Por Augustus Nicodemus Lopes
Reforma Siglo XXI, Vol. 13, No. 2
Estoy familiarizado con la posición de que la fe y la ciencia son asuntos aparte, dos campos diferentes con su propio lenguaje, y que no deben ser mezclados. Esta postura podría parecer muy atractiva, pues propone una convivencia pacífica de la religión y la ciencia, marcada por respeto sin que la una interfiera con la otra.
Es interesante notar que he conocido no solamente creacionistas que piensan así, sino también evolucionistas. Oí este concepto ofrecido en público recientemente por un conocido darwinista.
He recibido comentarios de amigos, cuestionando porque le damos importancia a esa antigua polémica entre la fe y la ciencia, religión y la academia, creacionismo y evolucionismo. Muy bien. La respuesta es porque la ciencia, dominada hoy el pensamiento darwinista, está lejos de restringirse a realizar investigaciones, elaborar teorías y experimentos comprobatorios. La “ciencia” darwinista es una visión del mundo que lo abarca todo, y pretende explicar toda la existencia humana, sin dejar ninguna sola área sin una explicación natural, incluyendo la moral, el comportamiento social, y los mismos fenómenos religiosos. Así que, esto no se trata solamente de una polémica entre dos opiniones diferentes relacionadas al origen del mundo y del hombre.
La antigua discusión del creacionismo versus el evolucionismo es más profunda de lo podría parecer a algunos. Se trata de una confrontación total entre dos visiones del mundo que pretenden explicar la totalidad de la realidad. La fe Cristiana, particularmente la fe evangélica Reformada, es una cosmovisión, una visión del mundo (Weltanschauung), que ofrece una comprensión de la realidad a partir de las presuposiciones bíblicas. Esto incluye, entre otras, la existencia de Dios como creador, quien hizo su obra con un propósito y con inteligencia, y la creación puede ser estudiada y comprendida por el hombre. Por otro lado, el cientificismo darwinista también es un visión del mundo controlada por el concepto del surgimiento espontáneo de la vida, de que todos tenemos ancestros comunes, y de la selección natural como mecanismo responsable por la evolución, la variedad y la complejidad de los seres vivos.
En mi opinión, es una ilusión pensar que lo mejor para la paz es dejar la fe y la ciencia en dominios distintos, que no se encuentren. Esa paz es ilusoria. La que sale perdiendo es la fe, con las incursiones constantes del darwinismo en el área de lo metafísico y otras áreas fuera de su competencia. Por ejemplo, muchos evolucionistas ateos afirman que la ciencia lleva naturalmente al ateísmo, a la conclusión que Dios no existe. ¿Que ejemplo más fuerte queremos de que la ciencia se mete en la religión?
Es por este motivo que continuaremos hablando sobre esto. La persona que piensa que esto es una pérdida de tiempo no ha comprendido lo que está en juego.