Reforma Siglo XXI, Vol. 19, No. 1
La Reforma llamó a la Iglesia a volver a la fe en Cristo como el único mediador entre Dios y el hombre.
Mientras que la Iglesia romana afirmaba que “hay un purgatoria, y las almas allí detenidas son ayudadas por las intercesiones de los fieles” y que “Se debe venerar e invocar a los Santos”, “que sus reliquias han de ser veneradas”, los reformadores enseñaban que la salvación era obra solamente de Cristo. Como dijo Juan Calvino en la Institución de la Religión Cristiana:
Jesucristo intervino, tomó sobre sí el castigo preparado para los pecadores por el juicio justo de Dios, borró y abolió por su sangre los pecados que causaban la enemistad que hay entre Dios y los hombres y, mediante este pago, Dios quedó satisfecho… No tenemos ningún sentimiento de su benevolencia y de su bondad paternal, salvo en Jesucristo.
Asimismo el Catecismo de Heidelberg, Pregunta 30 dice:
¿Creen pues también en el único Salvador Jesús aquellos que buscan su salvación en los santos, o en sí mismos o en cualquier otra parte? No; porque aunque de boca se gloríen de tenerlo por Salvador, de hecho niegan al único Salvador Jesús: pues necesariamente resulta, o que Jesús no es perfecto Salvador o que aquellos que con verdadera fe le reciben por Salvador tienen que poseer en Él todo lo que necesario para su salvación.
Como dice la Escritura:
Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos, testimonio dado a su debido tiempo.
1 Timoteo 2:5-6
Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. Colosenses 1:13-18