre el Creador y la criatura es fundamental al Cristianismo. Históricamente, un Neoplatonismo de otro mundo – del más allá – ha infestado la fe. Hoy, una forma de este mundo se está insinuando en la enseñanza Cristiana a través de avenidas como las enseñanzas de Norman Vincent Peale, Robert Schuller, Agnes Sanford, E. W. Kenyon y los maestros de la Fe tales como Benny Hinn.16 La conducta no Cristiana, como la de enfocarse en los demonios, nombrarlos, colocarlos en jerarquías, atacarlos agresivamente, escucharlos, y formarse mitologías imaginativas sobre lo que la gente les “oye” y “ve” haciendo, son comunes hoy en muchas Iglesias. Esto se presenta bajo el título de mapeo o batalla espiritual.
Anti-Institucionalismo
Uno debe ser dirigido desde el interior y no debe estar sujeto a credos, doctrinas, rituales, sacramentos, o a personas o estructuras de autoridad. Se promueven formas experimentales (relativas a la experiencia) de adoración pública, antes que litúrgicas o doctrinales. Los líderes del movimiento eran aquellos que afirmaban tener un conocimiento secreto de revelación divina. Se gloriaban en su rebelión contra las enseñanzas y estructuras de la Iglesia tradicional en contraste con la enseñanza del Nuevo Testamento acerca de los creyentes sometiéndose voluntariamente a los oficiales de la Iglesia (Heb. 13:7).
En una conferencia reciente sobre Espiritualidades Alternativas y estudios de la Nueva Era en Inglaterra, uno de los talleres se titulaba, “Sacralizando el Yo y Demonizando las Instituciones: (Neo-) Gnosticismo y Anti-Institucionalismo.” Los expositores declaran en el ofrecimiento de su curso, “Nuestros expositores rechazan las instituciones tradicionales funcionales y racionales lo mismo que las modernas, porque experimentan su presión para conformarse como algo alienante. Argumentan que rendirse a este tipo de presión institucional inevitablemente causa problemas psicológicos y, en última instancia, la enfermedad física y una amplia gama de otros tipos de miseria.”
Esto le va bien al mundo consumidor post-modernista que ambiciona las experiencias máximas. La plétora de movimientos de “auto-mejoramiento” que existe hoy promete el desarrollo de la potencia experimental a través del ejercicio corporal, la contemplación, y la auto-concentración. Quebrantar los bloques psíquicos de las restricciones convencionalmente inducidas, liberarse de los instintos suprimidos o de las heridas subliminales, desarrollar el auto-abandono y el flujo pasivo de sensaciones, lo mismo que abrazar los misterios esotéricos y exóticos que guían estas actividades es algo que está fácilmente disponible para todos. Manejar la técnica apropiada es todo lo que se necesita.
Muchos evangélicos consideran el institucionalismo como una señal de debilitamiento de la devoción personal, excepto en grupos distantes que viven bajo normas monásticas. La fe, para ser fe, debe ser una confianza simple en un nivel personal, y el énfasis doctrinal, la estructura jerárquica y las formas litúrgicas necesariamente distorsionan y perjudican la conciencia de esta relación personal que por sí sola es conocimiento salvador. Sin devaluar el lado personal de nuestra fe debemos tener cuidado al señalar que hay un peligro similar en sobre enfatizar la experiencia personal. En nuestra época el pietismo es abrazado mientras que el institucionalismo es catalogado como reincidencia e incluso, como herejía. El pietismo se ha convertido en una epidemia creando un páramo espiritual.17 No es una situación de esto o aquello. Tanto lo personal como lo institucional es importante.
Mucho de esto es fruto de la enseñanza avivamentista de Charles Finney. Él promovió la idea de que el avivamiento es el resultado de técnicas aplicadas. Esta es la esencia de sus escritos. El evangélico moderno promedio cree que el avivamiento viene por medio de técnicas. La técnica se coloca en la parte frontal del evangelismo y los avivamientos. En lugar de predicar la palabra de Dios, orar y esperar el tiempo soberano de Dios para que dispense Su gracia, son comunes la psicología humana y las técnicas para mover la voluntad del pecador para que escoja a Dios. Dios realmente no necesita a la Iglesia para ministrar los medios de gracia; necesita vendedores.
Los Gnósticos siempre han dirigido la mirada hacia la “luz interior” que los pone en confrontación directa con cualquier institución. Esta perspectiva religiosa fundamental siguió siendo antitética a las afirmaciones de la Iglesia institucional. La Iglesia católica (universal) proclamaba, “Fuera de la Iglesia no hay salvación.” Lo que esto significa es que la Escritura y la fe se proclamaban en la Iglesia. Esto fue considerado como un estorbo al crecimiento espiritual por parte de los gnósticos quienes buscaban su propia guía interior. Enfatizaban la exploración de la experiencia humana individualizada con el objeto de descubrir la realidad divina.
Individualismo Subjetivo.
“¡Dios me dijo!” Los Gnósticos creían que cualquier cosa que les pasara en su propia práctica privada era la corte final de apelación. El sujeto (el conocedor) tenía prioridad sobre el objeto (lo conocido.) La verdadera espiritualidad era interior, centrada en la experiencia y mística. Esto se halla en agudo contraste con el Cristianismo, que mira hacia fuera, hacia Cristo, su palabra y la cruz. La Iglesia, la comunidad de los redimidos, confiesa su fe en lo que Dios hizo en la historia, no en lo que sucede en un individuo de manera privada. El Espíritu Santo es dado a toda la Iglesia para unirla con Cristo.
El subjetivismo es un error teológico global que ha surgido de los movimientos Pelagiano, monástico y Anabaptista.18 Las raíces del ascetismo, que afectaron a los Gnósticos y a la Iglesia primitiva, se encuentran en la filosofía Griega de Platón. Comentando sobre la influencia del pensamiento Griego sobre Orígenes y Clemente de Alejandría, Chadwick escribe, “El fin de la vida era la visión de Dios. El entrenamiento del cuerpo, la conquista del pecado, la lucha con los demonios, la práctica de la virtud estaban destinadas al único gran fin – la contemplación de Dios por la mente pura.”19 Muchos de los padres de la iglesia primitiva, lo mismo que Agustín, fueron influenciados por el ascetismo. El ascetismo continuó en el libro escrito por Thomas à Kempis (1379 – 1471), La Imitación de Cristo, que fue el libro más conocido en la creencia de los Hermanos de la Vida Común. Eran un movimiento laico a quienes se les atribuye haber sido los precursores de la Reforma por medio de quienes tanto Calvino como Lutero recibieron su educación. Aunque algunas buenas cosas surgieron de este movimiento ciertas cosas que llegaron a formar parte de la tradición Anabaptista son ciertamente cuestionables.
La espiritualidad sufrida, una importante característica de la Cristiandad, era algo en lo que se gloriaban los Anabaptistas y sus predecesores monásticos. La negación de uno mismo y el sufrimiento se convirtieron en las marcas de la verdadera espiritualidad. Quien más sufriera era visto como el más santo. La Escritura enseña que sufrir “por causa de la justicia” es una señal de espiritualidad (1 Pedro 3:14). Con mucha frecuencia no se menciona el motivo de “por causa de la justicia.” Irónicamente, la falla de la Iglesia de hoy está vinculada al sufrimiento como señal de justicia. Como resultado, la Iglesia en Occidente está condenada al fracaso.
El subjetivismo a menudo se menciona en oposición al objetivismo. Esto produce Cristianos que sufren de la parálisis del análisis, constantemente “ensimismados” para ver si son “espirituales.” Debido a que se descarta la ley de Dios como el estándar objetivo de justicia, el sufrimiento se convierte en la señal de la espiritualidad. Tal sufrimiento incluye todo, desde la depresión hasta el fracaso total. No es de sorprenderse que la psico-espiritualidad esté tan de moda en la actualidad.
Feminismo Anti-Patriarcal
“El Gnosticismo de antaño odiaba las cualidades patriarcales y autoritarias del Cristianismo oficial. Desde el punto de vista Gnóstico la estructura y disciplina de la Iglesia sofocaba el espíritu.”20 Michael Horton en su provocativo libro En el Rostro de Dios21 llama la atención a la celebración Gnóstica del ser andrógino, declarando la creencia de que aunque el cuerpo puede ser masculino o femenino, el espíritu es libre. Los Gnósticos, ya sean antiguos o nuevos, se ofenden ante la idea de que Dios no solamente se hizo carne humana, sino que también se hizo hombre.
La androgenia, por otra parte, ve la unidad del hombre y la mujer como un símbolo de completa identidad. Esta unidad se encuentra en la disolución del hombre y la mujer como realidades parciales. En lugar de ellos, existe una terminación mutua de hombre y mujer que puede distinguirse en el ámbito material, espiritual y divino. Es interesante señalar que, la psicología de C. G. Jung, un Gnóstico confeso, también ha enseñado que el alma es bisexual. Las feministas modernas están usando la religión y el ritual como herramientas psicológicas.
Jacobo Boehme (1575 – 1624) y Johann Georg Gichtel (1638-1710) en Alemania, y John Pordage (1607-1681) y Jane Leade (1623-1704) en Inglaterra, fueron todos místicos falsos que revivieron las especulaciones Gnósticas respecto al “lado femenino de Dios” y tuvieron una fuerte influencia en Vladimir Soloviev (1853-1900), un laico Ortodoxo Ruso. Mientras que Boehme es llamado “el padre de la Sofiología Occidental,” Soloviev fue un precursor para muchos teólogos Rusos y del movimiento de teosofía que se encuentra hoy en boga.22
Una prima cercana de la androgenia es la alquimia. Una enseñanza Hermética favorita es la unidad de los opuestos en uno. La teosofía, la precursora del movimiento de la Nueva Era, heredó el esoterismo de la alquimia y el Hermeticismo. Madame Blavatsky, la fundadora de la Sociedad Teosófica a fines del siglo diecinueve, era conocida por haber tenido una relación lésbica – en la que jugaba el papel dominante – con su sucesora, Annie Besant. Aquellos que le siguieron, tales como Aleister Crowley, destacado defensor de la Orden Hermética del Amanecer Dorado y otros, han sido pederastas y homosexuales. La predominancia de la homosexualidad ha hecho que los eruditos concluyan en que esta no era una debilidad personal sino que era parte de su sistema de creencias.
Los teólogos feministas modernos, como Rosemary Reuther23 y Mary Daly24 reconocen la importancia de introducir las ideas feministas en la Iglesia institucional.25 Aunque la mayoría de sus ideas han probado ser falsas y ser mitos y fábulas, permanecen inmunes a la crítica. Al hacer esto, creen que han encontrado un Caballo de Troya que podría ser aceptable para los Cristianos en la Sofía, una diosa imaginaria de la Sabiduría, quien supuestamente puede encontrarse en el Libro de Sabiduría del Antiguo Testamento. Se considera que Sofía es la solución perfecta para la simpatía de las mujeres hacia lo divino femenino, no obstante, desean continuar en el Cristianismo sin comprometer sus creencias. El mito de la Sofía también es central al Gnosticismo. En contraste, el Cristianismo ha considerado que la Sabiduría se personifica en Proverbios 8 en particular, no obstante, se le identifica con Cristo, el mediador entre Dios y el hombre. De hecho, Cristo se identificó a Sí mismo, no como Sofía, sino como esta Sabiduría (Luc. 7:35; Mat. 11:19; ver también Juan 1:13, 18; 8:58; 1 Cor. 1:24, 30; Col. 2:3).
A los feministas evangélicos no les gusta asociarse con los feministas seculares. Enfatizan que su respaldo a las mujeres pastores y a los matrimonios de sumisión mutua proviene de un alto aprecio por la Escritura y no del movimiento feminista. Sin embargo, incluso los feministas seculares reconocen que la Biblia no respalda a las sacerdotisas mujeres. En el intercambio de cartas al editor, publicadas en Marzo de 2003 en el diario Atlantic Monthly, el escritor desafió a las feministas evangélicas a preguntarse honestamente si la Biblia enseña el igualitarismo de género. Las feministas evangélicas han llegado a apoderarse de los mismos juegos del lenguaje postmoderno, igual que las feministas seculares. Quieren modificar el idioma para respaldar su tema principal y dominante, es decir, la plena humanidad y la igualdad de las mujeres. Aunque la feminista secular acude al extremo de construir mitos, los feministas evangélicos usan la hermenéutica. Ambas usan la lógica deconstruccionista que dice que las limitaciones culturales con las cuales batallaron los autores les impidieron entender el significado pleno de la palabra de Dios. Al hace esto, se relativiza el propósito del autor en el texto. Al apelar a una autoridad hermenéutica que no se encuentra en el texto en sí el punto de ventaja del lector se convierte en el punto focal de autoridad. La exégesis se convierte en eiségesis. La inmanencia, una vez más, empuja a la trascendencia sacándola por la puerta. Este proceso se puede usar para descartar todas y cada una de las enseñanzas de la Escritura. Lo que menudo sucede con una hermenéutica de sospecha es que mira todo texto como una creación política diseñada para impulsar la propaganda del status quo. La verdad ya no es el punto en cuestión. El asunto es el poder. Las religiones patriarcales, tales como el Judaísmo y el Cristianismo, son desafiados y reemplazados con religiones matriarcales. La adoración a la diosa se convierte en sustituta de la influencia de la Biblia.26
La pérdida de trascendencia trae consigo la pérdida de una base constitutiva para el significado. Esto era tan central para los primeros Gnósticos Valentinianos como lo es para los modernos deconstruccionistas postmodernos.27 En ambos casos la gnosis logra el reemplazo a través de la relatividad radical que erradica la posibilidad de la verdad objetiva. Esa es la razón por la cual el lenguaje siempre es la primera víctima de la herejía.
Anti-Sacramental
El bautismo y la comunión son los sacramentos de la Iglesia Cristiana. La Iglesia primitiva mantenía que todos aquellos que hubiesen recibido el bautismo, confesado el credo, participado en la comunión y estado de acuerdo en obedecer a la Iglesia, eran Cristianos. Esto fue considerado demasiado aburrido y ofensivo para la espiritualidad de los gnósticos quienes clamaban por el misterio, el conocimiento arcano y el mito.
Los Gnósticos afirmaban tener un acceso inmediato al Espíritu de Dios y que obtenían su conocimiento (gnosis) a través de la revelación secreta y la experiencia mística. Los sacramentos Cristianos usan elementos materiales tales como el pan y el vino (la eucaristía), agua (el bautismo), el lenguaje (la predicación) y la palabra impresa (la Escritura) como los medios de gracia. Por lo tanto, son demasiado poco espirituales para darnos algo de naturaleza espiritual (anti-material.) Sin embargo, estas son las mismas cosas que el Cristianismo primitivo usó en la adoración (Hechos 2:42, 46; 20:7). Estos elementos comunes estaban disponibles para todos, y por lo tanto, desafiaban la naturaleza privada y elitista del Gnosticismo.
La Iglesia primitiva rechazaba cualquier forma de elitismo y hacía todos los esfuerzos posibles para incluir a tantos como pudiera en su redil. Un ignorante hombre de Dios era considerado superior a un hereje arrogante y estudiado. Los granjeros ordinarios y sus familias, quienes participaban regularmente del sacramento de la comunión y buscaban vivir en obediencia al evangelio, eran los que conformaban el baluarte de la Iglesia.
Hechos capítulo dos indica que “el partimiento del pan” era algo que se llevaba a cabo de manera común. También existen alusiones muy claras y tempranas (segundo siglo) a esta práctica en la Didaqué y en la obra de Justino Mártir, La Primera Apología. No obstante, la mayor parte del Protestantismo la celebra, en el mejor de los casos, de manera mensual o trimestral en su calendario anual. Uno de los argumentos usados en contra de la comunión frecuente es que ello le quitaría la reverencia adecuada al evento. De modo que el Protestantismo Americano se ha convertido, en gran parte, en un Protestantismo desacralizado. Añada a esto la mentalidad prohibicionista en contra de permitir las bebidas alcohólicas. Aunque Cristo mismo bendijo el fruto de la vid en su primer milagro y mandó que se usara vino como un recordatorio en su memoria, eso parece tener poca importancia. Los círculos Gnósticos también presionaron a la Iglesia primitiva para que rechazara la toma de vino y lo sustituyera con agua.28
Los Gnósticos rechazaban los sacramentos Cristianos como materiales. Algunos miraban los sacramentos Cristianos como pálidas imitaciones de los verdaderos sacramentos espirituales. El Cristianismo enseña que la salvación proviene a través de una relación entre Dios y el hombre; los Gnósticos enseñaban que la salvación proviene a través de un conocimiento especial otorgado solo a unos cuantos, a través de un conocimiento que debe ser mantenido en secreto, no permitiendo que se extienda a la comunidad en general. La predicación y la enseñanza Cristiana, en contraste, son públicas. La aversión Protestante al pan y al vino pueden encontrarse probablemente en la dicotomía de espíritu/materia en las que tales cosas son consideradas demasiado poco espirituales. Ya que Dios no requiere que objetos particulares se salven, no necesitamos que reciban su salvación. Como resultado tenemos una mera formalidad a la que se le ha arrancado su poder dejándonos apenas con una identificación persistente y una especie de memorias de supervivencia del Cristianismo histórico.
Un Cristianismo al que se le hayan quitado los vestigios del Gnosticismo mostrará un carácter concreto. El pan horneado en casa y el vino rojo terrenal contenido en platos y vasos de alfarería recibidos con acción de gracias por bocas que mastican y tragan dan testimonio del misterio de la palabra hecha carne. Los pedacitos individuales de galletas y las pequeñas copas individuales – del tamaño de dedales – son algo ajeno a como se toman las comidas en cualquier cultura. Se ha convertido en una comida no terrenal que clama a gritos diciendo que el pan y el vino de la comunión espiritual no tienen relación alguna con la comunión terrenal. Es algo innegablemente gnóstico en su alejamiento de las comidas ordinarias en las que el pan común, el vino y la mesa de compañerismo se comparten junto con las risas y las lágrimas.
Anti-Credalismo.
Los Gnósticos afirman creer en la Biblia, sin embargo afirman que sólo ellos tienen la interpretación correcta. Para evitar la falsa enseñanza de los Gnósticos la Iglesia formuló credos. Estos proveen una plomada por la cual pueden entenderse las palabras de la Escritura. Los credos fueron creados por concilios en el seno de la Iglesia y no por individuos. Los primeros concilios ecuménicos de la Iglesia Cristiana proveyeron un efectivo golpe credal contra la herejía. El uso de los credos por parte de la Iglesia es una clara declaración de que la presente generación no posee toda la verdad pero está determinada a transmitir la fe apostólica que ha recibido. También provee una salvaguarda efectiva en contra de la espiritualidad tipo popurrí del Gnosticismo que se ve en el Movimiento de la Nueva Era.
Esta aversión a los credos no es de sorprenderse. Exponen los errores, la falsa creencia y la hostilidad a la fe Cristiana. Aún así, los primeros Gnósticos encontraron efectivo afirmar el Credo de los Apóstoles pero reinterpretándolo a través de los lentes Gnósticos. Aquellos lentes eran una revelación progresiva. Los intérpretes eran los líderes esotéricos y elitistas del Gnosticismo, los pneumatikos. Esto era humanismo puro, una glorificación del hombre. Pero al afirmar el credo obtuvieron la entrada a las vidas de los Cristianos e introdujeron su herejía. Al convertir a la élite en los árbitros de la verdad el hombre fue designado como la fuente última y fue disuelto el carácter último de Dios.
Un movimiento en la teología contemporánea conocido como el no-fundacionismo,29 declara que su propósito es separar la teología de los fundamentos objetivos tales como la Escritura, los credos y las confesiones, y la tradición eclesiástica. En su lugar, la teología es vista como surgiendo de las necesidades de la comunidad a medida que progresa a través del siempre cambiante entorno de la cultura y la historia. La doctrina ha llegado a ser el producto de la ética hecha por el hombre en lugar de la manera tradicional de derivar la ética de la doctrina.
Los Gnósticos de los tiempos antiguos y del presente se rehúsan a aceptar la ley de Dios. La consideran el producto de un demiurgo vengativo conocido como Jehová. Ellos, por supuesto, son “del espíritu” y consideran que la ley escrita es, en el mejor de los casos, algo secundario. No es de sorprenderse que los credos también sean tratados con desdén. Hans Jonas,30 un erudito destacado en el Gnosticismo, ha llamado la atención a sus tendencias nihilistas. Aunque existen diferencias, comparte muchos temas con las enseñanzas postmodernistas lo mismo que con la teoría del caos. Tales temas como la alineación, el sentido de abandono, y la cautividad, la ansiedad y el terror existencial del alma dicen todos que la vida en este mundo carece de significado.31
Los credos nos alertan del peligro de tal pensamiento falso y falsas creencias. La confesión corporativa de la fe católica (universal) fortalece los vínculos de los creyentes de todas las generaciones, pasadas, presentes y futuras. Los credos son representantes de la ortodoxia. La Iglesia ha confiado en la formulación de credos para proveer un marco con el cual puedan entenderse las palabras de la Sagrada Escritura. Son logros colectivos por parte de varios movimientos conciliares en la historia para destruir la herejía. Aunque no son una panacea en contra de la enseñanza falsa sí transmiten frases doctrinales y explicaciones de teología que pueden ser de ayuda. Al hacer esto, nos dicen que ninguna generación tiene el monopolio de la verdad. Nadie tiene la gnosis completa. Requerirle a la Iglesia que se examine a sí misma a la luz del testimonio bíblico y de los credos de la antigüedad nos ayudará a evitar ser “lanzados de allá para acá por las olas y arrastrados por cualquier ráfaga fresca de enseñanza, por engaños de embaucadores deshonestos y sus conspiraciones engañosas.”32
Antagónico hacia el Antiguo Testamento
Como la mayoría de herejías el Gnosticismo miraba el Antiguo Testamento de manera negativa. Tanto el Marcionismo (160 d.C.) como el Maniqueísmo (tercer siglo d.C.) rechazaban el Antiguo Testamento, que representaba a Dios como un Juez airado que creó la materia y había aprisionado las almas en la historia. Esto lógicamente implicaba antinomismo, un odio por la ley de Dios. Contrastaban el Dios del Nuevo Testamento (Jesús) como el Dios de amor y gracia con el Dios del Antiguo Testamento (Jehová) como el Dios de ira, i.e., gracia vs. ley.
La enseñanza Gnóstica era que la materia era mala y era producto de la creación de un dios inferior (llamado el demiurgo, según Platón.) Pero los cuerpos humanos, aunque su materia es mala, contenía dentro de sí una chispa divina que había caído del Dios bueno y verdadero. El conocimiento (gnosis) hace posible que la llama divina regrese al verdadero Dios de donde provino, que es lo que los Gnósticos consideran como salvación.
Muchos Gnósticos (especialmente los seguidores de Valentino) enseñaban que existía el Dios Único, original y no conocible; y luego del Único emanaron los Eones, pares de seres inferiores en secuencia. Los Eones juntos conformaban la Pleroma, o plenitud de Dios. El más bajo de estos pares eran Sofía (“Sabiduría,” en Griego) y Cristo. Sofía pecó al buscar conocer al Único inconocible, y como consecuencia de su pecado llegó a existir el Demiurgo, que creó el mundo físico. Cristo fue entonces enviado a la tierra para darles a los hombres la gnosis necesaria para rescatarles del mundo físico y regresar al mundo espiritual.
Los Gnósticos identificaban al Demiurgo con el Dios del Antiguo Testamento; de modo que rechazaban el Antiguo Testamento y el Judaísmo, y a menudo celebraban a aquellos que fueron rechazados por el Dios del Antiguo Testamento, tales como la serpiente, Caín, Esaú y otros. Se creía que algunos Gnósticos identificaban al Demiurgo con Satanás, una creencia que contribuyó a la sospecha con la que muchos cristianos les miraban. La Iglesia primitiva se identificaba con el Antiguo Pacto en su sentido Hebraico de conocimiento de salvación. Esta clase de “conocimiento” en Hebreo (yoda) es la misma palabra que se usa para el acto sexual, e.g., cuando “Adán conoció a Eva su esposa…” (Gén. 4:1). Esto implica una relación terrenal con y una aprehensión cognitiva de lo divino. No es conocimiento de la esencia eterna de Dios sino conocimiento de su afirmación pactal, y por sobre todo, de sus poderosos actos de gracia y providencia en la historia. Es la constante adherencia de la Iglesia a los patrones de pensamiento del Antiguo Testamento lo que ha sido vital al trazar la línea entre sí misma y el Gnosticismo herético.
Anti-Histórico
Puesto que el espíritu está opuesto a la materia, la salvación significa redención del cuerpo. La eternidad se halla opuesta al tiempo. Por lo tanto, la historia no representa ningún interés para el Gnóstico. El encuentro directo, presente y personal con el Espíritu es lo primordial con el objetivo de escapar de la realidad del tiempo. El hecho de que Dios creó el mundo y el tiempo y que emitió la declaración de que “era bueno en gran manera” (Gén. 1), y que luego desarrollaría su plan de salvación a través
de la materia y la historia es algo que no tiene lugar en el Gnosticismo.
El Gnosticismo trata de imponer su mitología abstracta sobre la historia. Es esencialmente el producto de una imaginación humanista, y por ende, mira con desdén la providencia ordenada de Dios. Su dualismo (el bien y el mal) pone, en un mismo plano, opuestos que se niegan efectivamente el uno al otro. Por omisión el hombre es visto como el único dios. Cristo es visto como deidad sólo en el sentido de lo que comparte con todos los hombres quienes, a su vez, obtienen divinidad. El interés en los actos de Dios en la historia – en el Antiguo y Nuevo Testamento – fue considerado una etapa inferior de desarrollo. Conocer a Cristo no fue considerado en lo absoluto un conocimiento del hombre histórico de carne y sangre, sino una relación personal con un ser místico celestial que libera a la humanidad de los intereses históricos. La salvación es conocimiento del yo y no de la revelación de Dios en la Escritura. Es un conocimiento interior del yo que es altamente ilusorio e imaginario. “De modo que, el verdadero conocimiento y la verdadera salvación del hombre es asentir con su imaginación y declararse a sí mismo divino.”33
El humanismo, la glorificación del hombre, es la esencia de la inmanencia. Rebaja la trascendencia de la soberanía de Dios en la historia y convierte el orden del hombre en el orden último. Cuando el hombre piensa que trasciende el mundo material ya sea porque él es Dios o porque puede llegar a ser Dios comienza a implementar por decreto su propio orden social y ley. La determinación de la historia se convierte en una batalla por tener el control. El poder es conferido a cualquier institución dominante que exista, ya sea el estado, la Iglesia, el partido, etc. Dios se convierte en un genio de esos que viven en lámparas para ser usado de la manera que el hombre mire más adecuada. La historia es tratada de manera superficial o como una molestia porque el hombre se halla por encima de ella y hasta la domina.
El hombre asciende por la gran cadena del ser y luego desciende con poder soberano. Este tipo de misticismo es la fuente de la tiranía. La élite mágica encarna la voluntad y el decreto de la historia en persona.
El misticismo y el humanismo niegan la doctrina de Calcedonia, haciendo de la historia, inconscientemente, el área primordial de determinación. Mientras presta un servicio de labios a la eternidad y a lo sobrenatural, solamente el ámbito de lo temporal se convierte en la fuente de la historia. Solamente se reconoce un Cristo humano, quien es producto de la historia. Este dualismo filosófico Kantiano no provee la historia real del hombre como una criatura de Dios en su creación. Jesucristo, tal y como se presenta en la Escritura y como es definido por Calcedonia, es la Segunda Persona de la Trinidad, reina en el cielo como el Creador y quien determina todas las cosas incluso cuando caminaba sobre el planeta tierra. Juan 1:1-3 declara: “En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios. Lo mismo era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él, nada de lo que fue hecho fue hecho” (KJV).
Anti-Intelectual
El Gnosticismo, afirmando tener conocimiento, no obstante ser anti-histórico y subjetivo, era intelectualmente poco profundo porque basaba su conocimiento en la experiencia inmediata. Era lo que el apóstol Pablo llamaba “la falsamente llamada ciencia [conocimiento]” (1 Tim. 6:20). Prefería el “conocimiento del corazón” por encima del “conocimiento de la cabeza.” El Cristianismo los afirma a ambos pesando todo a la luz de la Escritura.
Philip J. Lee, hablando sobre el anti-intelectualismo en el Protestantismo Americano, dice que hay una convergencia entre evangélicos y liberales quienes exponen un especial conocimiento religioso como opuesto al conocimiento de información verificable.
Es erróneo suponer que una gnosis Americana he florecido solo entre los predicadores de avivamientos, los proponentes más vociferantes del “no saber nada.” Desde el desarrollo del trascendentalismo, y más tarde, del modernismo, hasta el presente surgimiento del liberalismo en la Iglesia Protestante, el anti-intelectualismo ha sido una poderosa fuerza negativa. La razón es simple: si Dios es inmanente, si se halla presente en nuestra psiquis, si ya tenemos la verdad en el interior, entonces ¿por qué pasar por las complicaciones de estudiar teología? Si toda persona bien intencionada y de buen vivir tiene a Dios al alcance, aparte de los reportes acerca de eventos santos o sucesos milagrosos, entonces ¿por qué cargar a los hijos con detalles con respecto a los reyes de Israel y Judá y los viajes del Apóstol Pablo?34
El trascendentalismo, como movimiento del siglo diecinueve, ha funcionado como un vínculo mediador entre el Romanticismo y los temas metafísicos y ocultos que fueron introducidos en los Estados Unidos. Es el Neoplatonismo y el Hermeticismo como una cosmovisión entretejida que forma el fundamento tradicional del Romanticismo. Los trascendentalistas como Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau, Margaret Fuller y otros hicieron un enorme impacto en el pensamiento liberal en un contexto eclesiástico.
Estas corrientes han impactado tanto a los liberales como a los evangélicos. Ambos fueron hijos de los Grandes Avivamientos, movimientos que individualizaron el entendimiento pactal de lo que constituía el Cristianismo.35 Este individualismo es lo que impulsa actualmente a las religiones Americanas. Harold Bloom ha llegado incluso a clasificar a todos los movimientos Cristianos nacidos en los Estados Unidos como “la Religión Americana.” “He sugerido desde principio a fin que la versión Americana del ‘Entusiasmo’ Religioso ha sido la corriente ya por dos siglos, que es idéntico con la Religión Americana en sí, ya sea que se manifieste como los Mormones o los Metodistas, las Asambleas de Dios o los Bautistas, los Protestantes conservadores o los Protestantes liberales.”36
“El escándalo de la mente evangélica es que ya no queda mucho de una mente evangélica.”37 Esta es la línea de apertura en un libro de Mark Noll, un erudito comprensivo, considerando los efectos de la atrofia intelectual evangélica sobre la política Americana, la ciencia y las artes en un intento por encontrar soluciones. En particular es la mentalidad de-otro-mundo de varios grupos evangélicos lo que ha impulsado el anti-intelectualismo. Es un subproducto de los evangélicos Americanos cuyo único punto focal ha sido la experiencia de conversión individual. De modo que, las enseñanzas de santidad, el Pentecostalismo, y especialmente el dispensacionalismo han tenido un efecto adormecedor.
Lo que se ha perdido es la idea de la relación pactal del individuo, su familia, su Iglesia y su comunidad con relación a Dios y Cristo. El énfasis Reformado en las relaciones orgánicas, énfasis que siempre ha sido débil en la teología Americana, fue descartado a favor de los avivamientos. La piedad individual Anabaptista y la política eclesiástica comenzaron a dominar. El avivamentismo se ha convertido en la manera aceptada de ganar nuevos miembros para la Iglesia. En última instancia, ya sea en los estados sureños como evangélicos, o en el norte como liberales, el desafío intelectual planteado por muchos asuntos, diferentes a la experiencia religiosa personal, llegó a ser algo secundario y limitado.
El Gnosticismo Revivido
El Gnosticismo ha permanecido siempre justo bajo la superficie a lo largo de la historia de la Iglesia, sin embargo su impacto se ha sentido fuertemente en ciertos tiempos. El Renacimiento humanista y el Romanticismo fueron avivamientos de las influencias Griegas y gnósticas. El Romanticismo sigue siendo hoy una fuerza potente en la cultura Occidental y está moldeando al moderno Cristianismo americano, tanto liberal como evangélico. Podemos verlo en la tendencia hacia la subjetividad en lugar de confiar en la palabra objetiva de Dios.
La fuerza impulsora del avivamentismo en el siglo diecinueve fue una experiencia personal de ser nacido de nuevo y la teología de la segunda bendición, que predicaban el escape de este mundo en un vuelo hacia Dios a través del abandono de todo. “La doctrina era considerada un estorbo, lo mismo que los credos, las liturgias y los sacramentos, y la tendencia anti-intelectual levantó su horrible cabeza.”38 Charles Finney es el ejemplo por excelencia de un líder Cristiano que promovió estas enseñanzas, sin embargo sigue siendo ampliamente leído y considerado un héroe de la fe.
Bajo el avivamentismo la predicación giró de la obra salvadora y objetiva de Cristo a la experiencia subjetiva del creyente de la gracia salvadora de Dios en Cristo resultando en las técnicas de auto-mejoramiento y en los énfasis psicológicos. El evangelio se convirtió en una fórmula secreta (gnosis) para el renacimiento, la auto-realización y la experiencia directa e inmediata con Dios.
Los componentes gnósticos compartidos del Romanticismo y el Pietismo produjeron al padre del Liberalismo moderno, Friederich Schleieremacher, quien insistía en que la esencia del Cristianismo es “el sentimiento de la dependencia absoluta.” Schleieremacher tuvo una gran influencia sobre Walter Rauschenbusch el líder del movimiento del Evangelio Social y también sobre Adolf von Harnack, otro destacado teólogo liberal.
El liberalismo Protestante también nos dio la escuela del pensamiento positivo de Norman Vincent Peale, que a su vez nos dio el movimiento del potencial humano. Como la Ciencia Cristiana de Mary Baker Eddy, estos envuelven un intento de escapar del poder de la naturaleza por medio de técnicas psicológicas (auto-ayuda.) La mente sobre la materia es el intento de controlar la respuesta de uno a los incontrolables aspectos de la existencia. Algunos lo llamarían magia. El pensamiento positivo pone la fe en lugar de Dios. Es interesante notar que Peale ha respaldado las campañas de Billy Graham y que Graham ha considerado a Peale como un Cristiano nacido de nuevo.
El movimiento del Crecimiento de la Iglesia es otra consecuencia de la doctrina del pensamiento positivo. Es la fe lo que hace que las Iglesias crezcan. El pensamiento orientado a las posibilidades y el establecimiento de metas son prerrequisitos para el crecimiento de la Iglesia según C. Peter Wagner y la fuente del movimiento, Donald A. McGavran.39 El punto focal es encontrar las necesidades de la gente y proveérselas en lugar de servir a Cristo y su Reino. La antítesis entre el redimido y el no redimido se ha vuelto borrosa. Hoy podemos ver que en realidad hay muy poca diferente entre los evangélicos y los Protestantes liberales en su enfoque del ministerio. Como dice Lee, “… los evangélicos parecen haber sufrido una metamorfosis hasta convertirse en los más inofensivos Protestantes liberales.”40
En línea con la exaltación Gnóstica de la fe se halla el movimiento de la “Palabra de Fe.” El fundador de este movimiento fue E. W. Kenyon quien luego fue plagiado por Kenneth Hagin, Kenneth Copeland y otros. Kenyon estaba muy interesado en las enseñanzas de Mary Baker Eddy y en la Ciencia Cristiana.41 Fue Kenyon quien introdujo los conceptos Gnósticos del conocimiento en la teología de la fe. Distinguía entre el conocimiento de los sentidos y el conocimiento por revelación, que en sus seguidores se convirtió en una distinción entre la revelación meramente escrita y la palabra que realmente salva, siendo esta última la palabra “Rhema.”
El punto de este ensayo no es argumentar que respetados maestros evangélicos de la Biblia sean líderes de cultos. Sin duda que muchos de estos líderes serían los primeros en condenar el Gnosticismo como herético. No es el error intencional el que se señala aquí. El problema es que el Cristianismo americano ni siquiera es consciente de lo que sucede. Si no que sigue adelante como si todo estuviera bien. No obstante, la religión americana, a pesar de los distintivos denominacionales, es Gnosticismo. La experiencia sobre la doctrina, lo personal sobre lo institucional, lo femenino sobre lo masculino,42 la inmanencia sobre la trascendencia, no importa si eres Nueva Era o Liberal, evangélico o Pentecostal, el Gnosticismo es la religión americana.
El Gnosticismo, junto con otras enseñanzas erróneas, crea una falsa antítesis. Hace esto al malinterpretar algo bueno como malo, tal como la creación de Dios, enfrentándola contra el espíritu, que también es creación de Dios. Una falsa antítesis presentará un conflicto inherente entre la unidad y la diversidad, o entre el tiempo y la eternidad, o entre la ley y la libertad, o entre el individuo y la comunidad, o entre la razón y la experiencia, etc. El Cristianismo tiene una larga letanía de ser arrastrado hacia estos seudo-conflictos entre falsas antítesis.43
Es obvio que el Cristianismo necesita regresar a la comprensión de que es un sistema completo de conocimiento o cosmovisión que no tiene nada que ver con el Gnosticismo. Son antitéticos entre sí. El Gnosticismo no es una especie variante del Cristianismo. El Gnosticismo es una religión falsa y debe ser repudiado como tal. Los Cristianos deben ponerse al lado de Ireneo, el de la antigüedad, “en contra de los Gnósticos.” Hacer esto significa reconsiderar la enseñanza Cristiana básica con respecto a la Trinidad, la encarnación y la auto-revelación proposicional divina del Creador.
En la Trinidad, tanto el uno como los muchos son igualmente últimos y necesarios para una cosmovisión convincente.44 Solamente el teísmo Cristiano provee la vinculación necesaria de lo trascendente y lo inmanente sin la reducción de un lado u otro. En el dualismo de la cadena Gnóstica del ser lo trascendente es hecho trivial y convertido en inmanente al exaltar la experiencia. El hecho de que Jesús es plenamente Dios y plenamente hombre nos dice que Dios ha escogido revelarse tanto como trascendente lo mismo que inmanente. También, la unidad y la diversidad, como la inmanencia y la trascendencia, se complementan la una a la otra en lugar de entrar en conflicto.
El Gnosticismo, el antiguo y el actual, regresa continuamente a alguna forma de pensamiento dialéctico, ya sea el de forma-materia, naturaleza-gracia, o en tiempos modernos, naturaleza-libertad. En cada herejía dualista el mundo es inherentemente dividido. Son estos dualismos los que han infectado el Cristianismo en la forma de espíritu vs. la materia, o ley vs. gracia, o mente vs. materia, etc. La Biblia nos enseña que el mundo está dividido ética y personalmente: Satanás vs. Dios, lo correcto vs. lo incorrecto, la libertad vs. la tiranía, etc. Este conflicto terminará en la historia el Día del Juicio. Cada vez que los Cristianos sustituyen el dualismo ético con el dualismo metafísico caen en la herejía y todo lo que conlleva. Es aquí donde nos encontramos hoy: el Gnosticismo revivido.